Capítulo 3 - Nunca ha sido besada

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Colín mira por una de las ventanas de la casa Bridgerton al hogar de Penélope, teniendo la revista de Lady Whistledown en mano. En su rostro se puede ver su enfado, una cosa era lo que escribió sobre Marina Thomson, aunque sabiendo que no estuvo bien su actuación y su engaño; no se merecía ese desprecio, pero otra cosa muy distinta era que escribiera tales crueldades de su «amiga» Penélope. Entonces se le ocurre hacer una locura. Al pensar en ello, se le ilumina la cara. Se pone en marcha. Al salir de su casa se escabulle por la zona de servicio de la familia Featherington.

Sin saber bien como lo hace o, más bien como era posible que aún no lo habían descubierto; muy posiblemente la familia Featherington estaría muy ocupada en otros asuntos con mucha más enjundia que él colándose por su casa a escondidas. Maldice para sí mismo, cuando lo descubre Rae la doncella de Penélope; maldiciendo porque tuvo que pensar que ya tardaban en pillarle. La doncella lo visualiza, sobresaltándola. En el instante que él abre la boca, ella se adelanta.

—Lord Bridgerton —dice inquieta —No debería estar usted aquí.

—Lamento la intrusión, necesitaba saber... —Se lame el labio, sin saber que decir o, más bien como decirlo.

—Le pido por favor que se vaya —expresa nerviosa.

—Quiero pedirte un gran favor —suelta Colín sabiendo de que su plan se estaba deshaciendo con rapidez.

—Claro, si está en mi mano señor —Hace un pequeño asentimiento con la cabeza.

—Me gustaría verla —carraspea —Necesito saber cómo está Pen —se rectifica

—Lo siento señor, pero no puedo hacer lo que usted me está insinuando —Colín frunce el ceño, al caer que ni él mimos se había dado cuenta de que le estaba pidiendo estar a solas con ella.

—Te pagare bien —Se sorprende a si mismo al decirlo.

—No puedo, la señorita ya ha sufrido lo suficiente, ha estado toda la mañana, encerrada en su alcoba y, ni ha bajado a comer —Saber ese hecho hace que Colín insista.

—Tan solo preciso saber que ella está bien, por favor —La suplica de Colín le basta para saber que su preocupación por su señorita es genuina, Rae asiente con la cabeza y le explica en qué momento podrá verla.

Después de estar todo el día sola en su habitación, apenada tras haber escrito crueldades de sí misma para no crear sospechas de su alter ego; encima aguantar el sermón de su madre, ya era el colmo. La noche golpea casi sin darse cuenta, estuvo mirando por la ventana todo ese tiempo; como casi siempre hacía para mirar en la dirección en donde vive Colín. ¿Qué pensará de ella tras leer lo escrito por Lady Whistledown?

Unas horas más tarde su doncella Rae entra en la habitación anunciando que tiene una visita, algo de lo más inusual, e igualmente la sigue, sea quien fuera que la estaría esperando. Penélope creía que era mejor quitarse la tirita de golpe que poco a poco. Aunque cuando lo ve ahí en frente de la puerta trasera no da crédito a lo que sus ojos están viendo. Colín se encuentra mirándola con un rostro preocupado y un brillo característico en sus ojos al verla parecer. Tras asentir, Rae se marcha dejándoles intimidad para hablar.

—La he sobornado para que nos dejará solos.

Entonces recuerda cuando hacía unos días atrás Penélope le había comentado que se sentía muy a gusto en la casa Bridgerton porque estaba sin vigilancia y podía ser ella misma. Sacude la cabeza en un movimiento casi imperceptible. Al ver que Penélope no pronuncia palabra alguna, el añade:

—¿Cómo te encuentras?

—¿Has leído a Lady Whistledown? —pregunta ella al fin.

—Lo que ha escrito sobre ti son puras crueldades —Su rostro cambia a uno mucho más duro.

—Sí no hubiera escrito eso sería sospechoso —Tan pronto como lo dice, se lamenta, pues entre líneas estaba confesando que ella es Lady Whistledown.

Colín la mira, por primera vez. Como si verla ahí bajo la luz de la luna hubiera hecho que algo en su interior se encendiera al igual que se enciende una vela. Se siente atraído por Penélope y no sabía exactamente desde cuándo y si, saberlo era algo tan importante. Piensa en lo hermosa que está apoyada en el marco de la puerta trasera en vuelta en la oscuridad de la noche. Baja la mirada y se topa con sus labios, unos labios que Colín pensaba que estaban hechos para besar, junto en ese momento Penélope le pide un favor; cuál es su sorpresa que le pide que la besara. Él entre abre los labios, incrédulo a como el destino sabía jugar tan bien sus partidas.

—No significaría nada, ni esperaría nada de ti —sigue expulsando Penélope a bocajarro —Es tan solo que nunca me han besado y voy a morir siendo una solterona, podría morir mañana...

—No vas a morir mañana —Colín se escucha decir.

—Y eso me mataría —continua ella, como si el comentario de Colín no lo hubiera escuchado.

—Pero si ya estarías muerta —pronuncia él intentando reír de lo absurdo que en realidad parece la conversación, sobre todo, porque era él quien estaba pensando en sus labios antes de que Penélope se lo pidiera.

—Colín... Por favor... —suplica, respirando alterada.

Solo le basta con escuchar decir su nombre salir por sus labios, pronunciado de esa manera tan angelical, tan mágica. Colín no puede evitar que su cuerpo decida por una vez por él, no la sociedad, no las expectativas inalcanzables; sino el mismo. Entonces posa su mano en el escote de Penélope mientras ella hiperventila, luego la acerca aún más a su rostro. Él se va acercando más si cabe a ella, cuando están lo suficientemente cerca él baja la cabeza y ella la levanta un tanto; hasta encontrarse en un suave beso.

Un solo beso le ha pedido, piensa Colín mientras sigue alargando todo lo que puede ese contacto con sus suaves labios rosados. Cuando se apartan, Colín es incapaz de irse; acercándose aún más para recrearse en el beso. Penélope que ese segundo beso no se lo esperaba, siente que está a punto de volar. Él hombre al que ella ha estado amando en secreto por fin la está besando, aunque no por los motivos correctos; piensa ella. Cuando llega el momento de separarse, Penélope le da las gracias por haber sido compasivo con ella, a lo cual Colín se queda devastado. ¿Cómo podía ella darle las gracias por algo que él deseaba hacer? En ese preciso momento es cuando es capaz de escuchar como una tecla en su cabeza se mueve. Deseaba a Penélope, la deseaba desde hace demasiado tiempo. Por ella volvió a Mayfair mucho antes de lo que él tenía planeado, porque la echaba de menos. La quería y fue tan estúpido de no darse cuenta antes; al menos tan abiertamente.

Penélope corre las escaleras hacia su cuarto, se tumba en su cama sintiendo aún los labios de Colín posado entre los suyos. El corazón le va a mil por segundo. Aunque su corazón no era el único en volverse loco, el de Colín lo estaba aún más si cabe. En el momento en que Colín pone su cabeza en la ahumada no puede evitar recrearse en el beso compartido momentos antes con Penélope. No iba a ser el último, pues esa misma noche sueña con el momento exacto en que sus labios se encontraron.

La imaginación de Colín fue más allá, cuando en el sueño no solo se contentaba con besar sus rosados labios, saborearlos, tuvo que pasar a saborear su cuello hasta llegar a la clavícula. Sabía tan bien, a hogar. Ella ha sido siempre su hogar y no se había dado cuenta antes; Penélope ha sido una constante en su vida que no fue lo suficientemente claro consigo mismo como para haberse dado cuenta. El sueño era muy vivido, cuando Colín posa la mano encima de uno de sus senos, mientras Penélope pronuncia su nombre de manera sensual. No supo bien como, pero de un momento a otro, su mano yacía bajo las telas acariciando su pecho. En la mejor parte Colín despierta sudoroso y aturdido por la revelación de su subconsciente. 

Eres todo lo que quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora