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2267 palabras.

△Este capítulo contiene escenas sexuales, léase bajo su propia responsabilidad.

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Orfeo se despertó con un terrible dolor en la ingle. Del tipo que era intenso y penetrante en su polla, incapaz de ser ignorado. Mantenía la visión oscura, pero su mente se estaba despertando.

Jadeó, acercando la suavidad y la calidez de Reia a su abrazo, apretando las caderas contra su regordete trasero. Aquella simple caricia le hizo estremecerse.

Se había quedado dormida en sus brazos poco después de haber tenido sexo y él la había estrechado contra sí, contento de que durmiera en sus brazos, en su cama, bajo sus pieles, desnuda y flácida de placer contra él. Su leve respiración lo había adormecido, el ligero latido de su corazón, que sentía a través de su espalda e irradiaba en su pecho, había sido tranquilizador.

Debería seguir durmiendo, pero estaba inquieto.

Cada vez que respiraba, aspiraba su aroma a saúco y rosas rojas, pero eso era sólo la base. Estaba el olor de su dulce excitación, de sus orgasmos picantes mezclados con su lubricante y su semilla. Era una mezcla enmarañada de olores que le decían a cada bocado que acababa de acostarse con ella.

Su olor le estaba volviendo loco. Ella estaba marcada a fuego, con el olor de

su cuerpo y su semen, y él quería más.

Orfeo soltó un suspiro cuando sus caderas se movieron incontrolablemente hacia delante, con su polla buscando el consuelo de la calidez y las paredes internas cubriéndola.

Movió el brazo desde encima de ella y se la agarró. Se me ha salido. En sueños, bombardeada por distintas sensaciones, su polla se había extendido hasta sobrepasar los tentáculos que ya no la retenían.

Le dolía de una forma que ningún humano podía entender. Había una razón por la que sus tentáculos retenían su pene. No le gustaba estar destapado durante largos períodos de tiempo y necesitaba el calor húmedo de ellos o estar enterrado en su hendidura, o en la de ella, y le escocía estar sin protección durante tanto tiempo sin estímulos que hicieran que su lubricante se filtrara. Sólo podía imaginar cuánto tiempo había estado así de hinchado y

libre.

Su cuerpo estaba excitado por lo de antes, por haber sentido por fin a Reia, por estar conectado a ella y que ella quisiera compartir sus cuerpos.

Pero ella estaba dormida, y él se avergonzaba de haberse permitido llegar a ese estado de profunda excitación cuando ella era vulnerable.

Con la palma de la mano, apartó las caderas de ella y empezó a empujar hacia abajo. Contuvo sus gemidos mientras intentaba contener sus estremecimientos de disgusto por lo que estaba haciendo. Un dolor incómodo le recorrió la ingle y su polla protestó.

Estaba demasiado hinchada para hacerlo, demasiado dura, pero empujó de todos modos. Sus tentáculos se retorcían, tratando de ayudarlo y esperando a que empujara lo suficiente como para poder abarcarlo hasta la cabeza.

La tensión endurecía sus músculos, haciendo que su pelaje y sus aletas se erizaran.

No hubo suspiro de alivio cuando lo envolvieron por completo. No cuando la base ejercía una fuerte presión sobre sus entrañas detrás de la costura.

—¿Orfeo? —oyó que le preguntaba su voz somnolienta y aturdida.

—Lo siento. —carraspeó, limpiándose la mano en el pelaje del muslo para eliminar de él el lubricante, que estaba más espeso de lo normal por haberse secado, y así poder frotarle suavemente el brazo. —No pretendía despertarte. Vuelve a dormirte.

𝐀 𝐒𝐎𝐔𝐋 𝐓𝐎 𝐊𝐄𝐄𝐏 (Traducción al español) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora