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Shouta dormía cómodamente en su cama después de tantas cosas vividas en apenas unos días, aún le era complicado el obligar a su mente dormir profundamente sabiendo que cinco días atrás no sabía siquiera si sobreviviría a la guerra. Sus alumnos habían sobrevivido sin embargo quedarían marcados de por vida por las heridas y el trauma de la situación, inclusive el que tenía treinta años tenía pesadillas, no quería imaginar a sus alumnos que no pasaban de los diecisiete años.

Su esposa se había encargado de proteger su sueño, dejándolo dormir la mayor parte del tiempo y mimandolo con comidas suaves y sus favoritas.

Abrió sus ojos en medio de la oscuridad de la habitación, viendo que de entre los huecos de las cortinas se veían los rayos de sol, alzó una de sus manos tocando un poco de la luz y suspiro.

Finalmente, estaba en casa.

- Shh, Eri.

La risita de su hija mayor le hizo salir de sus pensamientos, observo la puerta y pronto decidió hacerse el dormido curioso de lo que harian a continuación. Escuchó la puerta abrirse y los pasos torpez de la niña junto con la risita de su esposa y el dulce olor de un pan.

Abrió los ojos cuando sintió un peso en el pecho, y sonrió al reconocer a su gato Nero ladrando la cabeza y ronroneando.

- También te extrañe amigo.- Susurro acariciando su cabeza.

- No es justo! Nero! Yo sería la que lo despertaría!- se quejo Eri sentándose a orillas de la cama, Teruko sonrió dejando un pedazo de pastel al lado de su esposo que les miro en silencio.

- Nero no puede decir buenos días, tu si.- Comento Teruko recostandose al lado de su esposo, Eri jadeo y sonrió emocionada lanzandose a los brazos de su padre.

- Buenos días! Papá Shouta!

Shouta sonrió abrazándola con fuerza contra su pecho y beso su cabeza sintiendo sus ojos cristalizarse, hacia poco que Eri había comenzado a hablarle de esa manera y cada que lo hacía quería soltarse a llorar.

Teruko tomo a Nero entre sus brazos para dejarlos abrazarse con más comodidad y el felino se acurrucó en su pecho pero tras varios segundos sintiéndose incómodo salto de sus brazos y corrió fuera de la habitación, Eri se removió de los brazos de Shouta.

- No, dame cinco minutos más.- Pidió el negándose a dejarla ir, Eri nego pataleando haciéndolos reír.

- Quiero ir con Nero, deje mi desayuno en la mesa! Se lo va a comer!- Chillo con pesar, Shouta la soltó dejándola correr fuera de la habitación para rescatar su desayuno.

- La héroe de los desayunos.- Canturreo Teruko probando el betún del pastel.- Dios, me dedicaré a la repostería.

- Que no era mío?

- Tu lo dijiste, era.- Sonrió divertida besando sus labios, apenas un roce dejándole un poco de betún para que lo probará.

- ¿Como vas con los antojos?- Pregunto curioso dejando que ella comiera el pastel, desde que había vuelto se dió cuenta de que Teruko tenia cierta fascinación por los dulces y amaba verla feliz con sus ojos brillantes al comer. Relamio sus labios probando el betún que ella había dejado en ellos y sonrió.

- Mejor, pero mi debilidad son los pasteles. Voy a engordar enormemente.- Lloriqueo mientras masticaba, Shouta sonrió.

- Por mi no habrá problema y lo sabes, estoy jodidamente enamorado de ti y no importará lo mucho que cambies por nuestro bebé, seguire estando junto a ti pase lo que pase.

Teruko sonrió su nariz y limpio sus lágrimas, había estado más que sensible desde hacía días y cada que veía a su esposo sentía su corazón acelerarse como cuando era adolescente, estaba mas que feliz de tenerlo de vuelta en casa y escucharlo decir esas cosas aceleraba sus emociones.

FeelingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora