XXIV. Cenicero

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Narra Mar

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Narra Mar

Mientras Liv y yo conducíamos  para recoger a Leo, no pude evitar sentir una extraña sensación de familiaridad con el camino. Observé los edificios y las calles pasar y me di cuenta de que nos estábamos acercando al bar donde trabaja Derek. Fruncí el ceño, tratando de juntar las piezas en mi cabeza.

Mar: Liv... Es el camino del bar donde trabaja Derek —dije, rompiendo el silencio en el coche.

Liv me miró con sorpresa, y antes de que pudiera responder, llegamos al bar. Aparcamos y vimos a Leo sentado en una banca afuera, tambaleándose un poco mientras intentaba mantener el equilibrio. Suspiré, sabiendo que esto no pintaba bien.

Nos bajamos del coche y nos acercamos a Leo. Liv comenzó a hacerle preguntas inmediatamente.

Liv: ¿Qué ha pasado, Leo? —preguntó, con un tono preocupado y molesto a la vez—. ¿Qué carajo haces aquí?

Leo, en su estado de embriaguez, se rió torpemente antes de responder.

Leo: Tenía todo bajo control —dijo, arrastrando las palabras—. Pero Derek tuvo que meterse... como siempre.

Sentí algo raro atravesar mi pecho. Tomé mi teléfono y llamé a Derek, pero no respondió. La preocupación creció y me giré hacia Liv, que continuaba interrogando a Leo.

Liv: ¿Dónde está Derek? —preguntó, su tono urgente. Pero el mayor no le prestaba caso— ¡Leonardo!

Leo se encogió de hombros, sin saber la respuesta.

De repente, mi teléfono vibró con un mensaje. Lo revisé y vi que era de Javi. Decía que Derek estaba en su casa, que había tenido un problema en el bar y que probablemente debería ir a verlo. Mi corazón se aceleró, pero sentí un alivio al saber dónde estaba.

Mar: Está con Javi —le dije, mostrando el mensaje en mi teléfono.

Liv: Ve a verlo. Llévate mi coche. Yo me llevo a Leo a casa en su auto. Avísame cómo está Derek, por favor.

Asentí. Tomé las llaves del coche de Liv y me subí rápidamente, dirigiéndome a casa de Javi. Menos mal no hay tráfico a estas horas.

[...]

Narrador Omnisciente

Derek estaba en el jardín de la casa de Javi, sentado en una vieja silla de jardín, mirando las estrellas a través del humo de su tercer cigarro de la noche. El aroma del tabaco impregnaba el aire y los recuerdos y pensamientos giraban en su mente. Intentaba recordar que mierda estaba pensando cuando decidió meterse a defender a su hermano, su hermano que nunca en su puta vida haría lo mismo por él. Su mandíbula estaba tensa, y sus nudillos estaban blancos de tanto apretar el cigarrillo.

Mientras tanto, Mar conducía lo más rápido que podía hacia la casa de Javi. Su preocupación por Derek se mezclaba con la adrenalina y la urgencia de llegar. Su mente repasaba las palabras de Javi y la imagen de Leo borracho, intentando entender cómo todo había llegado a este punto. Finalmente, el coche se detuvo frente a la casa de Javi. Mar apagó el motor y salió apresuradamente, sin tomarse un momento para calmarse. Se dirigió a la puerta y llamó con fuerza.

A Segunda Vista - Mar SerracantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora