𝙉ormalmente, la vida lleva consigo una rutina. Una rutina no sólo física, sinó también emocional.
Pero hay días intensos, dónde te sientes arriba y arriba y no puedes parar de volar aunque al día siguiente vuelvas a una rutina más o menos estática en cuanto a la intensidad de las emociones.
Hay días en los que te sientes bien, pletórico, con ganas de comerte el mundo.
Yo hace mucho que no reconozco esa sensación. Pero mis días, el tiempo que me quedaba e iba transcurriendo, era tranquilo.
Con esos correos imprevistos, la monotonía de mi vida había desaparecido.
No me sentía llena, y estaba muy lejos de sentirlo, pero se podría decir que mi vida era soportable. Era triste, pero menos dolorosa. Menos punzante.¿Dónde quiero ir a parar? Es muy simple, todo sube y todo baja. Incluso los días.
Hay días, que de golpe y sin avisar, te dan un puñetazo y te dejan tumbado en el suelo. Días intensos, pero en el "mal" sentido.
Hay días que son sorpresas. Y no son imprevistos que te curan, no. Son de todo menos eso.Hay días en los que se levanta un temporal cuando tu contemplabas un cielo soleado. Dónde te golpean con tanta fuerza que te dejan fuera de combate aunque tu no estuvieses en un ring de boxeo. Dónde te ahogas sin estar dentro del mar, ni bajo la lluvia, ni siquiera con agua cerca. Simplemente suceden, y da igual en qué lugar estés. Da igual, porque independientemente de la emoción que estés sintiendo, siempre hay un hueco para el dolor.
Hoy está siendo uno de esos días.
Pero hoy, a diferencia de otros días, lo voy a contar. Lo voy a dejar salir. Lo voy a expresar.De: efimera_poesia@gmail.com (ella)
Para: frases_escondidas@gmail.com (él)
Asunto: ¿Alguna vez has sentido que…?
¿Alguna vez has sentido que el corazón se te encoge de dolor? Y con él, tu cabeza; que parece querer fundir la barbilla con el cuello en un abrazo triste y desesperado. Tus huesos, que de golpe ya no parecen estables, ya no son rectos, se doblan y ya no te pueden sujetar.
Y con tu corazón, también se encorva tu espalda, las manos en un puño, las uñas se clavan en la piel, las rodillas flaquean, la mandíbula se tensa y cuando te sacude el dolor de las lágrimas, tiembla y los dientes se conocen golpeándose. Los ojos cerrados, tratando de no ver aunque sepas que tu dolor es interno y no pueda ser visto. O no con la misma intensidad.
Tu cuerpo reacciona ante el recuerdo del dolor y se hace pequeño, cómo si tratara de desaparecer. Como si tratara de hacerse tan pequeño para que el monstruo del dolor no lo pudiese encontrar. Pero siempre te acaba encontrando.¿Alguna vez has sentido que todo se te viene encima? Que la vida es cabrona e ilógica. Que no puedes entender cómo, en unos instantes, pasas de tenerlo todo a tener nada. Y aunque no sea verdad que ya no te queda absolutamente nada, tu mente te lo hace creer.
¿Alguna vez has sentido que tu mente es tu peor enemigo? ¿Que crea y transforma creencias y recuerdos a su antojo? ¿Que, aunque seas tú mismo, crees cosas que no son ciertas, disocias un pasado? Qué tienes miedo de lo que puedes llegar a imaginar cuando antes tu mente era tu mejor aliada, la que te comprendía mejor. Y ahora, no puede entender el torbellino de su interior. De tu interior.
¿Alguna vez has sentido que lo único que deseas es un cambio, aunque eso sea lo que te ha roto en mil pedazos?
¿Alguna vez has sentido que lo bueno se desvanece? Que la ilusión, la emoción, la felicidad, el amor, la libertad, la seguridad se funden en un gran canal de agua que desaparece por una triste alcantarilla. Que tu vida ha tenido la mala suerte de cruzarse con un dementor, que te quita lo bueno que guardabas dentro de tu ser. Y te toca convivir con la pura infelicidad de tu interior.
¿Alguna vez has sentido que lo malo también desaparece? Que te quedas vacía, que tu cuerpo y mente están vacíos, que no funcionan. Que es un túnel dónde sólo se escucha el eco, el mero recuerdo de haber tenido sentimiento dentro de tí. Los restos de pintura de lo que fue una gran obra de arte.
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SALIR A LA SUPERFÍCIE: Después que la ola arrase con todo
Teen FictionUna gran ola ha arrasado con su vida. Una ola que ha transformado por completo su realidad. Una realidad compuesta por una mezcla mortífera de la mente y el suceso. De sentirse vacía de color y llena de oscuridad. De perder la noción del tiempo, pue...