Capitulo 5

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Subí al autobús y ella se sentó a mi lado mientras que las demás personas que iban subiendo tomaban asiento en los lugares disponibles. Tras un par de minutos el autobús comenzó a moverse, me estremecí un poco. Kara me miró y en su mirada había una ternura que brillaba, ese par de ojos azules me brindaban una auténtica protección con el resplandor que emitían.

- ¿Estás bien? - me preguntó. Su voz me lleno de dulzura

- Perfectamente - respondí tratando de que mi voz se escuchará normal.

Kara me sonrió y aquella sonrisa hizo que miles de burbujas se inflaran en mi estómago y flotaran en el. Mire a mi alrededor tratando de apreciar el puente, sintiéndome más segura que hace unos minutos. Escuchaba el murmullo del resto de las personas a bordo, hablaban sobre lo increíble que era el puente y el recorrido.

- Me encanta el Tower Bridge, pero mi puente favorito sin duda alguna es Ponte dei Sospiri - lo último lo dijo con un perfecto acento italiano

- Perdón, ¿El que? No hablo italiano - ella sonríe

- El puente de los suspiros, el famoso puente de Venecia - me respondió aún sonriendo

- Oh, he oído hablar mucho de ese puente, espero algún día ir

- ¿Sabes por qué se llama así?

- ¿Por qué?

- Bueno, ese puente une al palacio del Duque con la antigua prisión de la inquisición. Da acceso a los calabozos del palacio y los prisioneros veían desde aquí el cielo y el mar por última vez, así que suspiraban.

- Nada romántico contrario a lo que se cree - me reí

- No, pero la gente le ha dado tanta fama que el nombre les sirvió a unos portas para inspirarse en ese género literario - volví a reír, encantada con su brillante explicación

- ¿Por qué te ríes? - me preguntó divertida.

- Porque pareces de esas profesoras de colegio y me haces sentir como una alumna

- в таком слyae, я был бы счастлнв быть вашнм учителем - rió.

No sabía que había dicho, pero sea lo que sea me hizo sonrojar. El acento ruso adornaba su melodiosa voz de terciopelo y hacia que las burbujas en mi estómago se agrandaran más.

- No tengo idea de lo que dijiste - murmuré desviando mi mirada de la suya para que no viera mi rubor.

El soplo cálido de su risae acaricio el rostro, apartando así la brisa de la gélida mañana.

- Lo que dije fue que, en ese caso estaría feliz de ser tu profesora - dijo sonriente - Y si quieres también te puedo enseñar ruso e italiano

- Me gustaría - mi sonrisa se volvió tímida y oculte el rubor debajo de la sombra de la boina que llevaba.

Kara no solo era una Adonis en persona, sino que tenía que resultar tan terriblemente encantadora también.

Tome mi cámara y comencé a sacar un par de fotografías a la construcción barroca que admiraba, por accidente o casualidad, mi lente capturo también el bello rostro de oro que tenia a mi lado.

Una vez que el viaje termino y pisamos tierra firme, mi estómago rugió de hambre, recordé entonces que no había desayunado nada antes de salir del departamento. Toque mi abdomen con mis manos y rogué porque mi estómago se callara.

- ¿Tienes hambre? - adivino Kara. Asentí sin decir nada al ser descubierta, me sentía completamente apenada

- Conozco un buen restaurante cerca de aquí, ven - me sonrió emocionada. O al menos era lo que parecía y m hizo seguirla.

Dirigí una mirada al auto de Kara y ella volvió a adivinar mis expresiones.

- No está tan lejos, podemos ir caminando, ven - me sonrió de nuevo. Esa sonrisa ato una cuerda a mi cuerpo abligandome a seguirle hipnotizada.

Apresure mi paso y llegué a su lado, me sentía.... Tonta; ella parecía una modelo de revista y yo.... Yo parecía una fangirl adolescente común y corriente. Pero eso no me impidió caminar junto a ella. Yo lo consideraba un privilegio, aunque no sabía el porque.

- ¿Que te gusta? Además de tomar fotografías, claro - pregunto

- Mmm.... Bueno, la lluvia, oír como cae y golpea el techo - musite

- Eso es relajante.... Y realmente bello

- ¿Y abrí que te gusta? Además de la música

- Bueno, soy un poco intrépida, le encanta ir de aquí para allá, ya sabes, por eso me gusta viajar; ir por todo el mundo sería fantástico - la emoción le brillaba en los ojos haciéndolos lucir realmente hermosos

- Egipto - dije

- ¿Disculpa? - me reí

- Egipto es el lugar al que me gustaría ir, suena algo loco, pero....no se, está tan alejado de todo esto que sería ese lugar perfecto para escapar de mis problemas

- Wow.... Eso suena a bien

- Hubiera deseado tener las posibilidades de haberlo hecho cuando mi familia.... - me quedé a la mitad de la frase, sintiendo de pronto algo que me raspo el pecho.

- ¿Cuando tú familia? - inquirió

- Murió.... - respondí en voz baja.

El rostro de Kara cambio, aquella bella y deslumbrante expresión de galan de pantalla fue sustituida por una de total ternura.

- Oh.... Lo siento mucho - su consuelo me hizo sentir inexplicablemente mejor - ¿Quieres contarme o prefieres no hablar del tema?.

Me quedé en silencio un rato y luego se mi boca comenzaron a salir las palabras sombrías.

- Muerieron en un accidente automovilístico. Un idiota conducía ebrio y se pasó la luz roja.... Mis padres y hermanos fueron los que le rindieron cuentas a la muerte - la voz se me quebró, hablar de aquello no me era tan fácil - Tres años de eso y aún me duele bastante - admití con un hilo de voz - Hubiera deseado ir yo también para haber muerto junto a ellos - masculle

- Oye - se paró delante de mi e interrumpió mi caminar, me hizo alzar la vista para mirarle, su rostro están serio - No digas eso - me dijo - Las cosas suceden por alguna razón, si tú estás aquí ahora con vida es porque Dios quiere que lo estés.

En sus ojos había una dulzura que no me había topado desde que mis padres me daban mis presentes de cumpleaños o navidad, y que inexplicablemente me invadía todo el fuero interno, me daba una paz eficaz. Ese par de ojos azules en los que ahora me reflejaba me sacudieron el corazón, ella se alejo.

- Gracias - murmuré

- ¿Estás mejor? - pregunto - Lamento haberte hecho hablar de eso.

Cada que ella me preguntaba aquello, no podía siquiera pensar en algún adjetivo negativo, no mientras tenía sus ojos azules reflejandome a mí.

- Estoy....bien - sonreí

- Bueno, hay que darnos prisa, supongo que estás hambrienta y estoy segura de que desayunar te hará sentir mejor - me sonríe - Pero antes prométeme algo - levantó mi ceja y la expresión divertida volvió a su rostro

- Dime

- No estarás triste hoy, yo no lo permitiré - me dijo logrando enternecer cada célula dentro de mi cuerpo.

Sonreí.

- Lo prometo - respondí aún sonriendo. Su sonrisa apareció en su rostro angelical y corazón se aproximó a mi pecho

- Genial, entonces vamos - se puso a mi lado de nuevo y me hizo caminar junto a ella.

Samantha era muy pero muy afortunada. Ahora sí que le tenia envidia



El manual de lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora