pasado (5) - las casualidades

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(Pre-adolescencia)
𝙎iempre me paro a pensar en las casualidades. En cómo un suceso y una vida pueden cambiar de repente, sin previo aviso por esas fracciones de segundo, esas chispas efímeras, esas revelaciones instantáneas.

He llegado a la conclusión que todos los sucesos grandes se componen de otros más pequeños, más ocultos y menos valorados. Momentos, que sin ellos, sería imposible crear nuevas experiencias. Pero no los vemos, no los valoramos. Pues la mayoría de las veces nos centramos en el resultado final. En la recompensa, en el premio, en la satisfacción. En poder compararnos con nuestro "yo" del pasado. Esa versión nuestra con menos experiencia, con más dudas, alguien distinto.
Mi poesía y mi vida personal me han enseñado que no todo se basa en el resultado. Se basa en cómo te desenvuelves en el proceso. En cómo logras cumplir aquello que soñabas con los ojos abiertos. En cómo te das cuenta que los cambios son tan sorprendentes como necesarios. Porque a veces, lo que importa no es el "que", es el "cómo".

Y cada proceso consta de diminutas piezas invisibles, pero imprescindibles. Las risas sinceras. Las pequeñas victorias. Los momentos que te calientan el corazón o aquellos momentos que provocan en ti pequeñas revelaciones. Todo aquello que sea aparentemente irrelevante, pero que es el detonante para hacer un gran cambio.

Y las casualidades son un punto clave de los procesos que te acaban cambiando la vida.

El diccionario de la RAE define la palabra casualidad cómo:
"1. f. Combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar."

Da miedo saber que no puedes evitar algo, ¿verdad? Saber que algo pasará, pero que no hay manera de impedirlo. Algo que te cogerá por sorpresa, y tendrás que enfrentarte con ello si o si.
Las casualidades son algo parecido. Aunque no todas asustan.
Son una especie de excepción. Son: romper la monotonía de nuestra vida. Y pasan tan rápido cómo una exhalación. Cómo un latido del corazón. Cómo un abrir y cerrar de ojos.

La magia de las casualidades es que el tiempo es relativo. Suceden velozmente, pero el tiempo parece que se para cuando te das cuenta que te acabas de topar cara a cara con una casualidad.
Y la magia vuelve a brillar al darse cuenta de la catarsis que conllevan los cambios que provocan. Pues eso son las casualidades. Sucesos que parecen predestinados, preparados exhaustivamente y quizá lo sean, no lo sé y no me parece necesario pensar y pensar en ello, porque entonces perderíamos la esencia de esas casualidades, del azar, de la suerte quizás.
Prever ciertos momentos quita el brillo al proceso. Lo mejor es toparse con ellas cara a cara, escucharlas y entender qué quieren contarte. Sólo sintiendo el inminente cambio y el poder de ese.

(Adolescencia; después de la ola)
¿Había, la ola, sido una casualidad? ¿Una broma del destino? ¿Un azar cruel?
¿Era algo que yo misma me había buscado, o que había acudido a mi para torturarme?
Las casualidades provocan cambios pero ¿algo así, algo tan aterrador, podría coincidir con la definición de "casualidad"?
Quizás coincidia con esa precisa definición que busqué pocos años atrás, esa que decía que no se podían ni evitar ni prever. Aunque no coincide con la definición que la mayoría de nosotros llevamos dentro: pequeñas circunstancias del azar que surgen para sorprendernos.

Pero eso, la ola, no fue pequeño, ni de lejos.
A lo mejor fueron minúsculas casualidades las que me llevaron a ese preciso momento, en ese preciso lugar, con esa precisa persona.
Miles de casualidades que crearon un suceso irrevocable, que había ocurrido para dejar marca, huella, imprenta.

En algunos momentos me gusta pensar que no pude haberlo previsto. Pero eso me lleva a preguntarme si podría haberlo evitado. Si hubo alguna manera humanamente posible de escapar. De que parara. De defender mi persona.
Pero pensar, ahora, siempre acaba siendo un círculo vicioso. Llegas a las mismas conclusiones cada vez.
Da igual si era una casualidad. Pasó. No se evitó. Y tengo que vivir con ello, aunque me queme. Aunque duela, y me mate lentamente.
O quizá no.
A veces me supera.
Y necesito que pare.

SALIR A LA SUPERFÍCIE: Después que la ola arrase con todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora