Una (Térde) curiosa

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G!P Donna


–¿Qué tal la reunión? –preguntaste a tu novia cuando al fin, después de tres largas horas, entró por la puerta.

La mujer de negro, Donna Beneviento, se encogió de hombros mientras con un suspiro, apartó el velo de su cara para que pudieras besarla.

–Aún no me acostumbro a lo bien que se sienten tus besos... –susurró en tus labios, con una sonrisa tímida, acariciando tu mejilla.

Aunque hacía ya varios meses desde que empezaste una relación con una de las jerarcas de Madre Miranda, por fin podías sentirte realmente a gusto con ella.

Donna era una mujer extraña, atormentada por su pasado, acomplejada por su cara y su cuerpo. A ti nunca te preocuparon esas minucias. Tú la querías casi desde que la conociste. Benditas casualidades. Vuestra relación se desarrolló poco a poco y entre muchas dificultades, pero hacía algún tiempo que se estabilizó por completo, poniendo aún lado vuestras inseguridades y enseñando a la dama de negro lo bien que se sentía cuando tenías alguien que te quería a tu lado.

–Bueno, supongo que eso es bueno –dijiste divertida, dándole otro rápido beso.

–¿Por qué? –preguntó curiosa, con esa inocencia que te hacía derretirte.

–Ya sabes, Donna. Todo deja de ser emocionante cuando te acostumbras. –explicaste, agarrando a la dama de la cintura y besando suavemente su mejilla, haciendo que su cuerpo temblara por el contacto.

–Pues entonces espero no acostumbrarme nunca... –murmuró ella, mordiéndose el labio, lo que te hizo sonrojarte.

–¿Qué es eso? –preguntaste curiosa, señalando a una bolsa de papel que la dama llevaba en la mano.

–Té –respondió ella, escuetamente, como siempre. Tú parpadeaste varias veces, haciéndole entender que necesitabas una explicación más desarrollada. Pobre Donna, aún seguía siendo bastante torpe en cuanto a relaciones humanas.

–Té... –repetiste divertida, señalando la bolsa con la cabeza. Ella repitió el gesto, un poco confusa.

–Oh, bueno... Alcina me lo recomendó en la última reunión así que... Me, me he pasado por la tienda y... –balbuceó la mujer de negro. –Lo he, lo he comprado...

–Vale –dijiste divertida, acercándote a su oído. –No te pongas nerviosa, preciosa... No es un interrogatorio –susurraste, cogiendo su mano y besándola suavemente.

–Yo también te preguntaría si hubieras estado lejos de mí tanto tiempo –dijo ella, con un tono más serio.

–Lo sé, lo sé... –suspiraste, negando con la cabeza.

–¿Quieres un poco? –preguntó, exhibiendo la bolsa y dando por zanjada esa absurda conversación. Tú negaste con la cabeza, poniendo una mano en tu pecho.

–Uff, creo que me dará un infarto si bebo una gota más de té... –dijiste bromeando, apartándote del camino de la muñeca Angie, que parecía no tener ganas de molestaros esa vez. Sabías lo mucho que odiaba las reuniones con Madre Miranda. No podías culparla.

–Yo... Pensé que podríamos... –dijo Donna, un poco nerviosa. Seguramente interpretó esas palabras tuyas como un rechazo, cosa que tenías que impedir.

–Lo que quiero decir es que yo no quiero té pero... Te acompañaré encantada, Donna –dijiste, poniendo ambas manos en su hombro para tranquilizarla. La mujer de negro sonrió satisfecha y asintió.

–Voy a prepararme un poco –dijo sonriendo y pasando a tu lado.

–Aquí te espero –dijiste tú, guiñándole un ojo.

Donna Beneviento Tumblr Oneshots (x lectora femenina)Where stories live. Discover now