El sol se deslumbra por el horizonte por la madrugada, Penélope despierta envuelta en sábanas amarillas y, es entonces cuando es consciente de que se encuentra en los aposentos de Colín. Intenta tirar de memoria, pero no recuerda como ha podido llegar hasta ahí. Se acaricia el rostro, sintiendo aún los efectos del ataque de ansiedad que sufrió la noche pasada. Un toque en la puerta hace que se incorpore de inmediato. Cuando ella le dice quien sea que puede pasar, ve como la puerta se abre y no es otro que Colín.
—¿Cómo te encuentras está mañana? —pregunta, preocupado por su salud.
—Mejor —miente.
Colín alza ligeramente las cejas, sabiendo que no es cierto. Hace un movimiento involuntario con la cabeza y, se acerca a ella. Esta se tensa, sabe que no puede escapar de la verdad, que en algún momento se lo tiene que revelar. Entonces cae en la cuenta de que anoche Cresida Cowper se había proclamado Lady Whistledown. Ese hecho le hace volver a tener mareos. Poco después, fueron a buscarla para llevarla a la casa Featherington, a que descansará en su propia habitación.
No muy lejos de la casa Bridgerton, unas damas hablan, chismorrean y difunden con demasiada velocidad el hecho de que la señorita Cowper sea la mayor chismosa de toda Inglaterra.
—Esa rubia calumniadora —expresa una señorita de cabellos castaños.
—¿Seguro que es ella? —pregunta otra con el cabello rubio y tocado resultón.
—Tiene que serlo, yo también escribiría chismes si fuera una solterona como Cresida Cowper —Se ríe uniéndose las demás.
—Ella es muy cruel —suelta otra de cabellos oscuros.
—Pues yo creo que es un genio, ha creado todo un imperio sola y siendo mujer —pronuncia otra.
Colín espera inquieto a que Penélope baje al salón principal de la casa Featherington. Mientras tanto, encontrándose en su alcoba, Penélope piensa en la manera de como desmentir las mentiras que Cresida Cowper soltó por la boca al decir que ella era su alter ego. En eso que su madre llama a la puerta, avisando de que tiene una visita y, no era muy difícil de saber quien era. Al bajar las escaleras, Penélope intenta quitarse sin éxito unas pequeñas manchas de tinta que se hizo a penas un momento antes.
—¡Pen! —exclama Colín al verla entrar.
—Colín —Se acerca ella, estando Portia justo detrás suyo.
—¿Estás mejor? —pregunta levantándose del sofá —Me preocupas —añade.
—Estoy bien y ahora que estás aquí, mucho mejor —Le hace entrega de una tímida sonrisa.
Colín le hace un gesto con la cabeza para indicarle que se siente junto a él en el sofá de la sala. Ella hace justo eso, al tiempo que Portia da vueltas por la sala buscando que hacer mientras ellos hablan, pensando que, si hubiera elegido a Lord Debling, Penélope no se hubiera desmayado y, ahora estarían disfrutando de su finca y de su fortuna. Colín le echa una mirada queriendo que les de algo de privacidad, aunque sabiendo que es imposible; por lo tanto, se vuelve a mirar a Penélope.
—Sé que hay algo que quieres contarme —suelta de sopetón.
Penélope mira de nuevo a su madre, sabiendo que lo que le debe comunicar no puede hacerlo delante de ella.
—Pero esperaré encantado hasta que quieras compartirlo —añade con dulzura.
—Colín, ahora no puedo hablarlo —Mira de reojo a Portia, él se percata de ello —Pero no me desmaye por algo que tú hicieras... Ni por la absurda Cresida Cowper afirmando que es Lady Whistledown.
—Es bastante increíble que con todas las crueldades que ha escrito sobre ti, sobre mí, sobre nuestras familias... y se desmarcaré en nuestra fiesta de compromiso —suelta un bufido sarcástico.
—Muy típico de Cresida tomar lo que no es suyo —comenta ella, a lo que él asiente.
—¿Tú crees que es ella? Siempre me imagine a Lady Whistledown alguien más... —hace una breve pausa —Inteligente —Penélope sonríe al escucharle —Dejemos de hablar de esa chismosa y hablemos de algo más importante —comenta, Penélope frunce el ceño —Tengo algo para ti —añade él acercando su mano al bolsillo de la chaqueta.
—¿Así? —pregunta ella, de manera dulce. Portia alza la mirada para mirar mejor.
—El joyero de la familia lo ha terminado hace apenas un rato —comenta, abriendo una cajita en donde dentro reposa el anillo de compromiso de la familia Bridgerton. Penélope se asombra al verlo, jamás ha visto algo tan hermoso.
—Oh... Colín es precioso —pronuncia ilusionada.
—Y aun así es la mitad de precioso que tú, Pen —dice Colín, con un tono rosado en las mejillas.
Penélope sonríe con ojos de enamorada, Portia al escuchar la semejante frase que le acaba de decir el señor Bridgerton, se queda anonadada; por primera vez, se le pasa por la mente, que el señor Colín Bridgerton es el mejor postor. Colín coge con delicadeza la mano de Penélope y le pone el anillo en el dedo corazón. Entonces se fija en las manchas de tinta.
—¿Y está tinta? ¿De escribir? —pregunta él frunciendo el ceño.
—Sí... cartas... para compartir mi felicidad —improvisa una mentira.
Colín se la queda mirando y, aunque asiente, en su mente algo le dice que no anda bien. Conoce demasiado bien a Penélope para saber cuando ella está mintiendo, entonces ¿Será porque se estaría escribiendo con otro hombre? ¿Lord Debling quizás? Esa duda le está empezando a molestar, su frágil inseguridad se puede ver afectada, con tan solo una brisa en un mal momento.
—Claro... —dice al fin —Entonces te dejo que sigas.
—Que tenga un buen día señor Bridgerton —se adelanta a decir Portia.
—Adiós por el momento —pronuncia Colín tras besar la mano izquierda de Penélope.
Tras marcharse, Portia se encamina al lado de su hija. Ella le dice que puede que Colín sea, al fin y al cabo, un mejor partido para ella a lo cual Penélope tan solo puede sonreír de oreja a oreja. Cuando regresa a su alcoba, Penélope cierra la puerta tras de ella y mira feliz su anillo de compromiso en su mano. Entonces cae en la cuenta de que no puede seguir ocultándole por más tiempo la verdad de su verdadera identidad a Colín.
Estando ya en la casa Bridgerton, Colín se encuentra a toda su familia en el salón principal. Hyacinth y Gregory junto a Benedict están discutiendo por quien se queda con el pastelito de chocolate. Al verle entrar, Eloise se acerca a él, pero Colín se marcha antes de que llegue a estar lo suficientemente cerca.
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Eres todo lo que quiero
Dragoste¿En qué momento uno se da cuenta de sus verdaderos sentimientos y obra en consecuencia? Para Colín abrazar lo que siente por su mejor amiga ha sido un viaje mucho más largo, de aquellos que está acostumbrado cuando viaja por el mundo. Para Penélope...