finalmente llegó el sábado, y la noche ofrecía una cena de chicas en casa de valentina, una de ellas. florencia estaba rebuscando en su armario mientras esperaba a que momi, que le había propuesto prepararse juntas, estaba al caer. pensó que a lo mejor podía utilizar un body blanco y una pollera negra, pero lo descartó enseguida y se puso en búsqueda de otras opciones. se encontraba resoplando, sin saber que ponerse, cuando el timbre sonó y supo de quién se trataba.
~ florencia, ya llegó tu amiga. -le avisó rosa, su madre, desde la puerta, y se sintió como si tuviera diecisiete años otra vez y era una de esas noches en las que sus amigas pasaban a buscarla para encarar una noche de boliche juntas-
se asomó hasta el living y las encontró sentadas, una enfrente de la otra, riéndose de algo que compartían en su ausencia.
─ hola amiga -sonrió momi, levantándose del sofá para plantarle un beso en cada mejilla- ¿lista para la guerra?
─ lista -confirmó ella, exagerando también, y, después de sonreírle a rosa que las miraba entretenida y negaba con la cabeza, ambas se perdieron en los pasillos de aquella casa-
─ traje de todo amicha, necesito tu ayuda para decidirme.
─ y yo todavía no sé qué mierda me voy a poner, pato, así que también necesito que me ayudes a elegir.
la vieja habitación que flor solía usar en la casa de sus padres se convirtió en un lío de ropa, maquillaje, y zapatos por todas partes en cuestión de segundos. conectaron un mini parlante que tenía florencia ahí, a bluetooth, y, mientras hablaban por encima de la música, se decidían por que outfits escoger. al final momi optó por un vestido negro, muy ceñido al cuerpo, y unas botas largas que, según florencia, le quedaban excelentes. flor, se decantó por utilizar un top negro de tirantes, una pollera de jean bastante más corta de lo que ella había creído que era, y unos borcegos negros que solía usar en la diaria. se maquillaron con suma atención, de vez en cuando mirándose de reojo en el reflejo del espejo, comentando cosas sin sentido al azar y, al terminar de alistarse, se colgaron sus carteras en sus respectivos hombros para abandonar la habitación. ambas decidieron dejarse el pelo suelto, dándole así vía libre a los mechones de sus cabelleras para que acaricien sus clavículas sin timidez alguna, y se despidieron de rosa entre besos, abrazos, y promesas con respecto a pasarla bien aquella noche de amigas.
el trayecto de lanús a la casa de valentina lo hicieron entre más conversaciones, karaokes bizarros, y risas por parte de florencia dado al tremendo viaje que había hecho momi por ir de su casa, en plena capital, para sumergirse en las calles del conurbano bonaerense para pasarla a buscar, y, de ahí, salir juntas y volver a manejar hasta caba. momi, siempre siendo tan ella, solamente alegaba que no le importaba para nada irse al fin del mundo, si eso le daba la certeza de pasar más tiempo con su amiga que tanto quería, y que también había estado extrañado. al llegar al edificio, donde actualmente vivía valentina, llamaron al telefonillo y esperaron a que desde arriba les diera el acceso a poder entrar. subieron el ascensor entre risas, sacándose varias fotos juntas mientras posaban torpemente frente al espejo, y una vez frente a la puerta, golpearon los nudillos, ansiosas, esperaron a ser atendidas.
─ hola mis chicas lindas -saludó marian al abrir la puerta-
momi abrazó a marian en forma de saludo, diciéndole que estaba muy linda esa noche, y se metió dentro para darles la oportunidad de aquel abrazo, digno de reencuentro, al que se habían entregado florencia y marianela al nada más tener la oportunidad de poder hacerlo.
─ qué rubia y qué linda que estás -le dijo marianela, apretando más el abrazo que sus cuerpos mantenían-
─ ¿te gusta? -preguntó florencia entre risas, disfrutando del calorcito en el pecho que le ofrecía el contacto con su amiga-
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