32|| Perdieron la apuesta

83 6 0
                                    

Nina

Lo primero que veo al abrir los ojos son los brazos de Hugo alrededor de mi cuerpo, abrazándome como si temiera perderme. Duerme plácidamente, con la respiración pausada, parece que está en calma. El pelo lo tiene alborotado y las mejillas un poco rosadas, quizás por el calor que hace en la casa, Brody ha debido de poner la calefacción al máximo. No quiero moverme, estoy demasiado a gusto entre sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo. No sé si eso ha sido algo puntual o si realmente duerme con unos simples calzoncillos aun estando en invierno. Me giro con suavidad para estar frente a él y poder mirarlo sin dificultad, aun así me retiene con tanta fuerza que sus brazos ni siquiera se mueven ni siquiera un poquito.

Noto como va moviéndose poco a poco hasta que acaba abriendo los ojos y clavándomelos en los míos, sonríe al verme aquí, todavía junto a él. Me desarmo por dentro cuando lo primero que hace es darme un tierno beso, con suavidad, nada comparado con los de ayer.

—¿Cómo lo haces? —susurra con voz ronca, causa de que acaba de despertarse.

—¿El qué?

—Ser perfecta aun recién levantada.

Suelto una carcajada que él calla con un beso.

—Seguro que tengo el rímel por todo el párpado.

—Aun así, mocosa. Eres jodidamente preciosa.

—Pensé que no decías palabrotas.

Recuerdo que siempre había odiado las malas palabras, irónico sabiendo que cuando estaba en la pista solía soltar cualquier burrada por esa boca que tanto me gusta, y desde que había vuelvo no había dejado de escucharlo decirlas.

—Te dije que si la ocasión lo requería, sí.

—Deberíamos bajar a desayunar.

Hugo aprieta más el agarre, acercándome más a su cuerpo y colando su cara entre el hueco del hombro y la clavícula.

—Vamos a quedarnos un rato así.

Sonrío como una tonta enamorada. Y quizás es que eso sea yo ahora mismo porque joder, el tío del que me enamoré hace años está en mi cama ahora mismo y hemos dormido juntos y pocas veces el tío con el que duermes se despierta a tu lado. Acepto quedarnos un rato así, disfrutando del jodido momento más espectacular hasta que April me envía un mensaje preguntándome que si estoy bien o su hermano acabó matándome y por eso ninguno de los dos bajo a dormir al sofá, me pregunta si intentó matarme y al no poder se dio a la fuga, ¿qué clase de películas ve mi amiga? Está como una maldita cabra. Consigo convencer a Hugo para que nos levantemos y cuando lo hace empezamos a vestirnos, o más bien a cambiarnos de ropa porque anoche él único que acabó sin prendas fue él y ni si quiera sé en qué momento lo hizo. Abro mi mochila y empiezo a rebuscar alguna camiseta para ponerme. Rebusco y rebusco, pero no encuentro ninguna, hago memoria y... ¡Mierda! Me he dejado las que me iba a traer justo en mi cama, ¿cómo me las he podido olvidar? Las tenía al lado de lo que hay en la mochila.

Hugo se acerca a mí, poniéndome la mano en la parte baja de la espalda.

—¿Pasa algo?

—Se me han olvidado las camisetas, voy a pedirle una a tu hermana —me alejo de él para salir del dormitorio, pero su mano agarra mi muñeca con suavidad. Me acerca a él con un rápido movimiento y me deja caer en la cama, sentándome, mientras él rebusca algo en su mochila.

—Toma —me extiende una camiseta negra de manga larga, es ancha y bastante más grande que las mías, por lo que me va a estar enorme. Además, ponerme su camiseta significaría hacer real algo que todavía no hemos hablado y no quiero hacerme ilusiones—. ¿No te la piensas poner?

—Es solo que... —titubeo. ¿Cómo le dices a alguien que te mueres de ganas de ser algo más que un simple rollo o lo que sea qué tengáis pero qué también tienes miedo de que te haga daño? No puedes, no hay una forma de hacerlo.

Hugo se acerca a mí y se agacha para estar un poco más bajo que yo, me coge de ambas manos y me acaricia con el pulgar, transmitiéndome esa confianza que él siempre ha tenido para mí.

—¿Qué te da tanto miedo?

—Que he perdido la apuesta, porque no soy capaz de ser sólo tu amiga, Hugo, y me da miedo que tú sí puedas serlo. Pero también me da miedo que me vuelvas a hacer daño.

—Yo también he pedido la apuesta, tampoco soy capaz de ser sólo tu amigo. Y prometo que no te volveré a hacer daño. —Se levanta un poco para darme un beso en la frente y sonreírme luego—. Podemos intentarlo y ver a dónde nos lleva, algo así como un periodo de prueba.

—¿Un periodo de prueba? Me gusta.

Me levanto de la cama, sonriendo y me pongo la camiseta de Hugo mientras él no deja de mirarme, con una sonrisa demasiado grande que me encanta porque verle feliz no solo me pone a mí así de contenta sino que provoca una paz inmensurable en mi interior.

Bajamos a la cocina. Brody, April y Evan se quedan mirándonos con la boca abierta nada más vernos entrar, a Brody incluso se le cae la cuchara que llevaba en la mano. Intercalan miradas entre ellos y entre nosotros dos. Al ver la camiseta que llevo ya da muchas de pistas de lo que pudo pasar anoche cuando Hugo me siguió a la habitación después de una escena bastante rara.

—¿Qué pasó anoche? —nos pregunta Evan.

—¿No es obvio? Perdieron la apuesta —añade su novia, sonriendo como una tonta.

Jamás pensé que ella pudiera emocionarse con que su mejor amiga saliera con su hermano cuando siempre ha odiado que sus amigas se llevaran bien con él.

—¿Mi hermano quiere dejarme hablar con mi mejor amiga unos minutos o quiere retenerla a su lado?

—Puedo dejarte hablar con ella unos segundos si luego me la devuelves.

—No tengo intención de robártela, a no ser que le hagas daño, en ese caso te la voy a robar y me voy a encargar de que ella te rompa los huevos para que no puedas tener descendencia.

Suelto una carcajada, pero sigo a mis dos mejores amigos hasta el salón. Una vez allí me obligan a sentarme en el sillón mientras ellos me analizan, observándome desde más arriba al estar de pie.

—¿Eres feliz, Nina? —pregunta April.

—Vamos a intentarlo, no es nada oficial.

—Nina —pronuncia mi nombre con advertencia para que le responde a la dichosa pregunta.

Una no puede decir que es feliz si nunca ha experimentado algo así, la felicidad no puede provocártela estar con alguien, porque eso solo significa que confías plenamente en la otra persona y darle ese poder a alguien es peligroso. Peligroso porque le das todo el privilegio de romperte en mil pedazos. Supongo que la confianza se trata de eso, de darle ese poder a alguien sabiendo que no lo usaran en tu contra, pero aun así el miedo está presente.

A pesar de todo esto, se la respuesta como si la hubiera esperado años. Y saberla sin ni siquiera pensarlo me aterra.

—Sí. Lo soy.

—Pues eso es lo que importa.

—¿No queréis que os cuente lo que pasó anoche?

—Me muero de ganas de saberlo —responde Brody, ansioso porque le cuente con todo lujo de detalles mi noche con el buenorro de Baker, cómo él le llama.

—Yo no, no me interesa saber donde mete la polla mi hermano aun cuando lo haga dentro de mi mejor amiga.

—¡April! —me río—. No metió nada en ningún lado, por el amor de Dios.

—Aun así.

—Tomo nota para cuando sí lo haga.

April se tapa los oídos con las manos y empieza a gritar «Lalalala» hasta la cocina, evitando escuchar algo asqueroso de su hermano.

—No hicisteis nada, pero llevas su camiseta.

—Sí que pasó algo, pero no llegamos a eso —le digo a Brody devuelva a la cocina.

—Quiero saberlo todo.

—Te lo contaré cuando volvamos a casa.

Al Jodido Fin Del Mundo {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora