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3158 palabras.

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Reia se sentó ante una larga mesa de banquete, sintiéndose ridícula, ya que había al menos veinte asientos y sólo tres de ellos estaban ocupados. Las sillas eran grandes, y los dedos de sus pies apenas rozaban el suelo cuando se sentó en la suya.

Las paredes eran de piedra con más cortinas rojas y un tapiz que descansaba contra la pared detrás de la silla principal. Dos lámparas de cristal estaban apagadas sobre ellas, mientras que dos grandes candelabros descansaban sobre la mesa. La mesa era de roble pulido brillante con motivos naturales en forma de remolino y tenía sillas a juego.

Con la cabeza baja, miró a través de las pestañas a Katerina, sentada frente a ella. Jabez estaba sentado a la cabecera con las botas sobre la mesa e inclinado hacia atrás.

No había podido dormir en casi toda la noche. Dando vueltas en la cama, no había podido dejar de pensar. Echaba de menos a Orfeo y su preocupación por él no le permitía descansar bien. Sabía que debía de estar angustiado, y que estaría preocupado.

Casi podía imaginárselo lloriqueando mientras corría hacia aquí, y eso hizo que su corazón le doliera terriblemente.

Estaba cansada cuando se sentó con ellos, empujando la comida por el plato mientras intentaba comérsela. Era un buen desayuno de huevos y bacon.

Era más bien un almuerzo tardío. El sol brillaba contra las ventanas, en lo alto del cielo, pero estas estaban ennegrecidas por algún tipo de magia que impedía que los Demonios del interior del castillo se quemaran con su luz.

Ella quería comer. No había tomado un desayuno frito normal como este desde que había empezado a vivir con Orfeo, pero su estómago revuelto no podía soportarlo.

Katerina y Jabez estaban hablando entre ellos, siendo demasiado juguetones porque él obviamente lo exigía a pesar de que Reia estaba sentada allí. No le gustaba su descarada mirada sobre ella.

—No creía que los elfos fueran reales. —comentó Reia, tratando de redirigir su conversación.

—No en este mundo. —respondió él cruzando los brazos detrás de la cabeza y estirando su cuerpo semidesnudo, lo que hizo que sus músculos se ensancharan. —Vengo de otro mundo, como todos los Demonios.

—¿Usando un portal para llegar aquí?

Orfeo había mencionado un portal.

—Así es. Venimos de una tierra parecida a esta, pero llena de Elfos y Demonios. Los Elfos son nuestro alimento, pero son muy rápidos, fuertes y tienen magia. Yo soy el producto del apareamiento de un Demonio y un Elfo.

—Si son cazados por comida, ¿por qué un Elfo tendría sexo con un Demonio entonces?

—¿Quién dijo que fuera consentido? —replicó con un gruñido.

Parecía que esto no le gustaba, que su nacimiento fuera producto de una acción tan violenta...

—Como cuando comen humanos, los Demonios cambian. Se vuelven más inteligentes, más fuertes y obtienen deseos extraños, como actuar de forma similar a los humanos y los elfos e imitarlos. Que yo sepa, soy el único híbrido. —Levantó la mano y agitó sus orejas puntiagudas. —Me persiguieron por lo que era, porque soy una abominación para los elfos. Así que escapé con la magia que tenía de nacimiento, y gané más comiéndolos hasta que pude crear un portal.

—Y ese portal te trajo hasta aquí. —terminó Reia por él, poniéndose los dedos sobre la boca pensativa.

—Exacto. —Volvió a ponerse la mano detrás de la cabeza. —Y entonces traje a los Demonios aquí para que pudieran comer y pudiéramos volver algún día y destruir a los Elfos.

𝐀 𝐒𝐎𝐔𝐋 𝐓𝐎 𝐊𝐄𝐄𝐏 (Traducción al español) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora