Nicholas Nelson no era alguien sociable. Con sus 18 años no había enlazado una amistad con sus compañeros de secundaria.
Un día, su madre le dió la gran y aterrorizante idea de invitar a su grupo de chicos de la escuela a una fiesta de piscina en su casa para conectar con gente y no vivir solo toda su vida. Si bien Nick parecía no importarle estar solo siempre, por dentro quería tener a alguien con quién hablar, reír y llorar. Sí, definitivamente le importaba.Hizo caso a su mamá quién dijo que le dejaría la casa sola para tomarse unas vacaciones.
Nick realmente estaba tan emocionado como aterrado. Decidió mandar en el grupo de WhatsApp del instituto la invitación a su pool party con fecha y hora.
Para su mala suerte, a nadie le pudo importar menos. El rubio fue ignorado por todos y siguieron hablando de estupideces que él deseaba no entrometerse.
La verdad, se había dado por vencido. No lograba tener una simple y puta relación amistosa con alguien, ni siquiera por redes sociales. Todo esto lo mantenía triste ¿Para quién era necesario? Solo para su madre.Se recostó en el sofá con Nellie, su perro mascota, mientras comía papas fritas y bebia soda hasta quedar dormido frente al televisor que estaba apagado frente a él. Hasta que habían pasado algo de unas 5 horas, eran las 10 pm. Y el timbre interrumpió su deprimente sueño.
No quería levantarse y tomó la manta para taparse hasta la cabeza e ignorar la puerta llamar. Una, dos, tres veces y no dejaban de molestar en la entrada principal.—¡Ugh! ¿Quién rayos es?—se levantó de su asiento. El timbre sonó, otra vez—¡Ya va!
Llegó y abrió con sus manos la perilla. Se llevó, para su sorpresa y no, no era un maldito vendedor, sino un compañero de su curso. Asistía cargando una caja de latas con bebidas. Aquel chico vestía una bermuda de baño y una remera blanca junto a su mochila.
—Hola Nicholas—saludó el rizado besando la mejilla del rubio—¿Aquí es la fiesta?
Hizo memoria. Claro que lo conocía, Charlie Spring.
—lo siento. No debías venir—miró el suelo, apenado, mientras jugaba con sus pies—no ha venido nadie...
—no importa—le sonrió —traje vodka —alzó un poco la caja para mostrarle lo que cargaba.
—no sé...no sé que decirte.
—con un "entra" estoy bien —dijo tranquilo—vivo lejos de aquí, no me hagas volver. Sería malo de tu parte.
—no quiero hacerte ir de nuevo, lo siento —se encogió de hombros—te dejaré pasar.
—graciass—se adentró —ya verás que haremos de esto una fiesta de verdad—dejó las bebidas en una mesa y su mochila sobre el sofá.
—pero somos...dos—dijo mientras Nellie bajaba las escaleras .
—somos tres por lo que veo—rió acariciando al canino que fue hasta él para recibir mimos—se que tienes pisicina ¿O me equivoco?
Nick negó —no te equivocas. Ven, está aquí afuera.
Charlie lo siguió. Veía como la noche se asomaba por lo poco al ver el cielo.
El patio trasero tenia un hermoso pasto verde bien cuidado, unas hamacas, una parrilla y sin faltar, la piscina. El rizado quedó algo sorprendido, ya que el interior no solo era grande sino también por fuera.Corrió animado a los columpios como tal niño en un parque.
—pareces un nene de 5—dijo entre risas sin verse exagerado ya que no tenía tal confianza para reirse de de aquel chico.
Charlie escondió una sonrisa y volvió a pararse. Luego entró de nuevo a la casa. Nick lo miró extrañado hasta que lo vió regresar con dos latas en sus manos—un niño no toma vodka, toma—le ofreció una de estás al rubio.