XX. Sorpresa

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Narra Derek

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Narra Derek

Llegué a mi casa con la adrenalina del partido aún recorriendo mis venas. Me dirigí directamente a la ducha, necesitando quitarme el sudor y el cansancio del cuerpo. Me duché lo más rápido que pude y me vestí decente. Con un suéter de colores claros, pantalones blancos y tenis marrones. Me miré en el espejo, asegurándome de que todo estuviera en su lugar. Estaba nervioso y emocionado al mismo tiempo.

Salí de casa y me dirigí hacia la bodega de Javi. Era un trayecto corto, pero cada segundo se sentía eterno. Cuando llegué, Javi ya estaba esperándome en la entrada, con una sonrisa en el rostro.

Derek: Gracias amigo —Lo saludé con un choque de manos—. No sabes cuánto significa esto para mí.

Javi: No es nada —respondió, dándome una palmada en la espalda—. Ya te habías tardado

Entramos en la bodega y ahí estaba, cubierta con una manta blanca. Mi corazón se aceleró al verlo. Era mi bebé, mi camioneta, que había dejado en manos de este wey por mucho tiempo. Me acerqué lentamente, con un movimiento suave, descubrí el auto.

Una Ford 1979 Pickup rojiblanca, hermosa. Pasé mi mano por el cofre, sintiendo la fría y lisa superficie bajo mis dedos. Era como si estuviera tocando el amor de mi vida.

Javi: Está intacta —dijo, observándome con una sonrisa—. La he cuidado bien.

Derek: Hola hermosa... —dije en voz baja, casi para mi mismo.

Abrí la puerta del conductor con la llave y el interior estaba perfecto. Justo cómo la dejé. Me subí y recorrí todo el volante con mis manos. Todos los recuerdos volvieron claros a mi mente.


— Flashback —

X: ¿Estás seguro muchacho? —preguntó el hombre que estaba a punto de venderme su camioneta vieja y casi inservible.

Derek: Si señor —dije, con una sonrisa.

Saqué el sobre amarillo de mi bolsillo trasero y se lo entregué. El sobre con casi todos los ahorros que tenía hasta ese momento, lo cual, para un niño de 18 años que gasta su dinero en las ridiculeces más grandes que se encuentra, era bastante.

X: Aquí están las llaves. Si tienes suerte aguantará hasta que llegues a casa —Recibí las llaves, con un llavero viejo de california.

Derek: Gracias

Me subí a la camioneta y la eché a andar. El motor sonaba como si fuera a explotar en cualquier momento y el escape sacaba humo como para hacerles creer a los bomberos que medio Barcelona se estaba incendiando. Aún así yo estaba más que feliz con mi compra y conduje hasta el único lugar seguro que tenía para llevarla. La casa de Javi.

Mi amigo, como siempre, era mi cómplice. Y es que no era una opción llevarla a mi casa. Si mis padres la veían empezarían los reclamos de porque gastó mi dinero y tiempo en cosas inútiles. Eso era para ellos, pero no para mi. Para mi era una hermosa camioneta clásica que me había puesto como propósito restaurar hasta que quedase como nueva.

A Segunda Vista - Mar SerracantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora