Capítulo 22 - Reflejo

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Ambos hombres se quedan en el salón. Lord Debling saca una botella de Whisky y se sirve un vaso. Ray interrumpe en la alcoba viendo como su señorita está hecha un manojo de nervios y metiendo en la maleta todo tipo de prendas, sin ton ni son.

—Por favor, dejármelo a mí —comenta Ray acercándose y arrebatándole de las manos con suavidad una prenda superior de un vestido.

Penélope asiente y deja que su doncella se encargue de todo, mientras ella mira por la ventana y las lágrimas recorren su rosado rostro. En la plata inferior Colín ve como Lord Debling se sirve una copa de whisky. Este se acerca a Colín y sin dejar de sujetar la copa llena hasta el borde empieza hablar.

—Vos no la merecéis señor Bridgerton —pronuncia hastiado.

—Creo que sois vos el menos indicado para hablar —repone Colín —Al menos yo no la he tocado sin su consentimiento —Le lanza una mirada llena de resquemor.

—¿Admitís entonces que la habéis tocado? —pregunta con picardía.

—No transcribieseis mis palabras —carraspea Colín.

—Sí hubiera sabido que ya no era pura...

—No continuéis por ese camino Lord Debling —gruñe —No os atreváis a dudar de su honradez y, menos delante de mí —declara Colín, con el rostro enrojecido por la irá.

Lord Debling hace una mueca de pasárselo bien, dando a conocer su verdadera cara. Un instante después Penélope baja las escaleras, apurada. Colín va tras ella, Lord Debling simplemente mira divertido la escena, dando otro trago.

—¡Penélope! —grita Colín.

Ella hace caso omiso, hasta que Colín la alcanza y le agarra del brazo para que dejará de caminar deprisa. Esta se gira con brusquedad a mirar la mano de él como sujeta su brazo.

—Por favor... déjame hablar —ruega Colín.

—Ya hablaste todo lo que tenías que hacerlo delante de la imprenta y, recuerdo que lo hiciste demasiado bien —suelta intentando salirse del agarre.

—Y no sabes cómo lo lamento, per debes entender que estaba enfadado, ofuscado por saber la verdad de aquella manera en vez de por tus labios —pronuncia alterado, sintiendo que se le escapa de las manos.

—Lo entiendo, pero jamás se me hubiera pasado por la mente acusarte de que me hubieras seducido —Ella niega con la cabeza —En cambio, tú... —Deja de hablar y regresa a caminar.

Penélope tras preguntar donde se encuentran las caballerizas, se dirige ahí. Mientras Colín le va detrás. Hasta que ella se para justo delante del carruaje de la familia Bridgerton. Penélope se para en seco, haciendo que Colín casi se tropezara. Ella lo mira enfadada, su mirada viaja de Colín a la puerta del carruaje. Colín que lo entiende a la segunda, abre la puerta del carruaje. Penélope entra digna al interior y luego lo hace él. Colín le nace una sonrisa torcida a la cual ella reprende enseguida.

—No creas que te he perdonado —suelta ella, en su mirada refleja el dolor —Tan solo necesito un transporte para volver a casa.

—Entiendo —Se acomoda en el asiento de enfrente.

Para Colín pensar que tendrá unas cuantas horas junto a Penélope a solas le hace volver a sonreír. No le dura mucho la dicha, puesto que Penélope grita al cochero que se paren justo en la entrada. Así lo hace, cuando el cochero pone las maletas en la parte trasera del carruaje y ayuda a subir a Ray. Colín que ignoraba que ella también se encontrará ahí, deja salir un suspiro de derrota.

El trayecto lo hacen prácticamente en silencio. Tras unas horas, llegan a la ciudad. El cochero primero va la casa de Penélope y a su doncella y luego a la casa Bridgerton. Cuando Penélope entra en la casa de su familia, Portia es la primera en verla aparecer. Esta la mira y, cuando está a punto de preguntar cómo ha ido el viaje. Penélope no puede más y descarga toda su rabia, angustia y su dolor dejando que el llanto haga su trabajo. Portia cuando la ve desplomarse contra el suelo, se dirige a ella con premura y sentándose a su lado, la abraza. Dejando que Penélope llore con su hombro.

Colín entra en su alcoba, hecho un desastre. Se tumba en la cama y piensa en todo lo acontecido en los últimos días. A la mañana siguiente, Eloise interrumpe a Colín mientras este escribía en su diario.

—Me he enterado de que Penélope ha regresado —comenta ella sentándose enfrente.

—Sí de hecho, vino conmigo —responde Colín, sin apartar la vista del papel.

—Oh... Espero que hayáis podido arreglar las cosas —menciona, haciendo que Colín está vez sí levante la cabeza.

—Bueno, no ha sido lo que me esperaba en realidad —suelta, apesadumbrado.

—¿No esperarías que Penélope te estuviera esperando cual damisela en apuros? —pregunta Eloise cruzándose de brazos.

—Supongo que algo así... —dice Colín, abatido.

—Hay hermano, que poco conoces a Penélope... —hace una pausa —Ella ha tenido que lidiar sola contra una madre controladora y dos hermanas abusadoras, ¿De verdad creías que te estaría esperando cual caballero de deslumbrante armadura? —carraspea —Aunque debería preocuparse más por estar por ahí a solas cuando va a dejar sus misivas a la imprenta —deja salir, más para sí misma que para Colín, de igual modo, él la acaba escuchando.

Colín mira a su hermana y, por una vez se da cuenta de que, Penélope se ha puesto en verdadero peligro innumerables veces. Cuando Eloise se va, él se arregla para salir. Entonces se mira en su reflejo reflejado en el espejo de su alcoba. Mirándose, no puede dejar de imaginarse a Penélope ahí, a su lado y, de maneras nada correctas. Carraspea cuando se da cuenta de que, está perdidamente enamorado de Penélope y necesita aclarar de una vez por todas las cosas con ella.

Penélope amanece con remordimientos por haber sido tan estúpida, creía conocer a Lord Debling y, luego cuando la beso sin su consentimiento un ardor de impotencia la envuelve. Se levanta y tras estar arreglada, decide que es hora de volver a publicar. Escribiendo no se da cuenta lo tarde que se ha hecho, hasta que desvía la mirada del papel a mirar por la ventana de su alcoba y ve que todo está oscuro.

Eres todo lo que quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora