isa

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Alondra Michelle

Aún sin saber nada de Rai ¿que había pasado con ella? Tengo miedo ¿Que tal si aquella chica le hizo algo, ya había salido del hospital y esperaba algo con respecto a Rai, pero nada.

— Alondra, come— me dijo mi mamá— no gracias, no tengo hambre— respondí— no comiste nada en todo el día, y ayer tampoco, debes de comer— me acerco un plato— sabes que, mejor como en el trabajo, se me hace tarde— le di un beso en el cachete y me fui caminando, después de ese suceso, mi madre me impidió subir a esa moto por ahora, después de un mes yo creo que ya podre agarrarla.

— buenos días, Michelle— me dijo Samantha, mi compañera de trabajo— Alondra— corregí— ¿porqué no te gusta que te diga Michelle?— se recargo en una mesa— porque no me gusta y punto— es bonito, igual que tú— que fea forma de coqueteo, si es que lo estaba haciendo— gracias, ahora voy a trabajar si no te importa— le pase por al lado y escuché que susurró algo— que amargada— me detuve, la verdad no estaba teniendo un buen día— cállate la boca, no sabes cómo la estoy pasando, no todos tenemos una mañana excelente— cuando creí que no tenía nada más que decir ella hablo— no era para que te pusieras así, perdón.

Perdón? ¿Porqué me pide perdón? Yo soy la que debería pedir perdón por mis actitudes ¿No? ¿Cuando empecé a ser yo la víctima? Ella es la víctima. Y mientras a mi me pedían perdón, Rai le pedía perdón a quien no debería.

Rainelis Rosario

Estaba acostada en la cama del departamento de Isabella, esperando a que llegara ya que ella salió a hacer un contrato en uno de sus negocios.

Tocaron a mi puerta y era uno de los guardias de Isabella— pasa algo?— le dije— la señorita Isabella quiere hablar contigo— él se movió para dejarme pasar y fui a la sala, donde se encontraba ella, sosteniendo una copa de vino— hola, Rai— apagó la televisión y me miro— hola— respondí— te parece si salimos hoy?— me sonrió— la verdad no me siento muy bien hoy— dije algo disgustada— ¿Enserio? ¿Que es lo que tienes?— se levantó del sillón— cólicos— respondí, y ella solo se quedó callada— me voy a acostar, con su permiso— ella solo asintio.

Así estuve, encerrada toda la noche, otravez tocaron a mi puerta, creí que era un guardia pero era Isabella.

— te traje toallas y chocolate eso te ayuda a calmar los cólicos, también aquí tengo pastillas pero creo que si te las ofrecía iba a sonar muy hombre— me rei por lo que dijo al final— gracias isa— le sonreí— isa? — frunció el seño— si, es un apodo que te puse, pero si no te gusta— me interrumpió— no te preocupes, es la primera vez que me dicen así— se sentó al lado mío— mañana saldremos, al parecer tuvimos algunos problemas— problemas?— okey— asentí— te dejo descansar, mañana por la mañana mis hombres tocaran a la puerta y te ayudaran a empacar— ella salió de la habitación y escuché como entro a la suya.

Este tiempo no había ocurrido nada malo, solo el día en que por accidente derrame vino sobre isa, pedí perdón todo el día, aunque ella me dijo que no le importaba, aún así le pedía perdón.































Es algo corto y la escritura es una kk, para la próxima les prometo que sera más largo, esto es puro relleno☝️

el suéter ( Railo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora