G!P Donna
Algunas personas dicen que el destino es inevitable, que desde que naces, tienes un propósito en la vida, un camino marcado que debes seguir, que lo harás aunque no quieras, aunque ni siquiera te des cuenta.
Seguramente las personas que decían esa tontería no vivían en aquella aldea.
A pesar de que cuando eras pequeña soñabas con el día en que te marcharías de ese lugar, con que salir de allí sería tu destino, no tardaste mucho tiempo en darte cuenta de que estabas equivocada.
Los años pasaban y tú crecías, viendo cómo el mundo a tu alrededor seguía siendo igual. No había futuro, a veces pensabas que el tiempo ni siquiera pasaba en ese lugar.
Para una chica de 20 años como tú, ya no había salida. Tus padres ya tenían demasiados problemas criando gallinas para daros de comer a ti y a tus hermanos. Rezar a Madre Miranda no era suficiente para garantizar incluso algo tan básico como tu supervivencia.
Si no querías pasar el resto de tu vida sirviendo a un marido no deseado, tenías que hacer algo.
¿Qué era lo único que una mujer joven como tú podía hacer en aquel lugar para sentirse realizada? ¿Para no tener que casarte a la fuerza? Servir.
No servir a un hombre desagradecido al que no amaras, si no servir a aquellas personas que estaban por encima de vosotros, a los jerarcas.
Como cualquier niña que creció en ese lugar, habías oído cosas horribles de todos ellos. Eran como historias de miedo para contar a la luz de una hoguera. Nunca supiste realmente cuánto había de verdad y de fantasía en aquellos cuentos.
–¿Qué deseas, jovencita? –preguntó la dama del castillo, Alcina Dimitrescu.
Como en toda leyenda, siempre se pecaba de exagerado. Tú habías llamado educadamente a las puertas de su castillo, como sabías que varias amigas tuyas habían hecho. Tú no eras peor, o más torpe que ellas. No sería complicado que consiguieras ser una doncella más en el castillo.
–Mm... –murmuró cuando terminaste de exhibir todas tus cualidades, que no eran pocas. –Ciertamente me impresionas.... ¿Cómo has dicho que te llamabas?
–(Y/N) –dijiste segura de ti misma, pero temblando de miedo al estar en ese castillo.
–(Y/N)... –suspiró la dama de blanco. –Sería un placer que fueras mi doncella pero...
–¿Pero? –repetiste de inmediato, asustada por esa reacción.
–Verás, últimamente mis doncellas están teniendo problemas de espacio. Sé que parece una pobre excusa, al fin y al cabo el castillo es grande pero... Créeme, no lo es.
La decepción era visible en tu rostro. Si tu amiga de la infancia, aquella que no sabía si quiera leer, había conseguido trabajar en el castillo, ¿por qué tú no?
–Seguramente no te apetezca estar todo el día limpiando y atendiendo mis necesidades para después tener que dormir con dos compañeras en una cama minúscula, ¿verdad?
–No, mi señora –respondiste con un suspiro, agachando la cabeza.
– Es una pena, eres una preciosidad... –susurró Alcina, con una sonrisa desganada en el rostro. –Pero bueno, tal vez no esté todo perdido para ti. Puede que haya alguien que sí necesite una doncella...
Tras eso, te envió a la casa de otra de las jerarcas, Donna Beneviento.
Nadie que tú conocieras había trabajado para ella. Bueno, habías oído que tuvo un jardinero, un hombre al que solías ver a menudo en la iglesia. Un día, despareció, no le volviste a ver.
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Donna Beneviento Tumblr Oneshots (x lectora femenina)
RomanceRecopilación de las historias cortas provenientes de mi Tumblr (@thisgirlnamedblusy), peticiones incluídas, en español. Espero que os gusten :)