6.1 🐈‍⬛

8 2 0
                                    

—¡Edicto Imperial!, ¡Edicto imperial!, ¡EDICTO IMPERIAL!

Grito un guardia real a todos los campesinos que se encontraban cerca de los arrozales antes que finalizará el día de trabajo.

Los pobladores se acercaron pero los murmullos no se hacían esperar, la sequía estaba ocasionando grandes pérdidas y aun que el emperador de las panteras había estado guardando provisiones en los silos por medio de edictos imperiales, estaban seguros que había sido una gran pérdida el robo que había cometido alguno de los imperios enemigos.

—El Emperador, ha permitido que el rio de las panteras que cruza el castillo imperial sea una parte redireccionado a los campos de arroz.

Los pobladores se sorprendieron ante dicho edicto, habían varios ríos que cruzaban el territorio de las panteras. El primero era el más grande y largo,  ya se usaba para regar los cultivos del área, pero con la intensa sequia comenzaba a mermar su cause además que el río nacía en territorio de las liebres. Lo que hacía que el agua que les llegaba era cada día menos.

El resto estaban más lejos y no se podía redirrecionar así que se utilizaban para otros propositos. El único que quedaba era el río que nacia en territorio de las panteras, era más pequeño y  pasaba detrás del castillo imperial. El rey tenia prohibido usarlo, ya que servía para la familia imperial desde hace varias generaciones atras.

El río nacía algunos kilómetros arriba de los arrozales y luego pasaba por el palacio así que su uso era prohibido y de uso exclusivo de los miembros de la realeza.

—Los trabajos de excavación se harán por la tarde después del  trabajo, si asi lo desean y será un trabajo pagado. Esto aumentará la producción y entonces podremos darle a los silos la mitad de la producción.

Los pobladores siguieron murmurando más que todo por que no podían permitirse dar la mitad si no se producía lo suficiente.

El guardia enrollo de nuevo el  pergamino con el edicto real y se monto a su caballo para regresar por donde vino. Solo entonces los pobladores se acercaron a su jefe, que se mantenía pensativo. Había trabajado en esos arrozales desde que tenia memoria y nunca había pedido ser el jefe pero allí estaba, era uno de los que más experiencia tenía.

Sabia qué si querían salvar la producción de arroz, ese río tenia que redireccionar en menos de dos semanas. Así que se subió encima de una piedra y comenzó a explicar lo que haría.

—Los jóvenes trabajaran desde la mañana  en la escabacion y los más adultos en los arrozales. Por la tarde los adultos se reunirán con los jóvenes para seguir con la escabacion.

Un joven muy parecido al jefe  se acercó y lo ayudo a bajarse de la piedra.

—¡Me gustaría dirigir la escabacion padre!

Su padre asintió y le dio un golpe suave en la espalda.

—¡Ve a dar una última revisión al río de las liebres y luego nos iremos a casa. Tu madre comenzará a preocuparse si no llegamos.

El chico asintió y se quito su sombrero de arroz, el sol ya se estaba ocultando asi que no habia motivo para seguirlo usando. Camino entre los arrozales por varios minutos, recogiendo algunas piedras y observando como perfectamente caía la tarde y pintaba las posas de colores naranjas y rojos.  Era algo fascinante y digno de apreciar por varias horas.

Sin embargo tenia hambre y quería llegar a casa, así que después de un largo suspiro, continuo su marcha hasta que se encontró con la orilla. El río de las liebres  estaba más calmado qué nunca, aun que eso no era del todo cierto. El río tenia corrientes bravas que podrían arrastrar hasta una vaca. Así que no le sorprendía encontrar de vez en cuando algunas pertenecías de las liebres y no digamos si había habido una tormenta.

El chico comenzó a tirar las piedras qué había traído para ver como las corrientes se las llevaban en pequeños remolinos. Hasta que se dio cuenta de los pedazos de maderas qué habían por todos lados, sin contar las ruedas y los caballos que no habían sobrevivido.

Su corazón palpito, era obvio que los restos pertenecían a un carruaje y que probablemente habían víctimas. Comenzó a gritar para alertar a los otros campesinos pero nadie asistía a su llamado. Ya era muy tarde para que alguien estuviera aun en los arrozales.

Siguió caminando y entonces los vio. Además de los caballos contaba a cuatro personas. Corrió a su auxilio, pero estaba seguro que ya era demasiado tarde. Sin embargo intento encontrar el latido de su corazón,  poniendo su oreja contra su pecho y utilizando sus dedos cayosos para tocar las venas de su muñeca y su cuello.

No era un experto, estaba replicando lo que había visto hacer a un doctor. Primero lo hizo con el señor y no encontró ningún latido, luego con las mujeres y por último con la chica más joven.

Estaba a punto de darse por vencido pero pudo sentir después de unos segundos el latido débil de su corazón, no lo pensó dos veces, la volteo y empezo a darle palmadas en la espalda. Esperaba que con eso despertara, no sabia si estaba haciendo lo correcto. No sabia  siquiera como  sacar el agua que habían tragado sus pulmones, simplemente rezaba al cielo con los ojos empapados de lágrimas a que funcionará.

La chica comenzó a tocer despues de largos y torturosos segundos . El chico agradecido, dejó escapar el aire que había estado conteniendo y la ayudó a expulsar todo el agua que había tragado.

La observo en el preciso momento que abrió los ojos y si no fuera por la oscuridad hubieran dicho que estos era de un color carmesí...

The Panther Empire Donde viven las historias. Descúbrelo ahora