Estamos a unos días de la semifinal, y aunque tengo medio asumido que probablemente me iré yo, lo cierto es que me duele. Voy a echar mucho de menos todo esto.
La charla de la merienda me ha levantado un poco el ánimo, aunque Lucas no parase ni un segundo de picarnos a Juanjo y a mí. Será complicado volver a mi vida de antes sin todos ellos. Y más duro aún será tener que estar fuera sin mi agaporni. Mi Juanjo. Sé que él lo está pasando tan mal como yo, asique trato de mantenerme entero todo lo que puedo.
Echaré de menos las risas de mis compañeros, el ruido de los platos al meterlos en el lavavajillas e incluso los pequeños infartos que nos pega Noemí cada vez que habla por la megafonía.
- ¡En diez minutos os quiero en el sofá! –nos pide.
Junto con el resto de mis compañeros me dirijo a los vestuarios a lavarme los dientes.
- ¿Qué hay ahora? –pregunta Ruslana desde el lavabo de enfrente.
- Técnicamente, nada. Se suponía que teníamos toda la tarde libre para ensayar –le contesta Bea a su lado.
Un suspiro cansado se escapa de mi boca. No llevo mal la canción, pero quiero hacerlo lo mejor posible... aunque sea para despedirme.
- ¿Estás bien? –pregunta Juanjo sobre mi hombro, viéndome a través del espejo.
Yo solo asiento y él me abraza por la espalda mientras termino de enjuagarme la boca.
A las siete en punto Noemí nos vuelve a llamar. Como de costumbre allí estamos todos, diez minutos más tarde de la hora.
- Lo de la puntualidad no es lo vuestro eh –se queja, a lo que nosotros sonreímos apenados-. A ver marichochos, os quiero en fila delante de la puerta ya. Vais a bajar a vestuario, maquillaje y peluquería ahora mismo.
Todos nos miramos con cara de desconcierto. Este cambio de horario no estaba previsto. ¿Otra visita a vestuario? Nos levantamos algo confusos y nos agolpamos en la puerta roja.
- ¿Pero vamos todos a la vez? –pregunta Paul extrañado.
- Sí, señor –confirma Noemí.
Nos sacamos los micros y los dejamos en la mesa de la recepción junto con los móviles. Bajando las escaleras todos comentamos la situación con algo más de libertad.
- ¿Ha pasado algo Noe? –pregunta Naiara mientras persigue a la directora.
- ¿Qué iba a pasar? ¿Queréis relajaros? No se os puede montar una sorpresa.
Ante la última palabra a todos se nos ilumina la cara. ¿Una sorpresa? ¿Qué habrán hecho? ¿Y por qué tenemos que pasar por vestuario y peluquería? ¿Nos llevarán a algún sitio a todos? La cabeza me empieza a dar vueltas de tanta pregunta.
En cuanto ponemos un pie en la zona de vestuario vemos que algunas cosas han cambiado. Al lado de los tres probadores donde normalmente nos ponemos la ropa de las galas hay cuatro biombos, y delante de cada uno de ellos una funda de traje y unas cuantas cajas.
- Bien. Vais a seguir las órdenes y vais a hacer todo lo que os pidan –nos explica Noemí.
Los asistentes que normalmente nos ayudan con el vestuario, se colocan a nuestro lado y nos mueven hasta los probadores y biombos. Cada uno tiene una etiqueta con nuestro nombre, cosa que no había visto en un principio.
A Juanjo se lo llevan hasta el biombo del fondo, donde observa con curiosidad una enorme caja. Por un momento me mira alzando una ceja, a lo que yo respondo encogiéndome de hombros.