37|| Hasta el jodido fin del mundo

72 4 0
                                    

Nina

April, Brody y yo estamos sentados en una zona que nos han reservado los chicos, algo así como un cubículo cuadrado con tres sillas y una mesita muy mona, desde nuestra posición tenemos una vista bastante buena de la pista en general y de los chicos ya que estamos al lado del banquillo de los «Dragones helados». No dejo de mirar a Hugo, quiero asegurarme de que esté bien, pero tampoco quiero ser una pesada e invadir su espacio.

El partido da comienzo y el disco no deja de deslizarse por toda la superficie helada, de un lado a otro, siendo perseguido por los sticks de cada miembro de ambos equipos, por el momento van cuatro a dos, ganando el contrario. La mayoría de los que estamos aquí venimos por parte de nuestro equipo y se nota porque solo se escucha «¡A por todas Dragones helados!» o «¡Este año es el vuestro Dragones helados!» y las pancartas que hay con los colores del equipo también ayudan a saber que hay más de nosotros que de los contrarios. Estamos en casa, no podemos perder. No este año teniendo a uno de los mejores en el quipo y sí, me estoy refiriendo a mi novio. Los padres también están aquí, como mi hermana y su marido están llevando casi todos los días a mi sobrino a los entrenamientos a penas los veo y no se han dado cuenta de que ha surgido la chispa entre el entrenador de sus hijo y yo. Se han dado cuenta ahora, cuando me han visto llegar cogida de la mano de él y con su primera camiseta puesta. Llevo su nombre detrás, junto a su número y eso llama la atención de todas las chicas, incluso de alguna exnovia de Hugo.

April me da un codazo en el brazo, vuelvo a la realidad y la veo observándome con una sonrisa en la cara de oreja a oreja. Miro el marcador y seguimos igual. Joder, estoy en tensión, todos los años me pone nerviosa ver este partido, pero este año más todavía porque es el primero de Hugo en meses, y el primero en años que vuelve a jugar con el equipo que le vio crecer.

—¿Qué problema tienes? —le digo con la mirada clavada en el disco.

—Habéis llegado de la mano y llevas su camiseta.

—Eso hacen los novios, ¿no?

Sonrío cuando mi mejor amiga abre la boca y los ojos como si acabara de decir una primicia y ella fuera una periodista, le da un puñetazo a Brody para llamar su atención y le cuenta lo que yo acabo de decirle, él hace el mismo gesto.

—¿Por fin se ha decidido? —se interesa Brody.

Asiento.

—Me ha dicho que quiere pasar el resto de su vida conmigo, creo que me he enamorado más de lo que ya estaba, chicos.

—Sois tan monos. Mi hermano y mi mejor amiga están juntos, por fin estás en la familia, tía, ya era hora.

Abro la boca para decir algo, pero todo el público empieza a gritar, no sé si emocionados o enfadados, por lo que miramos al frente e intentamos averiguar qué ha pasado. Los contrarios han vuelto a marcar, eso ha pasado, ahora van seis a dos y toca descanso.

—No pasa nada, es el primer periodo, todavía quedan dos más, que no cunda el pánico —intento mantener la paz en nuestro cubículo, pero es imposible. El equipo contrario ha venido a matar y no podemos permitir eso.

April se levanta de su silla, furiosa al parecer, y abre la puerta del cubículo.

—A ver, panda de inútiles —se dirige a los «Dragones helados»—, ¿es qué no estáis viendo la paliza que os están dando en vuestra casa? Tenéis que ir a matar. Entrenador diles algo.

—April tiene razón, ellos van a matar, no podemos jugar como hemos estado haciéndolo hasta ahora, tenemos que ir un paso por delante, hacerles creer que saben nuestra jugada y atacar.

Mi mejor amiga se limpia las manos como si hubiera hecho un trabajo super duro y se echa el pelo hacia atrás en un gesto de egocentrismo. Vuelve a sentarse donde estaba antes.

—Mi trabajo está hecho.

—Pues más te vale que funcione.

—No seas gafe, Brody.

El partido continúa, es el segundo periodo y nuestro equipo parece que les está haciendo creer el contrincante que van ganando, sonríe con satisfacción hasta que Evan marca, seguimos estamos seis a cuatro, pero creo que ahora van a por todas y tienen posibilidades de ganar.

El partido sigue así durante los veinte minutos del segundo periodo, ninguno de los dos marca hasta los últimos cinco minutos, que quedan empatados seis a seis. Los contrincantes miran a los nuestros con caras largas, se les veía muy contentos, ya era hora de que se comieran con patatas sus sonrisitas de satisfacción. Mi padre solía decirme que no celebrara la victoria antes de que ocurriera porque podías tragarte tus palabras y eso es lo que les ha pasado a ellos. Ahora su entrenador les está echando la bronca por bajar la guardia.

El tercer periodo da comienzo, los contrincantes marcan, pero no vuelven a hacerlo en los minutos que les siguen, ganándose así miradas de desaprobación de su entrenador. Los «Dragones helados» no dejan de marcar, pero por detrás les siguen los otros, el partido está reñido. Por el momento solo han sacado al banquillo a dos personas, una de cada equipo. Son los últimos diez minutos y han empatado, quien consiga marcar ganara y pasara a participar en el campeonato, me caen los sudores como si yo estuviera jugando.

—No sé si quiero mirar —dice Brody tapándose los ojos con las dos manos—. Mejor miro.

Los tres nos hemos dado la mano, nerviosos por esos últimos minutos. El disco lo lleva el equipo contrario, pero Evan se lo quita en un descuido de ellos, nosotros tres nos levantamos y nos pegamos al cristal del cubículo, observando más de cerca el momento. Evan le pasa el disco a Hugo quien sortea a todos con facilidad, está a punto de lanzar a portería, siento que los minutos se vuelven horas, que todo pasa demasiado lento, me tiembla todo al igual que a April, sigo teniendo su mano agarrada con la mía y no deja de moverse. Lanzo una mirada rápido a las gradas y veo que todos están levantados, desesperados por ver quien ganara. Hugo se prepara para lanzar y... Joder, marca. ¡Hemos ganado! Los «Dragones helados» participan por primera vez la competencia que tanto tiempo llevan persiguiendo.

April, Brody y yo damos saltos y gritamos eufóricos por haber ganado. Veo como Hugo se acerca a mí y me da un golpe en la puerta del cubículo, salgo y antes de poder dar un paso más ya tengo su brazo rodeando mi cuerpo y dejándolo caer un poco para intensificar el beso que me está dando. Al separarnos él no deja de mirarme con un brillo que siento especial en sus ojos, como si yo fuera la persona más importante de su vida. Y no quiero sonar egocéntrica, pero sin duda creo que lo soy.

—Eres tan perfecta, mocosa —susurra.

—Te quiero, Hugo, hasta el fin del mundo.

—Hasta el jodido fin del mundo, Nina.

Al Jodido Fin Del Mundo {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora