21|| No le rompas el corazón, alguien ya lo hizo una vez

79 8 0
                                    

Hugo

Otra vez aquí.

En el hielo. Intentando pisar la pista con los patines. Es raro pensar que una vez el hielo fue mi lugar seguro y ahora no puedo ni pisarlo. Con los patines, claro. Nina dijo que iba a ayudarme, pero hace semanas que me ignora, al principio la llamé, le envié mensajes, incluso fui a su casa, pero se ha negado a hablar conmigo y yo he tenido que tomar cartas en el asunto. No puedo seguir ignorando el hecho de que sea incapaz de volver al hockey por miedo a caerme de nuevo.

Me coloco los patines y respiro hondo antes de entrar a la pista. Cuando lo hago siento que he dado un gran paso, tengo los dos patines sobre el hielo y es un logro importante. Doy unos pasos más, recordando las indicaciones que le di a Nina la primera vez que le enseñé a patinar. Lo estoy consiguiendo, estoy volviendo a patinar... Y entonces, recuerdo el accidente y todo se me viene encima, me caigo al suelo, dejando todo el peso en la pierna mala, el dolor es horrible, siento que de un momento a otro puedo quedarme sin la pierna. Puede que sea un exagerado, pero nunca sabes lo grave que puede ser algo hasta que lo es.

—¡Joder! —me tumbo bocarriba en el hielo, sintiendo el dolor colándose por mi cuerpo.

Quizás sea grave, pero no me importa. Sobre el suelo helado siento que duele un poco menos, una mínima parte, pero algo es algo.

—Demonios, Hugo —me incorporo y me encuentro a mi hermana con un chaquetón y un gorro de lana. Lleva un café en sus manos, que deja en las gradas cuando me ve tirado en el suelo—. ¿Qué haces ahí tirado? Hemos escuchado un ruido y he bajado corriendo.

¿Hemos? Una pizca de alegría me llena el pecho. Tiene que ser Nina, no puede ser otra persona, pero ¿por qué no ha bajado a ver qué ha pasado? La pizca de alegría desaparece en cuanto veo asomarse a Sonia por el gran ventanal que de la cafetería. Estaba claro que tenía que ser ella. Nina jamás vendría a verme, su maldito orgullo no le deja venir a decirme que demonios a pasado para que ahora me esté evitando.

—Me he caído intentando patinar y ahora no siento la pierna, ¿te parece buena explicación? Ahora déjame en paz.

—¿Pero tú quien te crees que soy? ¿Una de las tías con las que te acuestas? No me hables así, Hugo Baker, soy tu hermana y merezco respeto.

—Tienes razón, lo siento. Llevo unos días mal.

—Ese no es mi problema, no lo pagues conmigo porque yo solo intento ayudarte. Y ahora levántate, nos vamos al hospital.

Me vuelvo a tumbar en el suelo, como estaba antes. Siento un latigazo en la pierna al hacerlo, pero no lo demuestro, lo que menos quiero ahora es volver a un hospital por lo mismo que fui la última vez, prefiero vivir en la ignorancia a que me digan que nunca volveré a jugar hockey.

—Creo que paso.

—Hugo, por el amor de Dios, no seas idiota. O te levantas ahora o juro que llamo a mamá y sabes lo insoportable que se pone cuando se trata de nuestra salud.

Eso es lo que me basta para aceptar la mano que April me está ofreciendo y me levanto. Coloco el brazo sobre sus hombros y ella sobre mi cintura. Me ayuda a sentarme en el sillón y me quito los patines, al levantarnos volvemos a la misma posición y, al pasar por las gradas, recoge su café.


—Pinta feo, Hugo —dice Andrés, mi médico de confianza y, muy a mi pesar, el padre de Nina.

—¿Cómo de feo?

—Andrés, sé claro que te conocemos y eres muy exagerado. —Esa es mi hermana.

Él sonríe. Adora a mi hermana como a una hija, aunque diría que ha sido obligado de tantas horas y días que ha pasado en su casa, porque April de pequeña era muy insoportable, en el buen sentido, por supuesto.

—No es tan grave, pero no es bueno.

—Lo que mi hermano quiere saber es sí volverá a jugar al hockey.

—Tenemos que hacer una radiografía para asegurarnos —mira la pantalla de su ordenador y teclea algo, luego me mira a mi—. Hugo, no quiero hacerte ilusiones por si acaso, pero he de decirte que probablemente sí que podrás jugar al hockey. Si aquella lesión no pudo contigo, esto, que parece mucho menos, tampoco podrá.

Algo destella en mis ojos, una mezcla de miedo y felicidad. Me da miedo que de tantas veces intentándolo al final vaya a peor y no pueda jugar en la vida, pero por otra parte quiero volver a sentirme un alma libre mientras juego al hockey, siempre he sido yo en el hielo.

Salimos de la consulta del doctor Maddox y vamos hacia la zona de radiología. Por el camino no decimos nada, pero sé que mi hermana quiere preguntarme algo, lo noto en su mirada fija en el suelo, su silencio y esa lentitud al andar. Pero no le hablo, tengo la intuición de lo que quiere y es algo de lo que no me apetece hablar ahora mismo.

Cuando llegamos a la sala de espera se sienta y acerca la silla de ruedas en la que voy hacia ella. Mierda, va a hablar y cómo me pregunte algo de eso no podré huir. Aunque dicen que se pilla antes a un cojo que a un mentiroso, quizás pueda huir antes.

—Hugo, ¿qué os ha pasado?

—No creo que sea el momento, sobre todo porque estamos en un hospital.

—Ya. Da la casualidad que para los dos ningún momento es el perfecto para hablarlo y ya me he cansado. Sé que Evan y Brody lo saben, ¿por qué tengo que ser la última en saberlo?

—Es complicado, April.

Se ríe sin fuerza.

—¿Complicado? Lo saben dos de nuestros amigos, ¿qué tan complicado tiene que ser para qué ninguno haya confiado en mí para contármelo? Se supone que soy tu hermana y su mejor amiga.

Y ahí lo entiendo todo. Mi hermana siempre ha odiado que yo me llevara bien con sus amigas porque sabía que iban a sentir algo por mí y si algo salía mal su amistad se estropearía, lo que parece que ha pasado ahora con Nina, la única a la que me dejaba acercarme más de la cuenta y ser su amigo. He estropeado la relación con su mejor amiga.

—Siento haber roto tu amistad con Nina, entiendo que estés enfadada.

—No estoy enfadada. Joder, jamás podría estarlo, pero me decepciona que ninguno de los dos se atreva a contarme que os habéis enrollado.

Abro la boca sorprendido, las cejas se elevan casi sin pretenderlo, ¿lo sabe? ¿Cómo? Evan y ella son pareja y él la quiere más que a nada en el mundo, pero sé que jamás le contaría algo privado que yo le he dicho en confianza. Y, por lo poco que conozco a Brody, no creo que haga lo mismo con Nina, parece de fiar.

—¿Cómo te has enterado?

—Me lo acabas de decir tú —sonríe, orgullosa de haberme sonsacado la información, aunque algo que me dice que ya lo sabía de antes—. Además, sois demasiado obvios y, de casualidad, Sonia pasaba por allí, os vio y me lo contó.

Tendré que mantener una conversación seria con Sonia cuando vuelva a la pista. En esta isla son todos muy cotillas, siempre lo han sido, no sé por qué he pensado que sería diferente.

—¿Y no estás molesta?

Niega con la cabeza, sonriendo, aunque sigue siendo con una pizca de tristeza.

—Si os gustáis, adelante. No os lo voy a impedir, es la única amiga que jamás me ha importado que esté contigo, solo estoy decepcionada con los dos. Ninguno ha sido capaz de venir a contármelo cuando he aceptado en todo momento vuestra amistad —nos llaman para entra a la sala para hacerme la radiografía. April me lleva mientras sigue hablando—, ¿cómo podría obligaros a no ser amigos cuando desde siempre he visto como os mirabais? Independientemente de si es cómo algo más romántico o familiar —me deja en la sala y antes de salir vuelve a hablar—. No me importa que salgáis juntos, que os queráis acostar, enrollaros, ser pareja, hacer lo que os de la gana, pero prométeme una cosa Hugo.

—Claro, dime.

—No le rompas el corazón, alguien ya lo hizo una vez y, aunque no fue su intención, la dejó destrozada.

—Tenlo por seguro.

Al Jodido Fin Del Mundo {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora