Como a una de tus flores

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Siempre pensaste que elegir una profesión como la de jardinera era una locura en un sitio como ese. La nieve hacía de tu trabajo un auténtico reto. Tal vez por eso te resultaba emocionante, ya que poco podías hacer en esa aldea para sentir algo que no fuera un aburrimiento constante.

Por suerte, conseguiste domar las bajas temperaturas, las ventiscas inesperadas y el frío inmisericorde, haciendo que las plantas que tú cuidabas, fueran la envidia de tus vecinos.

Esa curiosa habilidad y pasión por las flores te llevó a encontrar un trabajo de verdad, pasando de vender flores en una cabaña del pueblo al ser la jardinera de uno de los habitantes más importantes del lugar.

Si alguien te preguntara cómo era trabajar para Donna Beneviento, lo único que podrías contestar era: tranquilo.

En todo el tiempo que llevabas cuidado su jardín, nunca, nunca se había molestado en dirigirte la palabra.

Algunas veces ella iba a dónde estabas, a veces con unas flores que quería que plantaras, a veces simplemente para mirarte en silencio, como si quisiera comprobar que realmente hacías tu trabajo como ella quería.

Nadie había generado esa curiosidad en ti como Donna. Siempre tapada por ese velo negro, siempre en silencio, educada, paciente, agachándose para comprobar el cariño y la delicadeza que empleabas en todas y cada una de las flores de la hacienda.

Naturalmente sabías dónde estabas, sabías que estabas caminando por un terreno complicado. Cualquier mal paso, y acabarías como todos esos aldeanos de los que hablaban las leyendas, aquellos que nunca volvieron de ese lugar.

A pesar de eso, su figura triste, negra, sutil y silenciosa, llamó tu atención desde el primer momento.

¿Cómo podrías si quiera sentirte atraída por alguien tan misterioso? ¿Cómo podrías sentir algo por una mujer a la que ni siquiera habías visto la cara?

Al principio pensaste que cada vez que el corazón decidía latir más deprisa cuando ella estaba cerca, era debido a esas plantas, esas con las que tenías que tener especial cuidado, y que eran la parte de tu trabajo que realmente te asustaba. Habías comprobado por ti misma lo que Donna era capaz de hacer con cualquiera que se acercara a ellas.

–Buenas tardes, Donna –dijiste de forma educada al ver esa figura enlutada pasar junto a ti con paso elegante. –¿Qué tal la reunión?

La dama se giró brevemente para mirarte, con Angie en brazos. Se detuvo como si por fin quisiera decirte algo, pero fue sólo un instante. Con un crujido tétrico, la puerta se abrió y la mujer se perdió de nuevo en la oscuridad.

–Muy bien, muchas gracias por preguntar –te respondiste a ti misma, con un tono irónico. –Oh, qué bonito está el jardín, haces un trabajo excelente. Oh, muchas gracias, Donna, es un placer...

Sacudiste la cabeza mientras te burlabas de su silencio. Con el tiempo te habías vuelto adicta a comprobar sus rutinas, a intentar averiguar cuándo iba a salir de la casa, cuando iba a dirigirse hacia dónde tú estabas.

–No sé para qué me molesto –murmuraste, cortando las imperfecciones de una de las flores.

Y así, en silencio, continuaste tu trabajo, mirando de reojo la puerta de aquella casa de vez en cuando, imaginando que ella saldría, aunque fuera para quedarse de pie, mirándote el silencio.

–Deberías buscarte una novia de verdad –te aconsejaste en voz baja. –Estás perdiendo el tiempo. Ella está completamente fuera de tu alcance...

–¡¿Qué está fuera de tu alcance, estúpida estúpida?! –Una voz estridente te sacó abruptamente de tus pensamientos. La muñeca Angie se las había ingeniado para camuflarse entre los arbustos y aparecer justo en frente de tu, haciendo que te sentaras en el suelo con un golpe sordo.

Donna Beneviento Tumblr Oneshots (x lectora femenina)Where stories live. Discover now