Una venganza curiosa

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Era difícil saber cuándo era de día en ese oscuro dormitorio pero, de alguna manera, tu cuerpo se había adaptado ya a esa oscuridad.

Abriste los ojos despacio, bostezando, moviendo tu brazo hacia la pequeña mesita de noche, para encender la luz y despertar al cuerpo caliente que descansaba a tu lado.

Si alguien te preguntara en qué momento pasaste de ser una aldeana corriente a la amate/novia/pareja de una de las jerarcas, de la mismísima Donna Beneviento, no sabrías contestar.

Suponías que las dos eráis dos almas extrañas en un mundo extraño. No parecía un gran motivo para enamorarse, pero tampoco era uno para dejar que esas sonrisa tímidas, que esas visitas, se convirtieran en algo permanente.

Un gruñido divertido te indicó que la luz había tenido su efecto en Donna, que se retorcía para no pensar que era hora de despertarse.

–Buenos días... –canturreaste, arrimándote a su cuerpo perezoso y acariciando con suavidad su pelo negro. –Despierta, Donna...

–Mmm... (Y/N) –balbuceó la dama, frotándose el ojo y esbozando una tímida sonrisa. –Buen, buenos días –dijo con la voz más clara, agarrando la mano que rodeaba su cuerpo y moviéndose para darte un rápido beso en los labios.

No sabías por qué, pero esa mañana había demasiado calor en esa habitación. ¿tendría algo que ver con tus sueños? No parecía posible, ya que ni siquiera te acordabas. Por el calor que se aposentó sin piedad entre tus piernas, suponías que no soñaste precisamente con volar.

–Venga, despierta, despierta –seguiste canturreando cuando Donna volvió a apoyar la cabeza en la almohada, remoloneando de una forma adorable.

–Mmm –protestó ella, gimiendo y aferrándose a las sábanas mientras tus manos empezaron a vagar por sus piernas.

–Es hora de levantarse... O bueno, tal vez te apetezca quedarte un poco más en la cama, ¿no? –dijiste de forma burlona, besando su cuello despacio, provocándole una suave risita tímida.

–Siempre tienes tanta energía por la mañana... –murmuró la morena, girándose para que pudieras inclinarte hacia ella y besarla como deseabas. Ella te devolvió los besos y ya creías que había caído en tu trampa, pero no contabas con un pequeño detalle.

–¡Eh! ¡Vosotras dos! ¡Idiotas pegajosas! ¡Es hora de levantarse! –una voz desagradable y chillona te hizo apartarte de los labios de Donna. Casi habías olvidado que no estábais solas en aquella casa.

La muñeca Angie saltó encima de la cama, apartándote bruscamente de su dueña. Os llevabais bien, pero desde hacía un tiempo parecía estar dispuesta a interrumpir en el mejor momento.

–Angie, ahora no... –susurraste, empujando a la marioneta con una mano mientras ella agarraba tu ropa de dormir, tirando de ella. –¡Vamos, lárgate!

–¡No quiero! Es tarde, Donna, es tarde –chilló la muñeca, acercándose a su dueña, que la miró con una sonrisa.

–Vale... De acuerdo –dijo Donna, levantándose de la cama. Bueno, intentándolo, ya que tu mano se alargó hasta su muñeca, impidiendo que te abandonara.

–¿Cómo? ¿De acuerdo? Donna... –te quejaste, frunciendo el ceño hacia la muñeca, que reía divertida mirando tu cara llena de necesidad.

–Me duele decirlo pero Angie tiene razón... Es tarde –dijo la mujer, besándote la mano y soltándose elegantemente de tu agarre. Tú resoplaste, negando con la cabeza.

–Pero si sólo son las 8... Venga, manda a esa muñeca a dormir y vuelve a la cama –dijiste con la mirada suplicante, golpeando el cochón con la mano.

Donna Beneviento Tumblr Oneshots (x lectora femenina)Where stories live. Discover now