Capitulo 6

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Seguimos caminando y tras unos minutos me mostró un pequeño restaurante propio de un hotel, en la parte superior de la entrada se podía ver el nombre; "The LandMark Lond" mi primera reacción fue de sorpresa, aquel lugar era muy bello y parecía de verdad costoso.

- Te encantará la comida, ya verás - me dijo con entusiasmo palpable en su voz

- Mmm.... ¿No es un poco caro? - pregunté terriblemente avergonzada ya que no contaba con el presupuesto como para gastar dinero en un lugar así

- No encontrarás mejor restaurante que esté, anda, ven, no te preocupes por el dinero - me sonrió y me tomo del brazo, algo me erizo la piel allí en donde ella me estaba tocando, provocando en mi una vibra que recorría mi espalda.

Tras unos segundos un mesero nos acomodo en una mesa cerca de la orilla de la terraza, tenía una muy buena vista. Me senté en la silla que el mesero recorrió para mí mientras que Kara tomaba asiento frente a mi. El joven que nos atendía antes de retirarse nos dejó un par de menús.

- ¿Que vas a querer? - me preguntó Kara amablemente.

Mi mirada revoloteo una vez más la carta, los precios eran bastante altos y no sabía que platillo elegir que no fuera tan costosos, me apenaba la idea de que Kara gastará mucho dinero en mi. Ella me sonrió antes de volver a hablar.

- ¿Que tal si pedimos, Scrambled eggs whit smoked salmón? - me propuso con una pronunciación perfecta de su acento británico, se notaba que ya tenía tiempo aquí - ¿Te gustaría? - inquirió

- Si - me sentí avergonzada. Puse la carta del menú sobre la mesa junto a la que Kara habia dejado.

El mesero vino a tomar nuestro pedido y en lo que Kara hacia la orden, yo me dedique a contemplar la hermosa vista que había.

- Gracias, que amble - escuché que Kara agradeció al mesero, su voz me hizo voltear a mirar el bello rostro del que era dueña. Sus ojos poseían un brillo que opacaba ferozmente el fulgor de las estrellas y seguramente las hacia ponerse celosas ya que ese resplandor que sus ojos soltaban era tan bello y delicado, capaz de iluminar a toda una ciudad en tinieblas. Sus labios rosados parecían el cojín de plumas bordado en seda de alguna realeza, cuando estos se estiraban formaban una bellísima sonrisa de ensueño. Su rostro era perfecto, simplemente todo proporcionado.

- ¿Tengo algo? - pregunto confundida. Su voz me hizo aterrizar

- Emm.... No.... - el color se me subió al rostro al haber sido descubierta en mi análisis visual de aquella maravilla que era su rostro.

Después de un silencio incómodo, en el acomodo de ideas, nuevas sensaciones y miles de cosas que hacían que mi estómago se moviera, una luz llegó a mi razón y pudo conectar con mi lengua para lograr formular un comentario.

- Mmm.... Me decías que Alex había aceptado, ¿Cuando vamos a salir? - dije

- Bueno, si quieres mañana mismo - respondió animada

- Mañana.... ¿Pero que tal si Sam logra la asociación? No tendrá mucho tiempo libre en ese caso

- Buen punto.... Entonces sería a lo mejor hasta el domingo - reflexionó

- No falta mucho como quiera - dije recordando que al día siguiente sería viernes.

El mesero llegó y colocó los platos delante de nosotras. El olor tan delicioso que desprendían se adentro en mi nariz provocando que mi estómago volviera a rugir. La sonrisa de Kara apareció fugaz en sus labios al mismo tiempo que el rubor corría por mis mejillas.

Mientras comíamos saque varias fotografías del lugar y justamente (como la vez anterior) el rostro de Kara apareció furtivo entre algunas. No sabía que pasaba, no sabía porque cada vez que Kara hablaba me maravillaba tanto, no sabía tampoco porque cuando me miraba algo se removía en mi estómago, ni tampoco sabía porque cuando mencionaba mi nombre me sentía especial. Eso me obligó a pensar en Sam y sin saber tampoco porque, me sentí culpable de pronto.

Todos mis intentos por hacer que Kara no pagará mi comida fueron en vano.

- Soy toda una dama - termino por decir y antes de que yo pudiera refutar, ella tendió el dinero sobre la carta que se encontraba en la mesa.

Me llevo de regreso hasta el departamento de Sam mientras la fierecilla rogaba encontrar alguna manera de extender el tiempo y si era posible, hacerlo parar. Aquello me daba miedo porque yo también lo deseé. Cuando llegamos ella subió conmigo, caminando al lado mío.

- Espero que Sam logrará la asociación - musite mientras mis pies medio cansados subían desganados los escalones del edificio

- Yo también. Sueña con eso desde hace tiempo - concordó

- Exacto, se que la hará bastante feliz estar dedicando su tiempo a un proyecto que hará crecer más a su compañía - sonreí.

Abrí el departamento y oí el chasquido de la llave al quitar el seguro, entonces Kara siguió mis pasos y se adentro también.

Una rara combinación entre la extrañeza y la emoción creció repentinamente en mi fuero interno. Me le quede viendo cuando cerró la puerta.

- Son las tres treinta, seguro que si logro la asociación - dijo observando el reloj en forma de pizza que colgaba de la pared

- ¿Tú crees? - pregunté mientras sentía a la fierecilla celebrar de emoción y no precisamente por una buena razón

- Si, ¿Te molesta si la espero? - pregunto jugando con una manzana que había tomado de algún lugar de la cocina

- No, por supuesto que no, siéntate.

La fierecilla celebro aún más, el tiempo con Kara se me había expandido al menos hasta que Sam llegará. Esa última idea no le agrado de todo a la fierecilla.

El día termino, Sam había llegado pasadas las cinco de la tarde anunciando jovialmente que ahora Arias Security era una empresa asociada a McGrath Security. Kara tras tres horas finalmente se había marchado.

Ahora yo m encontraba recostada en la cama mirando al techo de nuevo, igual que la noche anterior. Me puse a realizar un análisis del día transcurrido, mágicamente el perfecto rostro de Kara volvió a mi, maravillandome al recordarlo.

Al día siguiente me desperté temprano para despedir a Sam antes de que se fuera a trabajar. Una vez que termine mi desayuno me puse a buscar en internet un buen laboratorio para imprimir las fotografías que había tomando el día de ayer. Sam llegaría tarde al departamento, por lo que debia buscar alguna manera de pasar el rato.

Minutos más tarde salí del departamento con la dirección en mente del laboratorio que afortunadamente había encontrado en San Google. Mientras trataba de acomodar mi cámara alrededor de mi cuello. Mis pies siguieron caminando entre tanto trataba de acomodar mi cámara para que estuviera totalmente centrada en mi cuello, de pronto mi andar se vio interrumpido al chocar con otro cuerpo.

- ¡Lo siento! - dije rápidamente

- ¡Lo siento! - exclamó al mismo tiempo la persona con quién choque.


El manual de lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora