╰•★★ ƈą℘ıɬųƖơ 5 ★★•╯

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A medida que los meses pasaban, Oliver seguía luchando contra las secuelas del acoso. A pesar del apoyo de sus padres, los maestros y Edward, el bullying no cesaba. Marcos y su pandilla parecían encontrar nuevas formas de hacerle la vida imposible, y cada día se convertía en una batalla para Oliver. La constante presión y el dolor emocional comenzaron a pasar factura.

Edward, siempre a su lado, notaba cómo su amigo se hundía cada vez más en la tristeza. A pesar de sus esfuerzos por protegerlo y animarlo, Edward sabía que Oliver estaba llegando a un punto crítico. Las sonrisas eran cada vez más escasas y las sombras en los ojos de Oliver se hacían más profundas.

Una tarde, después de un día especialmente duro en la escuela, Oliver se encerró en su habitación. No quiso hablar con nadie, ni siquiera con Edward, que lo había acompañado hasta su casa. Edward se fue preocupado, pero esperaba que su amigo pudiera descansar y sentirse mejor al día siguiente.

Sin embargo, esa noche, la oscuridad en la mente de Oliver se volvió abrumadora. Los insultos y las agresiones de sus acosadores resonaban en su cabeza, y el dolor se hacía insoportable. En un momento de desesperación, Oliver tomó un objeto afilado y se autolesionó. La sensación de control momentáneo sobre su propio dolor físico pareció darle un respiro de su agonía emocional, pero las consecuencias fueron graves.

Sus padres, al notar el silencio inusual en la habitación de Oliver, entraron y lo encontraron inconsciente en el suelo, con sangre alrededor. El pánico se apoderó de ellos mientras llamaban a una ambulancia y trataban de detener la hemorragia como podían.

La ambulancia llegó rápidamente y llevaron a Oliver a emergencias. Edward, al enterarse de lo sucedido, corrió al hospital para estar con su amigo. El miedo y la angustia lo consumían, pero sabía que debía ser fuerte por Oliver.

En la sala de espera del hospital, el tiempo parecía detenerse. Los padres de Oliver y Edward esperaban noticias, con los corazones pesados y las lágrimas contenidas. Finalmente, un médico salió para hablar con ellos.

—Oliver está estable ahora —dijo el médico, con una expresión seria—. Fue una suerte que lo encontraran a tiempo. Hemos tratado las heridas y necesitará descansar y recuperarse, pero estará bien físicamente. Sin embargo, es evidente que necesita ayuda psicológica urgente. Este no es solo un problema físico, es un grito de ayuda.

Las palabras del médico resonaron en la mente de todos. Edward, con el corazón roto, entró a la habitación donde Oliver descansaba. Su amigo estaba pálido, con vendajes en los brazos y una expresión de agotamiento en su rostro.

—Oliver... —murmuró Edward, con la voz entrecortada—. Estoy aquí. Estoy contigo.

Oliver abrió los ojos lentamente y vio a Edward a su lado. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro al darse cuenta de lo que había hecho.

—Lo siento, Edward... —dijo Oliver, con la voz débil—. No pude soportarlo más.

—No tienes que disculparte, Oliver —respondió Edward, tomando su mano—. Estamos en esto juntos. Vamos a superar esto, te lo prometo.

Los días que siguieron fueron duros para Oliver y su familia. Además de la recuperación física, Oliver comenzó a recibir terapia intensiva para tratar su depresión y el trauma causado por el bullying. Edward, fiel a su promesa, estuvo a su lado en cada paso del camino. Acompañó a Oliver a sus sesiones de terapia y estuvo presente en todos los momentos difíciles, recordándole constantemente que no estaba solo.

La escuela también tomó medidas más serias. Marcos y su pandilla fueron suspendidos y se iniciaron programas de concientización y apoyo para prevenir futuros casos de bullying. Los maestros y el personal escolar se involucraron más en la protección y el bienestar de los estudiantes, asegurándose de que nadie tuviera que pasar por lo que Oliver había vivido.

A medida que las semanas pasaban, Oliver comenzó a mostrar signos de mejoría. La terapia y el apoyo constante de su familia y Edward empezaron a hacer efecto. Aunque el camino hacia la recuperación era largo y lleno de altibajos, Oliver empezó a encontrar pequeños momentos de esperanza y alegría.

Un día, mientras caminaban por el parque, Oliver miró a Edward con una sonrisa tímida.

—Gracias por no rendirte conmigo, Edward —dijo Oliver—. No sé cómo lo habría hecho sin ti.

Edward sonrió y le dio un amistoso golpe en el hombro.

—Siempre estaré aquí para ti, Oliver. Somos amigos, y eso significa que enfrentamos todo juntos, lo bueno y lo malo.

Oliver asintió, sintiendo una calidez en su corazón. Aunque el bullying había dejado cicatrices profundas, tanto físicas como emocionales, la amistad y el amor de los que lo rodeaban le dieron la fuerza para seguir adelante. Con Edward a su lado y el apoyo de su familia y su comunidad, Oliver sabía que podía superar cualquier obstáculo y, algún día, dejar atrás el dolor y encontrar la felicidad que tanto merecía.

✎★Bajo el cielo estrellado★✎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora