40|| Siempre conseguía encontrarte

84 4 0
                                    

Hugo

Esta mañana April y yo hemos ido a casa de mis padres para aclarar ciertas cosas y pararlos los pies. Ya somos adultos y no queremos que ellos estén tan pendientes de nosotros y que nos estén diciendo lo que tenemos que hacer.

Después de mucho hablarlo con mi hermana, al final ha accedido a que hablemos con ellos. Los dos estábamos muy nerviosos pero ha salido bastante bien, ella le ha dicho que había tomado la decisión de estudiar enfermería como soñaba cuando era tan solo una niña de cinco años. Mi padre se ha emocionado mucho, mientras que mi madre le ha dicho que ya era hora de que se decidiera. Ahí ha sido cuando hemos hablado seriamente con ellos y le hemos contado todas las inseguridades que teníamos en cuanto a ellos.

Hemos acabado comiendo juntos y riéndonos, como una familia de verdad. No ha sido fácil, pero al final mi madre ha entrado en razón y hemos podido llegar a un punto medio. Ellos están contentos de mi relación con Nina y me han pedido que le diga que si algún día necesita ayuda en la cafetería ahora que April empezará la universidad en septiembre, que se lo diga y ellos van encantados. La adoran, siempre lo han hecho aunque les ha costado porque decían que era una niña muy rara, una familia en general, su padre a penas le dejaba hacer muchas cosas, pero eso ha cambiado. O, a Nina se la suda y hace lo que le da la gana ahora que es adulta.

Ahora estoy apoyado en mi coche, escribiéndole a la pesada de mi hermana que me está pidiendo fotos, mientras espero a que mi novia salga de casa. Vamos a ir a un mirador muy chulo que tiene nuestra isla y desde donde se ve toda Naike, con sus luces y maravillas que solo se pueden apreciar desde lo alto. Ha entrado en el nuevo año con un poco de bajón y quiero arreglarlo, no soporto ver esa cara de tristeza que tiene. Cheeto, su gato naranja, está enfermo y teme que no lo aguante y se vaya, el veterinario le ha dicho que es muy probable que solo sea un resfriado y que por eso tiene las defensas un poco bajas, pero Nina está muy preocupada. Me ha costado mucho convencerla de que venga conmigo hoy.

La veo salir de la casa, diciéndole adiós a Cheeto y a Pumpkin con la mano. Me sonríe al verme y cuando llega a mi altura me besa, parece estar más animada y eso me alegra. Se monta de copiloto y espera a que yo me suba al coche para conectar su móvil al altavoz y poner música.

—Te veo animada —apunto.

—Porque lo estoy. —Veo como sonríe mientras elige la música—. Cheeto se levantado y ha estado jugando un rato con Pumpkin, aunque se ha cansado rápido, pero ya come y todo.

—¡Ves! Te dije que solo necesitaba descansar.

—No estaré del todo segura hasta que vea que está cien por cien sano y salvo.

Asiento y arranco. Salimos del camino de piedras hasta la carretera y pongo rumbo al mirador. Queda al otro lado de la isla, pero merecerá la pena. Antes, cuando vivía aquí y necesitaba pensar o aclarar mis ideas siempre iba allí, es un lugar espectacular. No dejo de lanzarle miradas a Nina de vez en cuando, miradas fugaces porque sigo conduciendo y prefiero mantener la vista en la carretera.

Llegamos al mirador diez minutos después y antes de bajarnos del coche mi novia ya está abriendo la boca, sorprendida. Incluso se baja antes que yo. Le doy la vuelta rápido al coche para quedar con el maletero hacía el otro lado. Me bajo del coche y me sitúo junto a Nina, cogiéndole de la mano.

—Ven —le digo, arrastrándole por todo el lugar. La llevo hasta una zona, un poco más alejada y en la que no nos quedaremos mucho. Hay una barandilla de madera donde podemos ver muchísimo mejor un pequeño riachuelo que se ha formado por la lluvia y que es precioso.

Volvemos al coche una vez que ella ha hecho un par de fotos. Abro el maletero y se deja ver una manta y bolsas de palomitas de varios sabores, entre ellos caramelo y fresa. Nos subimos, uno al lado del otro, pegados, y disfrutamos del atardecer y de la paz que se respira aquí arriba. Los pájaros cantan y algún que otro búho suena cuando está anocheciendo más.

—He estado pensando —dice de repente.

La miro, parece seria, pero su tono de voz me confirma que solo está nerviosa por lo que va a decirme.

—¿En qué?

—Parece que lo nuestro está funcionando...

—Por supuesto que sí —la interrumpo.

Ella me da un golpe en el hombro, haciéndome reír.

—¿Y sí vivimos juntos? —suelta, como si no acabara de dar un gran paso en nuestra relación. Si hubiera llevado en la boca seguro que me hubiera atragantado—. Solo si quieres, es una idea que se me ha pasado por la cabeza.

La agarro de la mano y la miro a los ojos.

—No se me ocurre un plan mejor que ese, mocosa.

—¿Enserio?

—Te amo y sé que lo nuestro va a funcionar para toda la vida, vivir juntos sería una puta locura que estoy dispuesto a hacer si es contigo.

Nina suelta una carcajada al escucharme decir una palabrota. Soy un tío grande, alto y un jugador de hockey, la gente suele creer que somos violentos, pero a mi no me gustan decir esas palabras, son feas y mis padres siempre me han enseñado que es de mala educación decir palabrotas, pero a veces me sale sin quererlo.

—¿Y en qué casa viviremos? —pregunta.

—Lo idea sería en tu casa, ¿no? Ya tienes todo allí, has formado una vida allí y tienes todo lo necesario, incluso un establo para tus animales. Yo no tengo tanto en mi casa, como ya sabes, me mude hace unos meses y tampoco es que tuviera muchas cosas.

—Pues es mi casa, solucionado.

—A problemas, soluciones, mocosa. Por eso he tomado una decisión.

Se mete una palomita de fresa a la boca y me mira esperando a que hable, aunque mastica lenta, sorprendida porque haya tomado una decisión tan repentina.

—Ya he pagado mi casa y mi hermana quiere independizarse, le dejo la casa a ella y a Evan, para que vivan juntos si es lo que quieren.

—Mírate, cuando llegaste aquí no soportabas la idea de ver a tu mejor amigo con tu hermana pequeña y ahora hasta le vas a dejar tu casa para que vivan juntos, ¿qué te ha hecho cambiar de opinión?

Me encojo de hombros, sonriendo.

—Qué me enamoré de alguien menor que yo.

—¿Ah, sí? ¿Y te gusta mucho?

—Más que nada en el mundo, de aquí hasta el infinito diría. Me vuelve loco cuando sonríe o cuando toca el piano —no sé que se me pasa por la cabeza, pero quiero decirle que la observaba cuando tocaba el piano—. ¿Sabes qué solía mirarla a escondidas cuándo tocaba el piano? Creía que era perfecta.

Abre los ojos, sorprendida por lo que acabo de decirle, un secreto que no se lo había contado nunca a nadie, ni siquiera a Evan y se lo contaba todo. Me daba miedo sentir cosas extrañas cuando la miraba, ahora sé que era porque se estaba cultivando una mor por ella, aunque por aquel entonces lo confundía con un amor fraternal. Ahora me doy cuenta.

—¿Me mirabas?

—Todo el tiempo, era fácil hacerlo. Quiero decir, siempre conseguía encontrarte aun cuando te escondías, creí que era porque te consideraba una hermana pequeña, pero estaba muy equivocado, porque ahora sé que jamás sentí lo mismo por ti como por April, lo que sentía por ti iba más allá de eso, pero pensaba que era por costumbre. Siento no haberme dado cuenta antes.

Sonríe. Deja caer su cabeza en mi hombro.

—No pasa nada, igual me alegro de que no te dieras cuenta antes, siento que no estaba preparada para eso. Te acabarías yendo tarde o temprano y nuestra relación hubiera acabado, y eso sería mucho más difícil de recuperar que qué me rompieras el corazón sin saberlo.

—Estábamos destinados, mocosa.

—El destino lo ha querido así y ha sido tiene que ser.

****

Amigas!!! No se como sentirme... el jueves es el último día en el que publico capítulos, el jueves se publica el epílogo. No estoy preparada para dejarlos ir, y vosotras?

Al Jodido Fin Del Mundo {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora