XXXIX. Eres mi vida

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Narra Derek

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Narra Derek

La noche anterior estuvo... Muy loca. Nos fuimos de fiesta Móstoles, PIO, Aniquiladores, Aniquiladoras, y casi todos los equipos que estuvieron presentes en la final four tanto de Queens como Kings y se nos descontroló un poquito.

Empezamos a enfiestar cerca de las 11 de la noche y, al menos Mar y yo, nos fuimos al hotel casi a las 4 de la mañana... Aunque uno de nosotros no llegó a su habitación.

Desperté sintiendo un peso extra sobre mi. Abrí los ojos poco a poco y miré hacia abajo, encontrándome con Mar recostada casi sobre mi, su cabeza en mi pecho y uno de sus brazos alrededor de mi abdomen. Una de las escenas más tiernas que haya visto. Recorrí el resto del cuarto con la mirada, era el mío. Tomé mi móvil de la mesa de noche junto a la cama, casi las 10 de la mañana, no había pasado mucho desde que vinimos a dormir, pero me moría de hambre.

Salí de la cama con cuidado para no despertar a Mar y me dirigí a tomar una botella de agua fría del frigobar. No soy de las personas que sufren de resaca, pero la chica dormida detrás mío si que lo es. Escuché un par de quejidos y la vi removerse sin muchas ganas de haber despertado.

Mar: Joder... —Abrió los ojos y cuando su mirada se conectó con la mía, al otro lado del cuarto, reí— ¿Cuanto llevas despierto?

Derek: No mucho, acabo de levantarme —Me acerqué a la cama y me incliné para darle un corto beso en los labios— Buenos días

Mar: Buenos no estaría tan segura —Se sentó con una mueca de cansancio y extendió la mano para que le diera de mi agua.

Derek: ¿No tienes hambre?

Mar: Poco —dijo, después de darle un trago a la botella— Ha sido una buena celebración ¿o qué, campeón?

Sonreí instantáneamente y giré a ver mi medalla que reposaba en el tocador.

Derek: Muy buena —Me tiré nuevamente a la cama, sobre las cobijas— ¿Bajamos a desayunar?

Mar: Vale, solo dame 20 minutos para darme un baño —Se sacó las sábanas de encima y se levantó.

Derek: 20 es mucho —Me quejé.

Mar: No es mucho, cariño. No es suficiente para que mueras de hambre —Ahora fue ella la que me robó un beso y se metió al baño, dejándome con una sonrisa tonta en el rostro.

Me puse a buscar la ropa que me pondría y la pantalla de mi móvil se iluminó, era un correo nuevo. Ni siquiera tuve que abrirlo, con leer el inicio en la barra de notificaciones fue suficiente.

"¡Periodo de inscripciones para el nuevo ciclo!"

La culpa, la tristeza, el enojo y todas las emociones negativas, que no tuvieron tiempo de aparecer ayer, me llenaron el cuerpo. Aún no había decidido nada, el tiempo se me acababa y lo peor: no había sido capaz de decírselo a Mar.

A Segunda Vista - Mar SerracantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora