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3223 Palabras

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Reia estuvo a punto de pegar un grito mientras intentaba subirse a la silla del comedor que habia empujado hacia los altos armarios de la cocina a los que no podía llegar cuando Orfeo la levanto y la hizo sentarse en el pliegue de su codo.

―Te dije que no hicieras eso, Reia. ―Le espetó mientras la levantaba para que pudiera alcanzarlo, rodeándole el torso con el antebrazo y la mano para mantenerla firme. ―Si quieres algo, me gustaría ayudarte. ¿Qué necesitas?

Una sensación de calidez le recorrió el vientre mientras sus piernas colgaban en el aire bajo el brazo de él, confiando plenamente en que no la dejaría caer.

―Cuando tome la sal la última vez, vi que guardabas aquí las campanillas y algunas cuentas. Quería tomar algunas. ¿Te parece bien?

Abrió las puertas del armario y metió la mano dentro cuando él la acerco.

―Puedes tener lo que quieras dentro de nuestra casa. ―Él le acaricio la mandíbula en señal de afecto, algo que empezaba a hacer con más frecuencia.

Nuestra casa. Él siempre la llamaba así, y ella se preguntaba cuándo habia empezado a verla de ese modo.

Algo habia cambiado desde hacía unos días. Después de tocarlo, Reia se sentía cada vez más cómoda aquí con él. Seguía sin sentirse libre, pero ya no se sentía tan enjaulada contra su voluntad.

Tal vez fuera porque él era más afectuoso. La distancia física entre ellos ya no se debía a que él la obligara debido a su preocupación por la desconfianza que ella sentía hacia él. Ahora era porque simplemente era así. Ya fuera porque ella cenaba mientras él estaba sentado al otro lado de la mesa jugueteando con algo, o porque él se sentaba cerca de ella en el jardín. Se dio cuenta de que cada día se acercaba más y más, hasta que temió que se sentara encima de ella.

Como su ciclo mensual habia terminado, se le permitió volver a estar fuera. Él siempre estaba cerca, pero ya no sentía la necesidad de acecharla. Reia no sabía si eso se debía a que realmente pensaba que ella estaba a salvo o a que llevaba su espada consigo.

Eso le dio libertad para empezar a tallar una silla adecuada para ella, y ella lo habia observado el día que talló un árbol para poder empezar a constituir sus cosas. También lo hacía para asegurarse de que tenían leña suficiente para las noches más frías.

Entrenaba con ella todos los días con la espada, y su sugerencia del día anterior de que arrastrara a un Demonio dentro del círculo para que ella lo matara habia sido, cuando menos, impactante. Habia sido uno pequeño, y le habia tenido más miedo a Orfeo que a ella, pero habia sido capaz de matarlo sin incidentes.

Sola habia sido una vez. Él habia dicho que era porque quería ver si ella podía hacerlo. Quería ver como reaccionaba ante un verdadero demonio corriendo hacia ella. Él habia estado de pie justo al lado a poco distancia para salvarla de cualquier daño si algo salía mal.

No lo habia necesitado, y su confianza en sus capacidades creció.

―¿Por qué querías estos objetos? ―Le pregunto mientras la ponía de pie con cuidado y devolvió la silla al lugar que le correspondía.

El calor subía a sus mejillas, pero contuvo su vergüenza rápidamente.

―Me estás haciendo una silla para fuera, pensé que podría hacerte algo.

El cuerpo de él se tenso, a medio camino de empujar la silla, antes de que su cabeza se disparara hacia un lado para mirarla tan rápidamente que hizo ese extraño sonido de traqueteo.

𝐀 𝐒𝐎𝐔𝐋 𝐓𝐎 𝐊𝐄𝐄𝐏 (Traducción al español) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora