3.1 🐈‍⬛

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Parecía ser una mañana cualquiera, las hojas de las rosas goteaban ligeramente con rocío, los pájaros cantaban y los peces brincaban con alegría en la fuente del castillo del imperio de las rosas.

Jangmi se mantenía sentada después de haber dado un último paseo por los jardines de rosas del palacio, observando la perfecta calma del reino, haciendo oídos sordos del alborto dentro del palacio. Esa mañana antes que empezarán a levantarse todos, había llegado una paloma con el pecho rojo y todo se había descontrolado.

Había vivido todos esos años oculta en el palacio, nadie sabía que la próxima en tomar en trono del imperio de las rosas era una chica sin embargo de alguna manera se había filtrando y la vieja profecía había resurgido de las cenizas.

Estuvo todos esos años esperando que no fuera verdad, que algún otro imperio tuviera otra princesa, sin embargo nada había sucedido.

El imperio de las panteras había perdido a su reina muy pronto y solo tenían un príncipe heredero. El imperio de los osos había tenido un solo nacimiento y extrañamente el niño había estado enfermo hasta que hicieron un pacto con la luna y a cambio su cabello había pasado del negro al blanco. El imperio de las liebres en cambio tenía tres fuertes príncipes y el imperio de los lobos, era el imperio que más tenía esperanzas puesto que su rey tenía una reina y varias concubinas sin embargo el resultado habia sido el mismo.

Habían mentido por mucho tiempo diciendo que había sido un niño, su primo, evitando así la guerra por muchos años pero ahora la suerte estaba echada. Hace muchos años se había mandado en diferentes direcciones a una persona, que sería los ojos y los oídos del imperio de las rosas.

Su unico trabajo era mandar una paloma con el pecho manchado en rojo símbolo, que iban por ella y no precisamente a tomar el té.

Un viejo carruaje sin simbolos, ni banderas se aparco en la entrada del palacio, guiada por dos caballos comunes. Sus maletas comenzaron a ser subidas en ella y también subieron dos doncellas desconocidas para ella. Iría al imperio de los lobos, como concubina del príncipe heredero.

No sería más que eso, hasta que llegara el momento de confesar su verdadera identidad como futura monarca del imperio de las rosas.

---¡Jangmi!

Su padre se había sentado a su lado e intentaba llamar su atención.

---¡No quiero irme, padre! ¡Puedo ser una doncella aquí! ¡Puedo cortarme el cabello y hacerme pasar por un chico!

Su padre tomó sus manos y la miró con tristeza.

---¡Tienes que irte! En el momento que empiecen a ponerse las cosas duras por acá, nadie mantendrá el secreto.

Las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos y se mordio el labio inferior para evitar sollozar. La muerte de su madre había sido dura pero irse de su hogar estaba siendo aún peor.

---¡No quiero ser una concubina! ¡Ni siquiera quiero ser reina!

Solo quería una vida tranquila al lado de su padre y poder caminar por los largos jardines de rosas el resto de su vida.

---Lo se, pero la hermana de tu madre es una concubina del rey y fue la mejor forma que encontramos para ocultarte. Dicen que el príncipe es bueno y si gusta de tu belleza podrías ser su reina. Eso podría ser beneficioso en el futuro, el imperio de las panteras tiene una tregua con el imperio de los lobos.

---Si gracias al príncipe que vendieron a ese imperio.---Expreso con molestia, Jangmi cruzándose de brazos y quitándose las lágrimas. ---Debe estar encerrado en algún calabozo sin saber porqué tuvo tan mala suerte en la vida.

Su padre no negó sus palabras, era bien sabido que el rey no se había tentado el corazón al mandar al hijo de su concubina favorita a petición de su reina.

---Sin ese príncipe hubieran sido otros años de guerra en ese imperio, una vida a cambio de un imperio. ¡Un trato justo!

Las lágrimas regresaron a sus ojos, ¿Acaso no entendia que tendria un destino similar?, no se imaginaba todo lo que debia estar pasando ese príncipe y ante ese sentimiento sus ojos cambiaron de color. De almendra a fuego.

Su padre al ver esto, comenzó a frotar su espalda suavemente con nerviosismo. Por muchos años le habían enseñado a su pequeña hija a controlar sus emociones para evitar que ese color rojo apareciera.

---¡Tienes que esconder tus emociones Jangmi, o esos ojos serán tu perdición!

Jangmi estaba a punto de replicar cuando un fuerte estruendo los alerto. Ambos se pusieron de pie inmediatamente y vieron como un montón de plumas blancas regadas a su alrededor. Otra paloma había llegado y esta había golpeado la ventana del carruaje.

---¡Es hora!

Jangmi fue subida al carruaje sin despedidas. Para todos seguía siendo su primo el príncipe heredero del imperio de las rosas y ella la hija de su nana y mejor amiga de su madre...

 Para todos seguía siendo su primo el príncipe heredero del imperio de las rosas y ella la hija de su nana y mejor amiga de su madre

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