La multitud se gira para observar mejor a la figura altiva que acababa de entrar al baile, no era otra que la mismísima; Lady Whistledown. O al menos eso creían ellos. Cresida Cowper avanza con la cabeza bien alta por la sala, recibiendo alguna que otra mirada de desagrado, palabras mal intencionadas; aunque debajo de pomposos abanicos y miradas llenas de envidia.
—¡Es Lady Whistledown! —exclama una dama.
En ese momento, Colín aparta de la mirada de Cresida Cowper a Penélope; queriéndola proteger de sentirse mal, dañada de alguna forma. Una madre le menciona a su hija debutante que ella; refiriéndose a Cresida, era el demonio, prohibiéndola a que hablara con ella.
—Una hija escritora de escándalos —comenta Portia a sus hijas y yernos —¿Os lo imagináis? —Las hijas se ríen junto a ella, aunque la envidia está presente y falseada por esas dentaduras perfectas. Lady Dambury se queda mirando a Cresida, le lanza una mirada soberbia, levantando una ceja. Colín sigue protegiendo a Penélope con su cuerpo, como si la mismísima Cresida Cowper pudiera lanzar dagas por el aire, que impactaran contra el pecho de ella.
—Es una de las fiestas más divertidas a la que he asistido —menciona la reina a Brimsley, de manera altanera.
—¿Quiere que se la traiga? —pregunta él.
—No, dejemos que se agobie y veamos lo que hace entonces —acaba diciendo ella.
—No dejaré que nos arruine la noche —declara Colín.
—Lo sé —responde Penélope, tranquila.
Los asistentes vuelven a la pista de baile para acabar sus bailes con sus parejas. Cresida entonces camina muy decidida, pasando por delante de algunas madres, las que la miran como alguien horrendo. Se para al otro extremo de la sala, su máscara esta apunto de derrumbarse, dando paso a la incertidumbre.
—¿Qué hacemos madre? —pregunta Cresida, un tanto nerviosa.
—Esperar querida, esperar a que la paciencia de la reina se agote y nos llame —responde ella de manera arrogante —Sobre todo con la cabeza bien alta —acaba diciendo levantando su cabeza un tanto, al tiempo que Cresida la imita.
Algunas madres pronuncian su desagrado arcándose descaradamente, otras en cambio pretenden saber que es lo que va a pasar.
—¿Ahora entiendes porque la admiro tanto? —menciona una debutante al lado de su pretendiente.
—Cresida Cowper es detestable, pero como Lady Whistledown es una escritora inteligente —menciona él.
El comentario de ambos hace que Penélope, que bailaba junto a Colín muy cerca se desconcentre al escucharlos, acabando pisando la punta del pie de Colín, este que apenas se queja hace un gesto. Penélope se disculpa excusándose con que jamás ha bailado más de dos bailes seguidos, por lo cual es le responde que no pasaba nada.
—Sabes Pen, me gustaría...
—¿Qué?
—Me gustaría publicar mis experiencias viajando —Penélope se lo queda mirando, orgullosa.
—Pero es una tontería —acaba diciendo.
—No, Colín no lo es —hace una pausa —Es más podría corregírtelo yo, si quieres —menciona ella —Antes de enviarlo al impresor, me encanta escribir —Se hace un silencio entre ambos —Cartas y cosas así —acaba diciendo ella, atropelladamente.
—Es cierto que tus cartas son magnificas —Colín pisa un pie de Penélope.
—Perdona —se disculpa él —La reina ha llamado a la señorita Cowper, por fin Lady Whistledown tendrá lo que se merece —Penélope se lo queda mirando contrariada.
—Señorita Cowper, debería haberle dejado más claro que no deseo verla en mi corte ni fuera de ella —expresa la reina, irritada.
—Tan solo quería que entregarle un regalo —comenta ella al escuchar como as puertas se han abierto.
Bastantes criados entran a borbotones, llevando con ellos bandejas de plata con múltiples versiones de la misma revista. Los aristócratas se lanzan a por un ejemplar, como animales en medio de una caza, en busca de una codiciosa presa. Penélope va por toda la sala en busca de un ejemplar para leerlo. La reina expresa lo intrigada que se encuentra. Eloise coge una revista y se la lee, sin dar crédito, se agita al pensar que Cresida Cowper a sido capaz de escribir algo coherente y, el daño que puede causar a su paso. Violet que lee la revista, se queda a cuadros cuando Cresida, no Whistledown más bien, deja entre dicho la legitimidad de sus hijos. Mira a todos lados, buscando a sus hijos y horrorizada a que la alta sociedad junto a la reina, estén leyendo tales patrañas. Mentiras hechas solo para hacer daño.
Colín busca con la mirada a Penélope, que la ha perdido por el jaleo de Whistledown, en ese momento las miradas de Eloise y Penélope se juntan.
—Ella, tenemos...y ahora... —Eloise comienza a formular palabras.
—Ven, vayamos a un lugar más privado —menciona Penélope, agarrándola de la mano y haciendo que Eloise la siga.
En ese instante Colín las ve adentrarse en la zona donde están las salas y decide ir tras de ellas, aunque no consigue encontrar en que habitación se han metido. Puesto que ha abierto un par, encontrándose a parejas casadas.
—Todo es culpa mía —menciona Eloise al tiempo que Penélope cierra la puerta —Te convencí para que Cresida se hiciera con el nombre de Whistledown, pero ahora ha escrito algo demasiado coherente y además lo ha publicado —exclama ella.
—Eloise respira —aconseja Penélope.
—Hemos creado un monstruo —lanza Eloise —Un monstruo que parece estar enemistado conmigo y toda mi familia —exclama alterada.
—¿Hemos? —pregunta Penélope alzando la ceja, dando a entender que fue ella la que le convenció para que no hiciera nada al respecto.
—Como se, he vuelto a poner a mi familia en peligro, como el año pasado.
—Es culpa mía —dice Penélope.
—No. Fui muy imprudente el año pasado, como he sido ahora invitando a esa víbora al hogar de mi familia y, ahora tiene tanto poder como la mismísima reina —estalla —Nunca debí hacerme su amiga —Rompe en sollozo.
—Eloise todo se arreglará...
—¿Cómo?
—Volveré a publicar, con solo un número puedo descreditar a Cresida —hace una pausa —No solo son cotilleos, Whistledown es poder —declara ella.
—Pero...
—Eloise, ¿Te acuerdas lo que escribí en mi primer número?
—Recuerdo que ciaste a Bairon.
—Eso no, lo de mis hermanas y yo —carraspea —Tres señoritas colocadas en el mercado matrimonial, como corderitas melancólicas por una madre —Se le escapa un pequeño gallo cuando intenta retener las lágrimas —Sé que lo de corderitas no estuvo bien, lo admito, pero todo empezó porque me sentía indefensa en mi propia casa, me obligaron a debutar un año antes sin poder decir nada al respecto. Escribí porque era la única manera de tener mi voz y debí usar mi revista para darles voz a los que no la tenían —Coge las manos de Eloise junto a las suyas —He hecho mucho daño con mi pluma —dice llorando —Por favor, déjame volver a usarla para algo bueno.
Eloise se le ablanda el corazón al escuchar a Penélope redactar su historia, como se siente parecida a ella, con la diferencia de que ella misma sí ha dicho todo lo que se le ocurría por la cabeza, aunque fuera Penélope la que hiciera algo de verdad. Asiente con la cabeza, dando a entender a Penélope que publique una última vez. Por primera vez, entiende a Penélope y sobre todo entiende a Whistledown.
Cuando salen de la sala privada, Colín ve como su hermana y Penélope regresan a la sala de baile, aunque Penélope en vez de ir junto a él, se dirige a la entrada. Entonces él le va detrás, preocupado al ver la cara desencajada de Penélope. La ve subirse al carruaje, pero frunce el ceño cuando ve que la dirección que coge el cochero no es la correcta. Más bien, va para el lado contrario, Colín decide subirse a su carruaje y pedirle al cochero que siga al carruaje de los Featherington.
ESTÁS LEYENDO
Eres todo lo que quiero
Romance¿En qué momento uno se da cuenta de sus verdaderos sentimientos y obra en consecuencia? Para Colín abrazar lo que siente por su mejor amiga ha sido un viaje mucho más largo, de aquellos que está acostumbrado cuando viaja por el mundo. Para Penélope...