╰•★★ ƈą℘ıɬųƖơ 14 ★★•╯

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El fin de semana siguiente a su excursión, la amistad entre Oliver, Edward y Zip parecía más fuerte que nunca. Sin embargo, las apariencias a veces engañan. Zip, aunque siempre había mostrado una cara amigable y amable, guardaba secretos y sentimientos que nunca había revelado.

Un miércoles por la tarde, después de clases, Zip invitó a Oliver a reunirse en un rincón más aislado del campus, cerca de un almacén que casi nunca se usaba. Oliver aceptó sin dudarlo, pensando que Zip quería hablarle de algo importante.

—Oliver, gracias por venir —dijo Zip con una sonrisa tensa cuando llegó.

—Claro, Zip. ¿De qué quieres hablar? —preguntó Oliver, notando una cierta incomodidad en el ambiente.

Antes de que pudiera reaccionar, Zip sacó un pequeño objeto metálico de su bolsillo. Oliver apenas tuvo tiempo de procesar lo que estaba viendo cuando Zip se abalanzó sobre él, golpeándolo con el objeto contundente.

—¡Zip! ¿Qué estás haciendo? —gritó Oliver, retrocediendo mientras se llevaba las manos a la cabeza, que comenzaba a sangrar.

—Lo siento, Oliver. Realmente lo siento, pero tenía que hacerlo —respondió Zip con una mirada fría, aunque su voz temblaba.

Oliver intentó defenderse, pero Zip fue implacable, golpeándolo varias veces más hasta que Oliver cayó al suelo, aturdido y herido. Zip se quedó allí, respirando con dificultad, mirando a su antiguo amigo con una mezcla de culpa y determinación.

—No quería hacerte daño, pero no podía permitir que siguieras interfiriendo en mi vida —dijo Zip, casi susurrando, antes de salir corriendo del lugar.

Oliver quedó tendido en el suelo, sangrando y dolorido, incapaz de moverse. No sabía cuánto tiempo pasó antes de que Edward, que había notado su ausencia, apareciera buscándolo.

—¡Oliver! —exclamó Edward al encontrarlo. Rápidamente se arrodilló junto a él, tratando de evaluar sus heridas—. ¿Qué te ha pasado?

—Zip... Zip me atacó —murmuró Oliver, con la voz débil.

Edward no perdió tiempo y llamó a una ambulancia, insistiendo en que llegara lo antes posible. Mientras esperaban, trató de mantener a Oliver consciente, hablándole y sosteniendo su mano.

—Te vas a poner bien, Oliver. Estoy aquí contigo —repetía Edward, con la voz quebrada por la preocupación.

La ambulancia llegó finalmente y llevaron a Oliver al hospital, donde los médicos comenzaron a atender sus heridas. Edward no se separó de su lado, decidido a no dejarlo solo ni un momento.

En los días siguientes, mientras Oliver se recuperaba, la verdad sobre Zip salió a la luz. Resultó que Zip había estado lidiando con problemas personales y había visto a Oliver y Edward como obstáculos para lo que ella creía que era su única forma de salir adelante. Las autoridades escolares tomaron cartas en el asunto y Zip fue expulsada, además de enfrentar consecuencias legales por su agresión.

Oliver, aunque profundamente herido tanto física como emocionalmente, sabía que no podía permitir que este evento lo destrozara. Con el apoyo constante de Edward, comenzó a sanar, aunque la traición de Zip dejó una cicatriz que tardaría mucho en desaparecer.

Una tarde, mientras estaba en su cama de hospital, Oliver miró a Edward con una expresión seria.

—Edward, gracias por estar aquí. No sé qué habría hecho sin ti.

Edward tomó la mano de Oliver y la apretó suavemente.

—Siempre estaré aquí para ti, Oliver. Somos más que amigos; somos hermanos. Y vamos a superar esto juntos.

Durante las semanas siguientes, Oliver tuvo que enfrentarse a un largo proceso de recuperación. Las heridas físicas sanaban con el tiempo, pero las emocionales eran más difíciles de superar. Las noches eran especialmente duras; a menudo se despertaba sobresaltado por pesadillas en las que revivía el ataque. En esos momentos, Edward estaba allí, ofreciéndole consuelo y asegurándole que todo iba a estar bien.

Un día, mientras estaban en la sala de estar del hospital, Edward le trajo un cuaderno y un bolígrafo a Oliver.

—Pensé que tal vez te gustaría escribir sobre todo lo que ha pasado. A veces ayuda a procesar las cosas —sugirió Edward.

Oliver tomó el cuaderno con una sonrisa agradecida.

—Gracias, Edward. Lo intentaré.

Empezó a escribir, relatando no solo el ataque, sino también todos los momentos difíciles que había vivido y cómo Edward siempre había estado a su lado. Las palabras fluyeron de su mente al papel, y con cada frase, Oliver sentía que un peso se levantaba de sus hombros.

Los días se convirtieron en semanas, y finalmente llegó el momento en que Oliver fue dado de alta del hospital. Aunque aún tenía un largo camino por recorrer en su recuperación, estaba decidido a volver a la normalidad.

—Te apoyaré en cada paso del camino —dijo Edward cuando salían del hospital.

—Lo sé, Edward. Y no podría hacerlo sin ti —respondió Oliver con una sonrisa.

De vuelta en la escuela, la noticia del ataque se había esparcido rápidamente. Muchos estudiantes mostraron su apoyo a Oliver, aunque otros evitaban hablar del tema, temiendo tocar una fibra sensible. Oliver apreciaba las muestras de cariño, pero sabía que enfrentarse a la realidad cotidiana sería un desafío constante.

La primera vez que volvió a la escuela, sintió una mezcla de nerviosismo y determinación. Edward estaba a su lado, y eso le daba la fuerza que necesitaba para seguir adelante. A medida que los días pasaban, Oliver empezó a participar más en las actividades escolares, decidido a no dejarse vencer por el miedo.

Un día, mientras caminaban por el pasillo, se encontraron con un grupo de estudiantes que habían sido amigos de Zip. Oliver se tensó, pero Edward apretó su mano en señal de apoyo.

—Hola, Oliver —dijo uno de ellos, con un tono de voz que no dejaba entrever hostilidad—. Solo queríamos decirte que lo sentimos mucho por lo que pasó. Nunca pensamos que Zip pudiera hacer algo así.

Oliver asintió, agradecido por sus palabras.

—Gracias. Fue difícil, pero estoy tratando de superarlo.

Con el tiempo, Oliver y Edward volvieron a establecer su rutina, fortaleciendo aún más su vínculo. La traición de Zip les había enseñado una lección dura, pero también les mostró la importancia de la lealtad y el apoyo mutuo.

Una tarde, mientras estaban sentados bajo el mismo árbol donde solían pasar el recreo, Oliver miró a Edward con una expresión de gratitud.

—Edward, gracias por no rendirte conmigo. Sé que ha sido difícil, pero has estado ahí en cada momento.

Edward sonrió y le dio una palmada en el hombro.

—Eso es lo que hacen los amigos, Oliver. Estamos aquí el uno para el otro, en los buenos y malos momentos.

Mientras el sol se ponía, pintando el cielo de colores cálidos, Oliver sintió una renovada esperanza. Sabía que aún había desafíos por delante, pero con Edward a su lado, estaba seguro de que podía enfrentar cualquier cosa. La traición de Zip había sido un golpe duro, pero también les había demostrado que la verdadera amistad y el amor eran más fuertes que cualquier adversidad.

Con esa certeza, Oliver y Edward se levantaron y comenzaron a caminar de regreso al edificio de la escuela, listos para enfrentar juntos el futuro, sabiendo que mientras estuvieran unidos, podrían superar cualquier obstáculo.

✎★Bajo el cielo estrellado★✎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora