2.1 🐈‍⬛

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Al despertar ambos príncipes se tenían que prepararan para emprender el viaje al imperio de las rosas. Las doncellas desde muy temprano les llevaron fruta a la cama con algunos panecillos, leche, jugo y vino. Luego se retiraron sin hacer ningún comentario al verlos de nuevo en la misma cama.

Rae se puso de pie, tomando su bata de seda negra para tapar su desnudes y acerco la gran charola de plata a la cama. Comenzaron a deleitarse de la comida mientras las doncellas traían su respectivos trajes de batalla sobre un sillón en la habitación del príncipe Rae.

Ya era costumbre que ambos se prepararan para su dia en la misma habitacion como si fueran un matrimonio, sin embargo siempre resaltaba la ropa de Jieun, pero esta vez todo era una pila de ropa oscura, con bordados rojos y cuero negro.

Jieun aún emocionado pero curioso se levanto poniéndose su bata de seda blanca y tomando un plato con trozos de manzana. Hizo un puchero al revisar que nada de lo que habian traído era de su gusto.

---¿Qué pasó Jieun?---Pregunto Rae con una mueca divertida en el rostro, casi conteniendo una carcajada. ¡Que esperaba, que en las misiones se llevara ropa que resaltara!

---¡Es horrible!

Rae no puso soportarlo más y se río con fuerza, mostrando su sonrisa de gatito.

---¡Vamos a una misión, no necesitamos resaltar! Cuando regresemos podrás seguir burlándote de los colores de mi casa.

Jieun cruzo los brazos dando por hecho que no podía contradecir en esto al príncipe heredero. Sin embargo su frustración pasó a segundo plano cuando llegaron las espadas y literalmente las arrebato de las manos de una doncella que se ruborizo al tener al principe Jieun muy cerca.

Debía reconocer que el príncipe Jieun era sumamente hermoso. Jieun no paso desapercibido su sonrojo y antes de volverse hacia las espadas en sus manos le guiño un ojo de forma pícara. La doncella casi se desmaya y el príncipe Rae, solo rodó los ojos y echo a todos de su habitación.

La primera espada era simple, un mango con cuero negro con un adorno colgante del mismo color. El metal también era oscuro y tenia grabado una pantera, era obvio que algo tan aburrido le perteneciera al principe heredero. Así que la dejo a un lado y dio leves brinquitos de emoción para tomar la segunda espada, la cual era mucho más lijera.

Un recuerdo de hace años le hizo sonreír antes de sacarla de su estuche y quedarse sin aire de nuevo ante tal belleza y lo mejor era que le pertenecía.

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Jieun permanecía escondido detrás de una columna del palacio mientras observaba al príncipe Rae practicar con su maestro el arte de la espada. Veia como el maestro le enseñaba la postura correcta y como debia sostener la espada de madera, luego empezaron a aprender algunos movimientos antes que comenzara la verdadera practica.

Realmente era emocionante lo que sus ojos veían y sintió un poco de tristeza al ver que el no tendría la suerte de aprender ese arte, después de todo solo era un "visitante" en ese imperio.

Así que para consolara su corazoncito, después de desayunar, todos los dias, corría para observar al principe Rae asistir a sus clases con ese maestro, siempre desde la distancia y luego practicaba esos movimientos con una vara de bambú. Así pasaron varios meses hasta que Rae lo descubrio practicando.

Jieun se habia sentido observado y rápidamente se encontró con el rostro de Rae. Se puso nervioso y escondió la vara detrás de su pequeño cuerpo.

---¡Yo... puedo explicarlo!---Comenzó el príncipe Jieun sin embargo no sabía como iba a hacerlo. Era posible que terminará muerto después de esto.

El príncipe Rae lo miro y comenzo a caminar a su alrededor.

---¡Se muy bien lo que vi pequeño Jieun!

---¡Por favor ...

Rae había levantado la mano para que guardará silencio.

---¡Vamos deja eso, acompáñame Jieun!

Jieun trato de negarse, no sabia a donde quería que lo acompañará. Podía ser a los calabozos fríos del palacio o al tronco donde solían contarle la cabeza a las gallinas detrás de la cocina. Se tocó el cuello al imaginarlo.

---¡Lo siento, enserió! ¡Por favor, no volverá a suceder!

Sin embargo Rae no hizo ningún caso a sus suplicas y en cambio tomó su muñeca para llevarlo hacia el claro donde tomaba clases con su maestro. Jieun no podía poner resistencia o lo harían sufrir antes de matarlo. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus pequeños ojos negros.

---¡Alteza, buenos días!--- expreso con una sutil inclinación su maestro, pero luego desvío la vista al hermoso niño que acompañaba al principe. Un ser que parecía un ángel, una cosa delicada.

---¡Buenos días maestro! ---respondió Rae inclinándose también. -Te presento al principe Jieun.

Jieun hizo una reverencia

---Jieun tomará sus clases también...

---Jieun tomará sus clases también

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