10|| Puedes quedarte el tiempo que quieras

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Hugo

—Yo también quiero independizarme —se queja mi hermana mientras entra en mi casa una caja.

—Trabaja y lo harás —le reprocha mi madre.

—¿Y qué te crees que hago en la cafetería?

—Me refería a un buen trabajo en el que te paguen bien. No me malinterpretes, hija, quiero mucho a Nina, pero no te paga lo suficiente como para poder comprarte una casa ahora mismo.

—Es el primer trabajo de April y trabaja en una cafetería donde solo está ella y la jefa, es normal que no pueda comprarse una casa ahora, en esta isla son carísimas, yo cuando empecé a ganar dinero con el deporte tampoco podía comprarme una casa y ahora sí, todo tiene su esfuerzo, mamá. —No sé por qué, pero he visto necesario defender a Nina aun cuando no está aquí.

Sé qué mi madre dice que quiere mucho a la mejor amiga de su hermana, pero no puedes decir eso y luego ir convenciendo a tu hija para que deje el trabajo, porque dejándolo, no solo está dejando un trabajo, sino que está dejando tirada a una chica joven, que dirige su propia cafetería y que solo tiene de camarera a su mejor amiga. No tiene sentido lo que dice mi madre. Mira que he intentado llevarme mejor con ella por lo que dijo Nina, pero me es imposible porque a veces tiene unos comportamientos de madre que no me gustan nada.

—Me gusta mi trabajo, mamá. Además, puedo entrar cuando quiera y no tiene problema en que llegue tarde, luego cuando ella se tiene que ir a llevar a su sobrino a los entrenamientos me ocupo yo de la cafetería, así funcionamos bien.

—¿Ves qué el problema no es el trabajo, sino tu hija? —añade mi padre, que acaba de entrar en casa con dos cajas más. Ellos se han ofrecido a ayudarme con la mudanza, a pesar de que no están muy contentos con ello, de todas formas, tampoco lo estaban cuando me mude a Estados Unidos, pero supongo que mis padres nunca estarán orgullosos de mí. Soy el fraude de esta familia, él que dejó en la isla a su familia y se fue a cumplir sus sueños, pero falló en el intento.

—Voy a seguir trayendo cajas, paso de que sigáis criticándome por ayudar a mi mejor amiga en su sueño.

—¿Dónde queda el tuyo, April?

Mi hermana no le responde a mi madre, tan solo la mira con cara de pocos amigos y sale de casa para traer más cajas. Mis padres no lo saben, pero yo sí, porque a pesar de estar lejos he hablado de vez en cuando con mi hermana y me lo ha contado. Ella no sabe que quiere hacer, tiene muchos frentes abiertos, pero ninguno le convence del todo y por eso, mientras se decide, ayudar a su mejor amiga en su sueño.

—Creo que has sido un poco dura con ella, mamá.

Frunce el ceño, odia que le digan que se ha pasado con sus hijos porque, según ella, es su deber como madre preocuparse por su fututo.

—¿Dura por preocuparme por el futuro de mi hija? —Lo que decía—. Perdóname por intentar ser una buena madre.

Mi padre está en una esquina, mirándonos a los dos, pero sin intervenir, sabe que es mejor dejarnos con nuestra discusión, nunca llegamos a las manos, mi madre puede ser un poco pesada y no entiende muchas cosas, pero no es una mala madre y jamás pegaría a sus hijos, siempre nos reñía si matábamos a una mosca.

—Mamá, no me refería a eso. A veces no te das cuenta y te pones muy pesada con el tema del futuro, April siempre ha tenido las cosas claras, déjala por una vez respirar. Ella es independiente y sabe parar a tiempo cuando algo no le gusta, ¿no crees que si no fuera feliz en la cafetería se habría ido ya? —suspiro. Miro a mi padre y el me lanza una mirada de apoyo—. ¿Nunca tuviste una mejor amiga de la infancia?

—Claro que la tuve —escupe, ¿qué le paso con su mejor amiga? Nunca la he oído hablar de ella y parece molesta al recordarla.

—¿Y no sentías la necesidad de apoyarla en todo momento?

—Sí, pero nunca me alejé del camino correcto.

—¿Y cuál se supone qué es?

—El de encontrar el mejor futuro.

—Paso, es imposible hacerte entrar en razón. Soy un anfitrión horrible, pero os voy a invitar a iros, gracias por vuestra visita.

Voy hacia la puerta, con claras intenciones de echarlos. He deseado mucho tiempo hacer eso, pero no podía porque vivía bajo el techo de mis padres. Escucho como mi padre le dice a mi madre que salga, ella rechista, pero acaba saliendo de la casa, se ve que cuando se monta en el coche le dice algo a mi hermana porque se baja del coche y da un portazo a la puerta, demostrando que está enfadada, coge las dos últimas cajas que quedaban y se viene hacia donde estoy yo.

—¿Puedo quedarme un rato aquí? Mamá está insoportable hoy.

—Puedes quedarte el tiempo que quieras, April.

Cojo una de las cajas que lleva y le doy paso para que entre en casa, cierro la puerta tras de mí y nos sentamos en el suelo del salón, rodeados de las cajas. Con mi hermana aquí, desempaquetar las cajas va a ser mucho más fácil y rápido. Empezamos por la que pone «cocina», April va dándome las cosas mientras que yo lo voy acomodando todo en los armarios y encimera. Insiste en que pongamos música y cómo es la pequeña, siempre acaba saliéndose con la suya. Al terminar con la cocina pasamos a la caja del salón y así seguimos hasta terminar con la de «cosas varias». No sé por qué he traído esta caja, no la he abierto desde que metí las cosas el día que volví a la isla, ni siquiera sé que hay en ella, y me arrepiento de que mi hermana abra la caja en el momento en el que saca una fotografía, es en blanco y negro y está un poco estropeada, pero se ve perfectamente quienes son. Mi hermana sostiene la foto en sus manos, pero está estática, con la mirada fija en el papel, noto como parece que quiere llorar, pero no lo hace, se mantiene fuerte.

—¿Por qué tienes esto? —murmura sin mirarme.

—La hice una tarde de verano, es bonita, ¿verdad?

—Lo es, pero no sales tú, ¿por qué la guardaste?

—Nunca tuve la oportunidad de dársela, y a ella —digo señalando a la anciana— ya no puedo dársela.

Mi hermana quiere llorar porque es una fotografía de nuestra abuela, que falleció hace muchos años, y de Nina y April bailando en el jardín de nuestra casa, la abuela las mira sonriendo, su nieta y la mejor amiga de ella eran de las pocas personas que conseguían hacer reír a nuestra abuela en sus últimos meses. No soy ningún fotógrafo profesional, ni me gusta la fotografía, pero esa, sin duda transmite muchas cosas, quizá solo lo haga para aquellos que conocen la historia, pero no todas las personas son capaces de entender el arte, por eso no me importa que les parezca una simple fotografía.

—Deberías dársela. Nina sufrió mucho con la muerte de su madre y luego con la de nuestra abuela, le gustara verla.

—No entiendo cómo puede afectarle la muerte de alguien que no es de su familia.

Mi hermana sonríe.

—Ella es así. Y la muerte de la abuela le afectó a muchas personas, era muy querida en la isla.

Al Jodido Fin Del Mundo {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora