presente (1) - monotonía

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unalive - Braden Ross

𝙉o nací así pero, en este momento, mi vida es una rutina.
Levantarse, vestirse, desayunar, ir a la universidad, dirigir cuatro palabras a mis compañeros,
al piso, pasar la tarde, cenar, dormir.
Es subsistir. Es monótona. Es un ciclo infinito. Una espiral que me va tragando lentamente.

Estoy encallada. El tiempo transcurre aunque siento que mi vida se resume en estar constantemente congelada. Una escultura de hielo que va perdiendo la ilusión. Una escultura, que con un pequeño golpe puede estallar en mil pedazos. Una escultura que ya ha estallado.

¿Qué es peor, el dolor ardiente del momento o que te acompañe una situación toda la vida, respirando bajo tu piel?
Una herida quema, pero la cicatriz es el recuerdo constante de un momento dónde sufriste, dónde lloraste, dónde una parte de ti se resquebrajó. Un lugar al cual no quieres volver.

Si olvidas un objeto, buscarlo es sencillo. Volver al lugar dónde lo dejaste. Reconocerlo, sentirte aliviada del reencuentro y llevártelo a casa.
Pero, ¿cómo es buscar un fragmento de tu vida? Si olvidas una parte de tí, tienes que volver a ese lugar dónde lo perdiste, claro. Rebuscar entre los recuerdos que van cogiendo polvo, despertarlos después de un sueño profundo, dejar que se cuelen entre tus grietas, entre cada recobeco de tu ser.
Y, ¿qué hacer cuando no encuentras esos fragmentos, tu esencia? Cuando te niegas a volver al mar de los recuerdos, cuando no sabes nadar a contracorriente ni surfear las olas. En ese caso, necesitas un salvavidas, alguien que te acompañe en el proceso.

Pero antes, debes saltar.

Saltar al vacío, sumergirte en las profundidades de la mente.
Y muchas veces, alguien tiene que empujarte por el precipicio, por tu bien.

Mi empujón surgió al abrir el ordenador. Al mirar al correo, cómo siempre hacía. Pero ese día, en esa precisa tarde, mi monotonía se rompió.

Alguien me había escrito, alguien que no conocía.
Borré el correo sin pestañear.

Pero algo dentro de mí empezó a tener curiosidad, y me hizo abrazar lo desconocido.

Así que lo leí.
Y dejé de respirar.

SALIR A LA SUPERFÍCIE: Después que la ola arrase con todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora