Con una respiración profunda me subo con cuidado sobre Juanjo que enseguida se acerca para besarme. Una de sus manos se enreda en mi pelo tirando ligeramente de él mientras la otra pega mi pelvis a la suya. El beso no empieza precisamente tranquilo por lo que enseguida notamos que la ropa nos empieza a sobrar. Me reincorporo encima suya y le ayudo a deshacerse del jersey, haciendo él lo mismo conmigo.
- Bonito –me dice recorriendo mi torso desnudo con la punta de sus dedos.
Un gemido se atasca en mi garganta pero sacando fuerza de voluntad de donde no la tengo lo empujo de nuevo hasta dejar su espalda pegada al colchón. Hoy es su día y voy a consentirlo aunque me vaya la vida en ello.
- Creo que esto no te va a hacer falta...
Con cierta agilidad me deshago de sus vaqueros, sus botas y sus calcetines a la vez que me descalzo. Me quedo con mis habituales pantalones anchos y le trepo de nuevo encima pero sin acercarme del todo.
- Ven, que me estoy muriendo –suplica tirando de mis brazos.
- Nop... -me niego mientras me siento a horcajadas sobre sus piernas y juego con la cinturilla de su ropa interior-. Hoy no hay prisa, ¿vale? Después de lo que me has contado, me he puesto... creativo.
Juanjo me mira divertido con una ceja enarcada. Alargo una mano por encima de su cabeza y cojo una de las botellas de aceite, descubriendo con felicidad un frasco de lubricante y una cajita de condones debajo. Sonrío con picardía sacando el contenido para enseñárselo.
- Excelente servicio
- Al salir le pongo cinco estrellitas, no te preocupes –responde él tirando de mí para pegarme a su pecho.
- ¡Ey! Lo de tomárnoslo con calma iba sobre todo por ti –me quejo aprisionado entre sus brazos.
- A la mierda la calma –murmura sobre mi cuello besando la zona con verdadero ahínco.
- Pena... yo que estaba pensando en usar esto... –saco la venda del bolsillo de mi pantalón y la desenrollo delante de su cara.
Sus manos pierden fuerza a mí alrededor y aprovecho para enderezarme. Con exagerada lentitud dejo que el extremo de la tela roce la piel de su pecho y baje por su abdomen haciendo zigzags consiguiendo que Juanjo cierre los ojos y se recoloque debajo de mí.
- Pensaba intercambiar una prenda por otra... –sugiero bajando su ropa interior varios centímetros permitiendo que la venda toque la nueva piel expuesta.
- Por favor... –me pide con los ojos brillantes de deseo.
- ¿Confías en mí?
- Siempre –susurra mirándome fijamente.
Coloco la venda sobre sus ojos con cuidado y la ato por detrás de su cabeza.
- Te amo –susurro en su oído.
Juanjo coge aire y lo va soltando poco a poco a medida que yo retiro la última prenda que lo cubre.
Estoy a punto de mandarlo todo a la mierda cuando lo veo acostado sobre la cama completamente desnudo, vendado, con los labios entreabiertos y a mi completa disposición.
- ¿Martin? –pregunta algo desorientado.
- Estoy aquí, tranquilo. Relájate, solo estaba disfrutando de las vistas...
Su cabeza vuelve a reposar sobre el colchón mientras yo abro la botellita de aceite. De rodillas sobre la cama dejo que un chorrito caiga sobre su pecho sobresaltándolo.