XXXIV. Nunca sale bien

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Narra Derek

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Narra Derek

Mar, Nuria y Aitana iban platicando sobre el partido y el viaje a Málaga mientras yo pensaba en las cinco mil posibles cosas de las que mis padres quieren hablarme. Seguramente su insistencia con la escuela de negocios y esas mierdas.

Llegamos y me estacioné cerca de la entrada, no planeaba tardarme. Aún tenía que llegar a cocinar la cena y las campeonas tienen hambre.

Derek: Ahora vengo —Quité la llave del hueco y abrí la puerta.

Nuria: ¡Corre!

Aitana: ¡Ya! —gritaban, haciéndome reír. La única que no reía era Mar, tenia una expresión preocupada.

Derek: No me tardo, ¿si? —Le sonreí, tratando de darle algo de calma.

Mar: Con cuidado

Asentí y me estiré hacia ella, apoyando una mano en mi asiento, para alcanzar a darle un corto beso en los labios.

Cerré la puerta de mi camioneta y suspiré antes de caminar hacia la entrada. Abrí, escuchando algunas voces en la sala que se callaron en cuanto se escucharon mis pasos.

Mi mamá, mi papá, Leo y Liv estaban ahí. Mi hermana con cara de no entender nada, mi hermano negando con la cabeza y mis padres... Mis padres estaban en un modo que nunca nadie debería conocer.

Derek: Hola —Intenté saludar, pero lo que me recibió fueron los gritos de mi padre.

Tomas: ¡Hasta que llegas! —Me miró de mala forma— Siéntate

Derek: ¿Que ocurre? —pregunté confundido.

Tomas: ¡Que te sientes!

Hice lo que dijo y me senté junto a mi hermana. La miré buscando una explicación por más pequeña que fuera, pero no encontré nada.

Joan: Quiero que nos digas ahora mismo, ¿qué carajos estabas pensando? —dijo, molesta— ¿Ahora nos robas?

Derek: ¿Qué? —Estuve a punto de reírme— No tengo ni puta idea de que hablan

Tomas: Te diré de que —Tomó un par de documentos que tenía sobre la mesa y me los aventó casi a la cara. Si planeaba acabar con mi paciencia en tiempo récord, lo estaba consiguiendo.

Leí un poco por encima lo que decían y vi que eran facturas de movimientos de capital, cosa que me es totalmente irrelevante... O me era, hasta que vi que estaban a mi nombre.

Tomas: ¡300 mil euros, Derek! —Dio un manotazo en la mesa— ¿Para que mierda querías tú 300 mil euros, eh?

Derek: Oye, yo no hice nada de esto —Intenté explicarle, pero mi nombre estaba en los papeles.

Tomas: ¿Sabes en el problema en el que nos metiste? Ese dinero era de los inversionistas, idiota

Joan: ¿Los tomaste para reparar los daños de tu estúpido trabajito en ese bar?

A Segunda Vista - Mar SerracantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora