2|| Y su color favorito es el rosa

236 18 70
                                    

Nina

Quiero compensar a Graham el haber llegado tarde la reunión y no me apetece volver ya a la cafetería, April me conoce demasiado bien y en seguida notará que algo no anda bien, me preguntará y acabaré diciéndole que su hermano ha vuelto y no puedo hacer eso. Por eso decido llevarle a la mejor heladería que hay en Naike, está en el muelle y así aprovechamos y miramos el disfraz de Halloween, Graham quiere que vayamos conjuntados y su madre está encantada de la vida.

Subo a Graham al caballo y detrás lo hago yo, ahora sus amigos gritan emocionados porque quieren subirse a Max, pero como no, sus padres no les dejan. Nos vamos galopando hasta el muelle. Pedimos un helado de fresa y otro de chocolate y nos sentamos en una de las mesas de picnic que hay.

—Al nuevo entrenador le gustas. —Casi me atraganto con el helado al escuchar eso.

Sé que a veces Graham dice tonterías de críos y por eso suelo pasar de él, pero en esta ocasión no puedo. No cuando se trata de Hugo Baker.

—¿Qué estás diciendo, Graham?

—¡Es verdad! No ha dejado de mirarte.

Lo sé porque yo tampoco he dejado de mirarlo durante todo el entrenamiento. Y eso me cabrea mucho.

—Eso es porque nos conocemos, pero no le gusto.

—¿Conoces al nuevo entrenador? —Pregunta sorprendido, abriendo la boca muy grande.

Asiento, sonriendo.

—Antes vivía aquí, pero se fue.

—¿Y por qué?

—A cumplir sus sueños, supongo.

—¿Era ser entrenador?

Niego, con una sonrisa, recordando los buenos momentos de antaño.

Hugo Baker nunca quiso ser entrenador, él siempre soñó con ser el mejor jugador de hockey de la historia y era el mejor cuando estaba en el instituto, de hecho, en uno de los partidos, un ojeador lo vio y le dio la oportunidad de perseguir sus sueños y él no se lo pensó dos veces. Se fue a Canadá y se olvidó de todos. Ahora ha vuelto como entrenador y sé por qué, me lo contó April hace un par de meses. Su hermano sufrió un accidente que acabó con su carrera profesional, ahora se conforma con ser entrenador. Imagino, porque tampoco he hablado con él.

—Era ser el mejor jugador de hockey.

—Ese es mi sueño también, ¿acabaré cómo él?

Graham se ha terminado el helado y yo también por lo que nos levantamos, tiramos la basura en la papelera y caminamos por el muelle, en dirección a la tienda de disfraces.

—No es malo acabar siendo entrenador, solo es una opción para cuando el mundo te engulle por completo y no tienes otra opción de perseguir tus sueños.

—¿Se ha rendido?

Me encojo de hombros porque no tengo ni idea. No sé si él puede patinar o ese accidente le ha obligado a dejarlo.

Quizá solo tenga miedo de volver a caer. Quien sabe.

—Las personas son un mundo, Graham, es imposible saber qué se les pasa a todos por la cabeza.

—Tienes razón.

No tengo ni idea de si mi sobrino de seis años ha entendido eso o, simplemente, me está dando la razón como a los locos.

Entramos en la tienda y nos paseamos por todos los pasillos, que no son muchos, en busca del disfraz perfecto, tiene que ser uno bueno. Después de mucho insistir acabamos llevándonos uno de ángel y otro de demonio. Volvemos a subir al caballo y nos ponemos rumbo de vuelta a la cafetería, de seguro que Hugo ya habrá hablado con su hermana.

Al Jodido Fin Del Mundo {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora