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4139 palabras.

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Orfeo caminaba entre la penumbra, la niebla y las sombras constantes del Velo.

Bajo su capa, llevaba un ciervo muerto sobre los hombros, con las cuatro patas colgando a ambos lados del cuello y sobre el pecho. Debajo de la capa, su olor quedaba oculto por el suyo.

Encontrar un ciervo para cazar había sido la parte fácil. Encontrar uno al que consiguiera sorprender y romperle el cuello para que no derramara ni una gota de sangre fue difícil. No podía llevar un cadáver sangrante a través del Velo sin llamar la atención y tener que luchar con Demonios por su carne.

También había otro problema. Si el ciervo le hacía perseguirlo, lo consumiría en un subidón inducido por el frenesí de la caza.

Aun así, había conseguido completar su tarea para Reia en un día, agradecido de que un ciervo solitario hubiese conseguido separarse y asentarse poco después de que él matara a un puñado de los miembros de su manada en un arrebato.

Levantó la mano derecha, un amarillo brillante llenó su visión mientras su mirada se posaba en lo que tenía entre manos.

Espero que esté contenta con lo que he encontrado.

Conseguirlo había sido fácil, pero conservarlo había sido difícil. Se relamió la lengua dolorida e hinchada contra el paladar y se estremeció.

¿Una recompensa? Orfeo esperaba que ella le diera algo a cambio.

Una sonrisa. Otro abrazo como el que había obtenido antes de marcharse. Una caricia en su cuerpo como la que ella le había dado cuando tuvo ese extraño sangrado que sólo tenían las mujeres humanas que él había tomado. No sabía que les producía dolor y seguía sin saber cuál era su función.

Bajó el brazo para sujetar lo que sostenía con cuidado, asegurándose de no romperlo en él

agarre de su gran mano.

El paseo fue relativamente corto, ya que no transportaba a un humano y no necesitaba ir al ritmo de sus cortas pisadas. Por supuesto, los habitantes de la frontera, como los que vivían cerca de su casa, intentaban preguntarle qué llevaba cuando se acercaban lo suficiente, sabiendo que debía tener algo bajo su capa de forma extraña. Ahuyentarlos era fácil. Un simple chasquido de sus fauces en señal de advertencia y retrocedían.

Si hubiese estado sangrando, habría sido otra historia.

A pesar de lo emocionado que estaba por volver con su pequeña humana, tenía una inquietante sensación de temor. Le preocupaba encontrarla muerta o ausente

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A medida que se acercaba a su casa, el olor a sangre de demonio derramada se infiltró en sus sentidos. No le prestó mucha atención. No podía oler la sangre de Reia en el viento, lo que significaba que no estaba herida. Los Demonios a menudo se hacían daño, se mataban, se comían; su sangre maloliente no era motivo de alarma.

Ella sigue aquí. Su olor era fuerte. Se había quedado como prometió, y su tensión se alivió.

Sin embargo, había otro olor. El olor de la sangre Mavka. Él no sabía lo que eso podría significar.

Había demasiados Demonios a su alrededor como para que corriera. Sabía que lo perseguirían y que podría perder la carne que pretendía darle a Reia, pero aceleró sus largas zancadas.

Salió del bosque y llegó al principio de la explanada.

Su vista la encontró inmediatamente de pie en medio del patio, frente a él. Con sus mechones de pelo a la luz del sol, su piel nívea y sus brillantes ojos verdes, ella le sonrió.

𝐀 𝐒𝐎𝐔𝐋 𝐓𝐎 𝐊𝐄𝐄𝐏 (Traducción al español) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora