en una cafetería palermitana, con unos días más de nafta sonando en los airpods, esperaba a que su amiga finalmente llegue a su encuentro. a pesar de ser viernes el día pintaba ser tranquilo, el clima era bajo, y la brisa del viento pedía a gritos algo calentito para equilibrar sensaciones.
─ ¡amiga! -exclamó valentina, realmente emocionada y eufórica, desde la puerta de entrada de la cafetería-
florencia le sonrió con ternura desde su mesa, poniéndose de pie al visualizarla entre la gente, y abrió los brazos al aire en busca de un abrazo reconfortante, de esos fuertes que suelen darse en las bienvenidas, que le recuerde el cariño de su gente.
─ hola valentiaga -saludó con voz aguda al abrazarse al cuerpo de valen, que sonreía y la apretujaba entre sus brazos- ¡qué hermosa estás!
─ para hermosa ya estás vos -devolvió el halago- y este pelo rubio que ven mis ojos?
─ me hice unos reflejos hace unas semanas y todavía no se me van -se rió- creo que en cualquier momento vuelvo al mismo tono de siempre.
─ me encanta como te queda -dijo valentina, sentándose en la silla que estaba justo enfrente de la de florencia- ¿cómo estás? ¿viajaste bien?
─ excelente, amiga. llegué ayer a la noche y me fui directa al hotel, tenía un sueño que no podía evitar cabecear para todos lados. y estoy bien, un poco ansiosa. ¿vos?
─ qué bueno verte -insistió val, mordiéndose el labio, sin poder creer que de verdad ella estaba enfrente suyo- yo todo bien, trabajando a full como siempre.
─ mejor que abunde el trabajo y no que falte -se hizo la seria, alzando las cejas de forma divertida-
─ esa frase hecha.. -carcajeó- ¿ya pediste algo para tomar?
─ te esperaba para hacerlo juntas.
el mozo llegó, tomó nota del pedido, y un rato después apareció de nuevo con sus medialunas rellenas de jamón y queso y dos cafés. florencia ponía a su amiga al tanto de su vuelo, se reía con ternura cada vez que le decía que estaba contenta por verla de nuevo por buenos aires, y valentina comenzó con su interrogatorio.
─ y mi titi? -preguntó después de darle un sorbo a su taza humeante de café- debe estar enorme ya, me imagino.
─ ella bien, anda bien. grande, sí. me hizo prometerle que vendría también en poco tiempo y se quedó en casa con una amiga mía, que la conoce y se llevan bien.
─ ¿está contenta con las novedades?
─ sí, quiere venir para acá todo el tiempo -se rió al recordarla- esta mañana me escribió y me pidió exclusivamente que le mande foto de todo lo que haga.
─ tengo muchas ganas de verla -confesó valentina- la extraño un montón.
─ y ella a vos, amicha, te lo prometo. siempre que hablamos de vos dice que te quiere y que desea pasar más tiempo a tu lado.
valentina la miro haciendo un pequeño mohín, anotando en su mente que le escribiría al llegar a casa, y le pidió a su amiga que siguiera contándole cosas de ella. pasaron el rato charlando, bebiendo café, y disfrutando del sabor que les ofrecían sus medialunas al ser mezcladas con el café. florencia le actualizo sus nuevas ideas, los propósitos que tenía con su visita rápida a buenos aires, y valentina la escuchaba aportando de vez en cuando sus opiniones al respecto.
─ bueno.. ¿y la academia? fuiste ya a ver cómo es todo?
─ voy el lunes a la mañana, tipo 8:45 creo que era el horario de reunión. paso por ahí, chusmeo como es todo el lugar, y vamos a hablar de todo lo que supone empezar a trabajar ahí.
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