El señor King está expectante para ver cómo van los progresos.
— Los objetos necesarios para detectar puertas traseras serían dispositivos compactos y altamente sofisticados que integren múltiples sensores y tecnologías de detección. Podría ser algo similar a dispositivos portátiles o unidades estacionarias, diseñados para ser fácilmente transportables y desplegables en diferentes ubicaciones. Estos dispositivos podrían tener una carcasa robusta para proteger los componentes internos y una interfaz de usuario intuitiva para operar y analizar los datos recopilados. En cuanto a la forma específica del objeto, podría variar dependiendo de los detalles de diseño y las tecnologías involucradas. Podría ser similar a un detector de metales portátil, un dispositivo de escaneo con múltiples antenas o sensores, o incluso un pequeño dispositivo montado en un dron o vehículo no tripulado para explorar áreas remotas o de difícil acceso. Pero llegamos a la conclusión de que sería mejor algo más común, que pase desapercibido como un teléfono móvil, un reloj de muñeca o un anillo —expuso Sabela.
El señor King se queda unos minutos en silencio, con cara de pocos amigos. Los tres teóricos ya estaban un poco incómodos por la situación.
— ¿Y cómo vais a hacer para meter esa tecnología en esos objetos? —preguntó.
— 1. Teléfono móvil: Un teléfono móvil podría ser adaptado con sensores y algoritmos especializados para detectar anomalías espacio-temporales. Se podría diseñar una aplicación específica que utilice los sensores del teléfono para detectar cambios en el tejido del espacio-tiempo y proporcionar alertas o información sobre la ubicación de las puertas traseras. 2. Reloj de muñeca: Un reloj de muñeca podría integrar sensores de detección y una pantalla para mostrar información relevante sobre las puertas traseras detectadas. Este dispositivo podría funcionar como un detector discreto que los usuarios puedan llevar consigo en todo momento. 3. El Anillo: Un anillo podría ser equipado con tecnología de detección y comunicación para alertar al usuario sobre la presencia de puertas traseras. Este dispositivo podría ser una opción discreta y elegante para aquellos que deseen llevar un detector de puertas traseras en forma de joyería —dijo Sabela.
El señor King se levanta de la silla como un resorte. Sabela, Natalia y Nicolás se quedan mirando con cara de asombro. El señor King le da un abrazo a Sabela y comenta:
— Ya sabía yo que con ustedes se puede contar. Ahora, si me disculpan, voy a reunirme con los inversores.
Sabela iba a decir algo, pero de repente Natalia le tira de la bata hacia abajo de manera sutil para que solo Sabela se diera cuenta. Sabela mira a Natalia con cara de pocos amigos. En cambio, Natalia le echa una mirada como diciéndole que no fuera tan impulsiva. Cuando sale el señor King por la puerta, Sabela le dice a Natalia:
— ¿Qué haces?
— Salvarte el pellejo. Si le llegas a decir que eso eran conjeturas, sabe Dios qué nos haría. Ahora seguimos trabajando, y si los inversores sueltan más pasta, mejor para nosotros. ¿No?
— Bueno, visto así.
Los tres físicos teóricos siguieron trabajando. Desarrollaron unos sensores y tecnología de detección nunca antes vistos. Gracias a que Nicolás también tiene un doctorado en informática, se ocupó de hacer un desarrollo de hardware y software innovadores para el proyecto. Llevaron a cabo la fabricación de prototipos y, al final, realizaron pruebas y ajustes. Ya habían conseguido lo complicado, en teoría, ahora tenían que ver si funcionaba. Fueron hasta una sala aislada muy apropiada para ese experimento. Sabela tendría el móvil, Natalia el reloj y Nicolás el anillo. Cada uno probó sus objetos y sin ningún resultado positivo. Les hicieron algunos retoques y se dieron cuenta de que tenían que ir a buscar las puertas traseras, después hacer un mapa para saber dónde están y poder viajar seguros.
Días después de dar los últimos retoques a los objetos, salieron a la calle en busca de puertas traseras. La idea les parecía muy educativa y emocionante. Pasaron las horas y no encontraron nada; la desesperación comenzó a notarse en sus ánimos. Cuando ya todos daban por perdido, en un callejón encontraron una. O eso parecía, los sensores de los tres no paraban de avisar de que había algo allí. Sabela, Natalia y Nicolás se miraron, pero ninguno se atrevía a dar el siguiente paso. Miraban el muro sin entender cómo, en teoría, había una puerta trasera. Sus corazones latían a mil por hora. Nicolás parecía que iba a dar el paso, pero Natalia se le adelantó y, sin pensarlo, cerrando los ojos, fue contra la pared. Cuando los abrió, ya no estaba en ese callejón, sino en una pradera. Comenzó a gritar los nombres de Sabela y Nicolás, pero sin éxito. Natalia estaba aterrada de miedo. Se dijo a sí misma que eso era producto de su imaginación y que las puertas traseras no existen. Cuando se tranquilizó, observó mejor el sitio donde estaba y vio a lo lejos una casa. Sin pensarlo, se dirigió hacia ella. Llegó a la entrada, subió cuatro peldaños de escaleras y llegó al porche. Llamó a la puerta, esperó un minuto y volvió a llamar, pero tampoco obtuvo respuesta. Se le ocurrió entonces tocar el timbre, pero aún así nadie salió de la casa. Decidió explorar la zona para ver si encontraba a alguien. Como no encontró a nadie, se dirigió al pueblo más próximo. Después de dos horas de caminata, llegó al pueblo, donde tampoco había muchas opciones. Se acercó a una floristería.
Aquí tienes el texto corregido:
— Hola, buenas. ¿Me podría decir dónde estoy, por favor? — Pregunta Natalia, un poco desesperada.
La florista la mira de arriba abajo. — ¿Y de dónde saliste? ¿De un circo o qué? — Dice la señora florista, asombrada.
— ¿Cómo? ¿De un circo? ¿Qué?
— Lo digo por la chaqueta esa que llevas.
— No, es una bata.
— Ya, ya, ya. Estás en Vigo.
— ¿Vigo? ¿Pero cómo pude venir hasta aquí?
— ¿Qué?
— No, nada, despistes de una, lo siento.
Natalia sale de la floristería y se dirige al hostal que hay en el pueblo. Entra y pregunta: — ¿Tenéis periódicos viejos?
— Sí, ¿quién lo pregunta?
Natalia se le queda mirando como si conociera esa voz, como si la hubiera escuchado antes, pero tampoco le da mucha importancia. — Necesito uno para un trabajo — dice Natalia.
La señora del hostal la mira de arriba abajo y susurra. — No puede ser. ¿Tú? ¿Eres tú?
— ¿Cómo? — dice Natalia extrañada.
— Llevamos 40 años buscándote.
— ¿Sabela?
— Sí. — Se pone a llorar de alegría. — Y Nicolás?
— Falleció hace varios años. Le gustaría verte de nuevo.
— ¿Pero cómo? ¿Qué hacemos aquí? ¿En qué estamos?
— Cuando cruzaste la puerta trasera, no sabíamos dónde fuiste. Estuvimos buscando años, viajamos por otras puertas y más, pero nunca logramos encontrarte. Nicolás hizo un mapa temporal de dónde pudieras ir o estar. Logró averiguar qué tipos de puertas traseras hay.
— Espera, espera, espera. ¿Hay distintas puertas traseras? ¿Cómo es eso?
— Sí, hay unas que te mandan al pasado, otras al futuro, otras a distintos lugares. Funcionan como trasladadoras, pero en estas puedes sufrir días o meses de diferencia con respecto a la época donde te encuentres. Vinimos a esta época y a este lugar en concreto para ver si podíamos contactar contigo, pero algo salió mal y los objetos que usábamos para ver las puertas dejaron de funcionar. Intentamos arreglarlos, pero sin éxito.
— Mi reloj sigue funcionando más o menos.
— ¿Sí?
— Sí, pero tengo que hacerle algunos ajustes. El viaje hasta aquí fue como un despegue raro.
Las dos amigas se quedaron juntas en el hostal. Natalia ayudaba a Sabela con cosas del hostal. En las horas libres y muertas intentaban encontrar puertas traseras para poder volver antes de que Natalia cruzara la puerta trasera.
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Puertas Traseras #CheyllsAwards
Ficção CientíficaLas puertas traseras son accesos temporales que permiten viajar a través del tiempo y el espacio de manera distinta a las puertas del tiempo convencionales.