𝟙

178 16 3
                                    


― Desde que tenemos memoria los monstruos han existido.― Dijo Reia con voz severa pero aburrida. Levantó los brazos para permitir que la sacerdotisa la vistiera hábilmente con un vestido blanco. ― ¿Por qué ahora creen que yo soy la culpable?

El vestido que se deslizaba por su cuerpo era bastante simple. Acaricio su torso antes de colgar libremente por sus caderas y piernas. Los puños estaban decorados con volantes de encaje que cubrían sus muñecas casi por completo, balanceándose por debajo de las rodillas cada vez que ella se movía.

Aparte de las mangas, el único lugar que donde había encaje era alrededor de su cintura, para después bajar por su abdomen y caer en forma de "V" hasta sus rodillas.

Parecía de muy mala calidad, pero era increíblemente suave, como si fuera una nube de algodón contra su piel sensible.

― Tú sabes por qué.― respondió la sacerdotisa con desdén. ―Nos han dicho eres de mal augurio.

La sacerdotisa, eso era todo lo que Reia conocía acerca de ella. No compartieron sus nombres y estaba vestida con una capa blanca que estaba ornamentada con símbolos y runas moradas cosidas en el borde de la capa. Cada pliegue alrededor de la capucha, de las mangas, la abertura en el centro e incluso en el dobladillo que estaba rozando el suelo, estaban cubiertos por runas moradas.

Todos a su alrededor llevaban máscaras de arcilla blanca con detalles morados decorando cada una de ellas. La mujer que la vestía había decidido pintar unos ojos de gatos, cubriendo el espacio del visor con malla blanca para que nadie pudiera mirar el mínimo detalle de su rostro, mientras que en sus labios estaban pintados con oro y solo había una pequeña abertura para que su voz pudiera escucharse.

Ella sonaba mucho mayor que los veintiséis años de Reia, pero en lugar de la amabilidad con la que se había dirigido al resto de la aldea, en este momento Reia solo escuchaba soberbia y cinismo.

Se vio obligada a verse en el espejo ovalado de su pequeña habitación que era toda su casa. La capa de la sacerdotisa removió todo el polvo que Reia no había lo grado limpiar. El polvo brillaba a la luz del Sol matutino que inundaba la habitación y el suelo de madera, sin ningún indicio de lo espeluznante que sería el resto del día para ella.

En contraste, se veía hermoso, pacífico e incluso acogedor, y a pesar de ser primavera ni una flor florecía bajo la nieve restante. Frente a ella estaba su espejo de cuerpo entero, junto a este estaba su cama individual tallada en madera soportando el colchón más incómodo conocido en la creación. Normalmente hechos de pelusa, piel y lana, el suyo estaba hecho de paja y heno.

Al otro lado de la habitación había una pequeña estufa de piedra que tenía que encender un fósforo para cocinar, solo había una pequeña mesa con una sola silla, ya que nunca tenía visitas, estaba al lado de la chimenea en esta desordenada casa. El último mueble que poseía era un armario que contenía la ropa que ella misma había hecho a mano con tela gastada que encontraba, la gente del pueblo temía hacer la ropa que usaría.

Ella no poseía nada más.

Nada de joyas, nada de decoración en su hogar, ni cuadros bonitos, ni nada más. Reia no poseía nada más que esa pequeña casa que había sido construida en las afueras de la ciudad para ella, muy cerca del muro de madera que rodeaba todo por seguridad.

Estoy segura de que una vez que me haya ido, quemaran por completo esta casa.

Estaba helada ya que había sido construida toscamente. A lo largo de los años, se las había arreglado para tapar los agujeros que encontró en la madera con la tela restante, todo para evitar que entrara el viento.

𝐀 𝐒𝐎𝐔𝐋 𝐓𝐎 𝐊𝐄𝐄𝐏 (Traducción al español) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora