Llevamos una semana de agobio monumental. Trato de despejarme y centrarme en otras cosas todo lo que puedo, pero se acerca la final y no dejo de pensar en que Martin puede que no llegue. No quiero ni imaginármelo. Él lo tiene tan asumido que ya ha empezado a despedirse de gente por si acaso no los vuelve a ver. Es como si alguien me pegara una patada en la boca del estómago cada vez que lo hace.
Nuestros compañeros saben perfectamente que no lo estamos llevando nada bien asique tratan de distraernos y levantarnos el ánimo cada vez que nos ven de bajón.
Martin está metiendo los platos de la merienda en el lavavajillas con la mirada perdida. Le pasa mucho esta semana. Lo más probable es que esté despidiéndose de eso también. Creo que es la quinta vez en el día que me apetece llorar.
Justo cuando me acercaba, Noemí decide cortarnos la digestión con un susto de muerte al hablar por los altavoces.
- ¡En diez minutos os quiero en el sofá! –nos pide.
Con una mano en el pecho voy junto con mis compañeros a lavarme los dientes y a peinarme un poco.
- ¿Qué hay ahora? –pregunta Ruslana desde su lavabo.
- Técnicamente, nada. Se suponía que teníamos toda la tarde libre para ensayar –le contesta Bea a su lado.
Martin está lavándose los dientes mientras las escucha. Un suspiro sale de su boca. Además de pensativo lo noto preocupado.
Me acerco por detrás y apoyo mi cabeza en su hombro.
- ¿Estás bien? –pregunto mirándolo a través del espejo.
Él asiente y trata de sonreír, pero tiene la boca llena de pasta de dientes. Se agacha para enjuagarse y yo aprovecho para abrazarme a él. No sé que tiene su olor pero siempre me calma. Si se va no sé cómo voy a seguir con esto.
Noemí nos vuelve a gritar por megafonía para que vayamos al salón cuando ya pasaban de las siete.
- Lo de la puntualidad no es lo vuestro eh –se queja haciéndome reír al verla tan ofuscada-. A ver marichochos, os quiero en fila delante de la puerta ya. Vais a bajar a vestuario, maquillaje y peluquería ahora mismo.
Nuestras caras son un poema. Se suponía que teníamos tiempo para ensayar y ahora ¿nos mandan otra vez a vestuario?
Noemí aparece en la puerta mientras nos deshacemos de los micros.
- ¿Pero vamos todos a la vez? –pregunta Paul.
- Sí, señor –confirma ella.
Salimos trotando detrás de ella escaleras abajo.
- ¿Ha pasado algo Noe? –pregunta Naiara mientras persigue a la directora.
- ¿Qué iba a pasar? ¿Queréis relajaros? No se os puede montar una sorpresa.
¡Eh! Espera, espera. ¿Cómo que sorpresa? ¿Qué sorpresa? ¿Iremos a algún sitio y por eso nos tenemos que vestir, peinar y maquillar? Me muero. ¡Que igual respiramos aire puro!
Al llegar a la zona de probadores me fijo en que también hay biombos. Esto es nuevo. Cada uno de ellos está marcado con nuestros nombres y delante cuelgan un traje guardado dentro de su bolsa y cajas de diferentes tamaños.
- Bien. Vais a seguir las órdenes y vais a hacer todo lo que os pidan –dice Noemí.
Nuestra directora de vestuario se acerca a mí y me dirige al biombo del fondo, mientras veo por el rabillo del ojo como Arnau se lleva a Martin. ¿Y esta caja tan grande? Por un momento miro a mi chico desconcertado. Él parece entender lo mismo que yo, nada, porque se encoge de hombros y desaparece dentro de su probador junto con su asistente.