Fuera de la aldea

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Otro día más, otro día que estabas encerrada en ese lugar. No importaba cuántas veces habías intentado escapar, de cuántas maneras te habías intentado librar de tu captora. Simplemente, no podías huir, y poco a poco, empezaste a perder la esperanza.

No eras cualquiera, no eras una damisela en apuros. Se suponía que deberías ser capaz de escapar, de enfrentarte a todos los peligros posibles. Ese era tu deber como agente especial de la BSAA, como miembro del escuadrón de Chris Redfield.

Tu misión era sencilla, quizás demasiado: infiltrarte en esa misteriosa aldea, campo de pruebas de alguien que se hacía llamar, Madre Miranda, y estudiar el lugar.

No era como tus otros trabajos, las armas biológicas estaban por todas partes. Tuviste que luchar por sobrevivir en un lugar como ese, pero no lo conseguiste. Te atraparon.

Esa siniestra sacerdotisa y sus cuatro leales sirvientes te juzgaron, pensando en cuál iba a ser tu destino. Podrías haber muerto de muchas maneras, pero no lo hiciste. Al parecer a esa bruja mutomicosa le pareció divertido dejar tu vida en manos de sus siniestros jerarcas. Todos gritaron, casi lucharon por poseerte, por torturarte.

A veces hubieras preferido ser el ingrediente principal de los vinos del castillo, o ser convertida en un engendro de metal. Eso era mucho mejor que tu destino incierto, en manos de la extraña mujer de negro y su marioneta, en manos de Donna Beneviento.

Tu vida, tu destino fue confiado a esa mujer con un velo en su rostro, esa mujer silenciosa, aparentemente tranquila, todo lo contrario que su desquiciante marioneta. Incluso al principio creíste que se trataba de una broma, pero recordabas los monstruos asemejados a terribles hombres lobo, y te diste cuenta de que no era así.

No estabas encadenada, o encerrada en un oscuro y pequeño sótano. No, eras libre, o casi. Tu entrenamiento te hizo huir según pusiste un pie en esa espeluznante mansión, pero no tardaste en darte cuenta de que no podías, simplemente, no podías.

Seguramente debido al polen de esas horribles flores amarillas, en conjunto con esos extraños poderes que poseía la dama Beneviento, eras incapaz de salir fuera de la casa. Criaturas monstruosas, episodios traumáticos de tu pasado, todo eso te esperaba tras las puertas de madera. Sabías que no eran reales, pero el miedo irracional que te producían sí lo era, y mucho.

Desistir en tus intentos de huida se convirtió en tu mejor opción, además, podría ser una buena oportunidad para saber algo más sobre esa gente, sobre esa misteriosa dama de negro. Si encontrabas la manera de hacer llegar esa información a tu escuadrón, seguramente podrías estar satisfecha con tu trabajo.

Poco encontraste en tu investigación. Nada relevante, sólo un retrato de una mujer hermosa, que seguramente fuera de tu propia captora, y cientos de libros que hablaban acerca de las propiedades de las plantas.

Si tuvieras que describir a esa mujer de negro, la única palabra que se te venía a la mente era: fantasma. Sí, era como un fantasma, como uno sombra que te perseguía en la oscuridad, pero no llegaba a atraparte. Sólo la veías en las horas en las que tu estómago protestaba por el hambre. En tu cabeza no tenía mucho sentido, ¿por qué dar de comer a tu enemigo?

Durante días enteros, trataste de sacar alguna palabra de su boca. Gritaste, lloraste, incluso suplicaste, nada. Sólo la marioneta, Angie, parecía ser capaz de comunicarse contigo, y no te decía cosas buenas precisamente. Tu curiosidad e interés parecía compartida. Esa sombra negra que tú creías imaginar estaba allí, observándote, vigilando a su presa, pero sin interactuar, sin correr hacia y ti y devorarte sin piedad.

Después de varias semanas de conversaciones fallidas, decidiste darte por vencida y no seguir intentándolo. Si querías saber algo más sobre Donna Beneviento, tendrías que averguarlo por tu cuenta.

Donna Beneviento Tumblr Oneshots (x lectora femenina)Where stories live. Discover now