24✨

360 58 14
                                    

Los omegas comenzaron a entrar en la casa, decididos a dejar de usar los parches de olor en su vida diaria. Habían estado haciéndolo durante mucho tiempo para mantener cierta distancia con los alfas, pero ahora buscaban vivir de manera más auténtica. Su aroma natural se extendió por la casa como una suave brisa, llenándola con una sensación de libertad recién descubierta.

En el segundo piso, los alfas notaron de inmediato el cambio en el ambiente. Estaban hablando de cosas triviales cuando, de repente, se quedaron en silencio. Sintieron una urgencia inusual y bajaron las escaleras apresuradamente, casi tropezando en su prisa por llegar abajo.

Daichi, quien ya se encontraba allí, vio a Sugawara en la sala de estar. Suga lo miró con sorpresa y algo de temor en sus ojos, pero Daichi le sonrió, intentando transmitirle tranquilidad, lo que hizo que el omega suspirara aliviado.

En ese momento, un grito rompió el silencio.

—¡Hinata, tonto! —resonó la inconfundible voz de Kageyama mientras bajaba las escaleras a toda velocidad, guiado por el aroma del omega.

Kageyama irrumpió en la sala y sus ojos se encontraron con los de Hinata, quien estaba de pie en el centro de la habitación, sorprendido por toda la agitación. Antes de que Hinata pudiera reaccionar, Kageyama lo abrazó con fuerza, como si quisiera asegurarse de que estaba bien.

—No me vuelvas a preocupar así… ¡y contesta el teléfono de una vez! —le reprendió Kageyama, dándole un ligero golpe en el hombro.

—¡Auch! —se quejó Hinata, frotándose el hombro—¿Por qué no puedes ser solo cariñoso? Siempre tienes que ser un poco brusco también —añadió, haciendo un puchero, aunque una sonrisa comenzaba a asomarse en su rostro.

Los demás alfas y omegas observaban la escena con alivio y diversión. Habían pasado por mucho juntos para llegar a este punto, y la decisión de dejar atrás los parches de olor era solo el primer paso hacia una nueva forma de vivir, más abierta y honesta. La casa, que alguna vez había sido un lugar lleno de reglas y restricciones, ahora se llenaba de la promesa de un futuro diferente, donde todos podían ser ellos mismos sin miedo.

Poco a poco, los demás comenzaron a bajar las escaleras y a unirse al grupo en la planta baja. Bokuto fue directo hacia Akaashi y lo envolvió en un abrazo cálido, expresando cuánto lo había extrañado. Lev, con su habitual entusiasmo, hizo lo mismo con Yaku, aunque solo recibió un golpe ligero del más pequeño. A pesar de todo, Lev sonrió ampliamente, feliz de estar cerca de Yaku, quien también había echado de menos a su "poste con patas".

Kuroo, por su parte, se quedó un poco indeciso en la escalera, sin saber si debía acercarse a Kenma o no. Iwaizumi, siempre atento a los sentimientos de sus amigos, puso una mano firme en el hombro de Kuroo y lo empujó suavemente hacia el omega. Kuroo le agradeció con una sonrisa antes de dirigirse a Kenma.

—Hey, Kenma… —dijo Kuroo, un poco inseguro, rompiendo el silencio.

—Kuroo… —respondió Kenma, mirándolo a los ojos. Se quedaron así, en silencio, observándose, como si intentaran decirse todo lo que sentían sin necesidad de palabras.

Kuroo, nervioso, se pasó una mano por el cabello. Quería decir algo significativo, pero las palabras no le salían. Finalmente, decidió ser honesto.

—Te he echado mucho de menos —dijo en voz baja, su mirada fija en el suelo.

Kenma asintió lentamente, sus ojos reflejando una mezcla de emociones.

—Apenas pasó una semana desde que nos vimos, pero... Yo también te he extrañado —admitió Kenma, con su voz suave, apenas un susurro.

"Betta splendens"(omegaverse)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora