El tiempo pasó y Oliver y Edward ingresaron a bachillerato. Durante esos años, Oliver había logrado fortalecerse emocionalmente y comenzó a sentirse más seguro de sí mismo. Había aprendido a valorarse y a encontrar su voz, gracias en gran parte al apoyo constante de Edward, su familia y la terapia.
En el nuevo ambiente del bachillerato, Oliver descubrió nuevas oportunidades y actividades en las que involucrarse. Se unió al club de teatro y comenzó a destacar por su talento. También formó parte del equipo de debate, donde su habilidad para expresarse y defender sus ideas le ganó el respeto de muchos compañeros. Estos logros le dieron a Oliver una renovada confianza que no había sentido en mucho tiempo.
Sin embargo, la sombra del bullying no desapareció por completo. Marcos y algunos de sus antiguos compañeros seguían en la misma escuela, y al notar el cambio en Oliver, sintieron la necesidad de volver a intimidarlo. Esta vez, su objetivo era más cruel: querían destruir la nueva confianza que había ganado.
Una tarde, después de las clases, Oliver estaba en los pasillos del colegio, camino a su próxima actividad del club de teatro. Con su cabello más largo, que había decidido dejar crecer como símbolo de su nueva libertad y autoexpresión, se sentía orgulloso y más seguro de sí mismo.
De repente, sintió un tirón fuerte en su cabello, seguido por una risa burlona. Al girar la cabeza, vio a Marcos y su pandilla riéndose a carcajadas.
—Mira quién está aquí, el chico del teatro —dijo Marcos, con una sonrisa maliciosa—. ¿Te crees muy especial con tu pelo largo, eh?
Antes de que Oliver pudiera reaccionar, uno de los amigos de Marcos lo empujó contra los casilleros, haciendo que se golpeara la espalda dolorosamente. Otro le tiró del cabello de nuevo, esta vez con más fuerza, y Oliver gritó de dolor.
—Déjalo en paz, Marcos —dijo Oliver, tratando de mantener la calma—. Ya no soy el mismo niño que solías intimidar.
—Pues a mí me parece que sí —respondió Marcos, empujándolo de nuevo—. Un cobarde siempre será un cobarde.
La situación escaló rápidamente. Los empujones se convirtieron en golpes, y Oliver terminó en el suelo, tratando de protegerse mientras le llovían patadas. La desesperación y el miedo que pensaba haber dejado atrás regresaron con fuerza, y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.
Justo cuando pensaba que no podría soportar más, una voz firme y autoritaria interrumpió el caos.
—¡Deténganse ahora mismo! —gritó un maestro, acercándose rápidamente.
Marcos y su pandilla retrocedieron, pero el daño ya estaba hecho. Oliver yacía en el suelo, magullado y con su cabello enredado y arrancado en varios lugares. El maestro ayudó a Oliver a levantarse y lo llevó a la enfermería, mientras que Marcos y sus amigos fueron llevados a la oficina del director para enfrentar las consecuencias de sus acciones.
Edward, al enterarse de lo sucedido, corrió a la enfermería. Encontró a Oliver sentado en una camilla, con la mirada perdida y el cuerpo lleno de moretones. Se acercó lentamente, con el corazón roto al ver a su amigo en ese estado.
—Oliver... —dijo Edward, con la voz entrecortada—. Estoy aquí. Lamento no haber estado para detenerlos.
Oliver levantó la mirada y, al ver a Edward, las lágrimas comenzaron a fluir nuevamente.
—Pensé que había superado esto, Edward. Pensé que era más fuerte.
—Lo eres, Oliver. Eres más fuerte que nunca. Esto no define quién eres. Vamos a superar esto juntos, como siempre lo hemos hecho.
Los días siguientes fueron difíciles. Oliver, aunque físicamente se recuperaba, se encontraba emocionalmente destrozado. La confianza que había construido se desmoronaba con cada recuerdo de los golpes y las burlas. El trauma se había reabierto y con una intensidad que lo debilitaba cada día más.
La escuela tomó medidas más serias. Marcos y su pandilla fueron suspendidos y se iniciaron programas de concientización y apoyo para prevenir futuros casos de bullying. Los maestros y el personal escolar se involucraron más en la protección y el bienestar de los estudiantes, asegurándose de que nadie tuviera que pasar por lo que Oliver había vivido.
A pesar de estas acciones, Oliver se sentía atrapado en un ciclo interminable de dolor. Las heridas físicas sanaban, pero el trauma emocional persistía. La angustia y el miedo volvían a consumirlo, y cada día se levantaba con el peso de la desesperanza.
Edward, siempre a su lado, intentaba animarlo y recordarle su fuerza interior, pero las palabras de aliento parecían insuficientes. Oliver asistía a las clases y a las actividades del club de teatro, pero su pasión se apagaba. Las sombras de la inseguridad y el miedo volvían a dominar su vida, y la luz que había encontrado parecía desvanecerse una vez más.
En la soledad de su habitación, Oliver se encontraba luchando con pensamientos oscuros y recuerdos dolorosos. La presencia de Edward y su familia era un consuelo, pero no lograba llenar el vacío que sentía por dentro. La lucha contra el bullying se transformó en una lucha interna por encontrar su valor y su lugar en el mundo.
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✎★Bajo el cielo estrellado★✎
Random𝔼𝕤𝕥𝕒 𝕙𝕚𝕤𝕥𝕠𝕣𝕚𝕒, 𝕥𝕚𝕖𝕟𝕖 𝕖𝕤𝕔𝕖𝕟𝕒𝕤 𝕗𝕦𝕖𝕣𝕥𝕖𝕤 𝕪 𝕧𝕚𝕠𝕝𝕖𝕟𝕥𝕒𝕤, 𝕥𝕚𝕖𝕟𝕖 𝕒𝕤𝕖𝕤𝕚𝕟𝕒𝕥𝕠𝕤, 𝕤𝕦𝕚𝕔𝕚𝕕𝕚𝕠, 𝕕𝕖𝕡𝕣𝕖𝕤𝕚ó𝕟, 𝕖𝕥𝕔 S𝕚 𝕖𝕣𝕖𝕤 𝕤𝕖𝕟𝕤𝕚𝕓𝕝𝕖 𝕠 𝕣𝕖𝕡𝕦𝕝𝕤𝕚𝕧𝕠 𝕔𝕠𝕟 𝕖𝕤𝕥𝕠𝕤 𝕥𝕖𝕞𝕒𝕤...