La línea entre el odio y el amor, entre la oscuridad y la luz, es muy fina.
El mundo se ve como blanco o negro sin saber que en realidad hay gris; un balance sostenido entre el bien y el mal.
«Una vez fui tu aprendiza, Maestro, el único que me alejó...
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Me giré levemente para mirar a los pequeños trabajar y una amplia sonrisa se extendió por mi rostro. Después de nuestro encuentro nocturno con los Ewoks estos nos habían conducido hasta su pequeño poblado, donde nos habían acogido, sorprendentemente. No estaba segura de que entendieran nuestras palabras realmente pero al menos era un lugar más seguro que estar al aire libre.
Antes de que nos hubiéramos dado cuenta, los pequeños nos habían llevado a mí y a Anakin a lugares distintos de su aldea, y desde entonces sentía una ligera presión en el pecho ante la idea de no saber dónde se encontraba. Ya había amanecido, y unas agradables hembras me estaban decorando el pelo, o al menos eso parecía. Mi pelo rubio parecía resultarles realmente hipnotizante y no podía evitar sonreír por sus reacciones, aunque aún me preguntara si el rubio se encontraba bien. Necesitaba verlo, saber que no estaba cerca era como un sentimiento de vacío y ansiedad, no podía seguir así más tiempo.
—Está precioso, gracias —traté de agradecerles en mi idioma, sonriendoles cálidamente—. ¿Podríais llevarme con mi compañero?
Ellas no parecían entender lo que quería decir, así que tuve que tratar de describir a Anakin con señas. La actuación pareció hacer efecto cuando señalé mi sable láser, y las vi asentir con entusiasmo a la vez que agarraban mis manos para guiarme, o al menos esperaba que fuera hacia Anakin hasta donde me guiaban.
No tuvimos que andar mucho tiempo cuando visualicé a lo lejos ese rubia cabellera que tanto adoraba.
—Por favor, necesito saber que mi compañera está bien —le oí suplicarle a unos Ewoks a lo lejos.
Sonreí, enternecida de que él también estuviera preocupado buscándome y me solté de la mano de las Ewoks para correr hacia él, sin borrar la sonrisa de mi rostro.
—¡Anakin!
Mi voz hizo que se girara de inmediato hacia mí y sonrió ampliamente al verme corriendo en su dirección. Se acercó y abrió los brazos para recibirme en un cálido abrazo que le devolví encantada. Ni siquiera había pasado más de una noche, y por alguna razón mi corazón latía frenético de tenerlo de nuevo junto a mí.
El rubio me separó justo para mirarme a los ojos, manteniéndonos igual de pegados que en el abrazo y con nuestros rostros a escasos centímetros de distancia. —¿Estás bien? No te he visto desde anoche, ¿has podido descansar?
Sus dulces ojos azules destellaban con preocupación y le di una sonrisa cálida y tranquilizadora. —Sí, me han tratado como a una verdadera reina, pero estoy mucho mejor ahora que tú estás aquí. —Volví a abrazarle con fuerza, probablemente temerosa de su reacción a mis palabras. Sin embargo, él volvió a estrecharme entre sus brazos con calidez.
—Yo también.
El murmullo de los Ewoks que nos observaban curiosos nos hizo salir del trance y me separé de él bajando la cabeza para cubrir el leve sonrojo de mis mejillas ante la situación. Me aclaré la garganta y le miré con timidez, ya a una distancia segura y prudente.