XXV. Eres un gran chef

1.1K 147 8
                                    

Narra Derek

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narra Derek

Al día siguiente, me desperté decidido a ir a casa por algunas de mis cosas. Tenía que hacerlo. Había llegado al punto de no retorno y no quería seguir en esa casa ni un minuto más de lo necesario. Liv había prestado su auto a Mar el día anterior, así que lo usaría para el viaje.

Mar: Voy contigo —me dijo, su mirada preocupada.

Derek: Quiero ir solo, cariño —le respondí, tratando de sonar lo más tranquilo posible—. No te preocupes, no haré nada más que sacar mis cosas. Estaré de vuelta antes de que te des cuenta.

Mar: Vale, te quiero aquí en menos de una hora Ortega —dijo, señalándome con el indice.

Derek: Si señora

La besé en la frente y salí hacia el auto. El camino hacia la casa de mis padres fue más corto de lo que esperaba, quizás porque mi mente estaba llena de pensamientos. Al llegar, aparqué frente a la entrada y tomé una profunda respiración antes de salir del auto.

Entré a la casa, tratando de hacer el menor ruido posible. No quería encontrarme con nadie, solo quería recoger mis cosas y salir de ahí. La casa estaba sorprendentemente tranquila, lo cual me permitió moverme rápidamente hacia mi habitación.

Empecé a llenar una mochila con ropa, algunos libros y cosas personales. Al mirar alrededor, me di cuenta de cuánto había cambiado desde que me fui, pero no a simple vista. Este lugar ya no se sentía como mi hogar. Había dejado de serlo hacía mucho tiempo.

Mientras estaba empacando mis cosas, escuché un ruido detrás de mí. Me giré y vi a Liv, parada en la puerta de mi habitación. Sus ojos se abrieron con preocupación al ver mi cara golpeada.

Derek: Estoy bien, Liv —dije, antes de que pudiera decir cualquier cosa.

Liv: No, no lo estás. ¿Quién fue? —insistió.

Derek: Fue solo un malentendido en el bar. No es gran cosa —le dije, tratando de restarle importancia.

Liv: ¿Fue Leonardo?

Reí irónico.

Derek: No alcanzaría a darme un golpe ni sobrio —puse los ojos en blanco— Pero el idiota soy yo, por intentar hacer algo bueno por él

Liv guardó silencio por unos momentos, mirándome con esos ojos que siempre lograban ver más allá.

Liv: ¿Por qué no me contaste sobre tu trabajo? —preguntó finalmente.

Suspiré, sabiendo que esta conversación era inevitable.

Derek: No quería ponerte en una situación difícil con mamá y papá. Ya sabes cómo son.

Liv: ¿Posición difícil? ¿Crees que no sé guardar secretos? —preguntó, casi indignada.

Derek: Nunca dije eso

A Segunda Vista - Mar SerracantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora