Capitulo 07. ♟️

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Rhayshera.

El rugido del coliseo me envuelve como una tormenta, cada grito y aplauso vibrando en mis oídos

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El rugido del coliseo me envuelve como una tormenta, cada grito y aplauso vibrando en mis oídos.

Estoy acostumbrada al peso de la espada pero cada movimiento comienza a costarme, la pelea ya se alargó más de lo que quisiera. Aún con eso no podía permitirme caer. No ahora, no aquí.

Ser Criston es fuerte, brutal y su determinación por ganar se ha convertido en frustración.

—Cuando te mate mi victoria como las anteriores será para la Reina Alicent —exclama con furia y cansancio.

Un golpe feroz de su espada rompe mi guardia, haciéndome retroceder y permitirle que me acribillara en una esquina del coliseo mientras golpeaba repetidas veces las costillas con el mango de su espada.

La armadura no permite que se sienta el impactó en su totalidad pero aún así el dolor es casi inmediato.

Reuniendo todas mis fuerzas, enderece mi postura, a pesar del dolor ya no solo en las costillas si no también el de los golpes anteriores, forzando a concentrarme en mi oponente y en el próximo movimiento.

En un giro rápido, lancé una estocada precisa, y mi espada encontró su objetivo. Ser Criston cayó de rodillas, derrotado, y la multitud estalló en vítores.

El sonido era ensordecedor, pero todo se desvanecía mientras miraba hacia las gradas por unos segundos. Los Hightower no podían con la sorpresa en sus rostros, a su lado mi madre quien parecía neutra ante la situación y a su lado él príncipe Daemon sonriendo, de entre todos era él quién parecía disfrutar de ver a Ser Criston arrodillado.

Con un esfuerzo deliberado, levanté mi casco y lo dejé caer al suelo, dejando que mi rostro quedara expuesto.

—Repita conmigo Ser Criston —paso la punta de mis espada por su cuello obligándolo a mantener la cara en alto para verme, pero está tan afilada que un hilo de sangre comienza a correrle—. Mi lugar es y será siempre de rodillas ante un Targaryen.

Volví a pasar mi vista al balcón, la oleada de orgullo llegó cuando la Reina Alicent y su padre parecían no creer lo que veían.

El rey aplaudía como los demás y Aemond parecía tener media sonrisa en sus labios.

Mis hermanos sonreían y aplaudían, junto con sus prometidas, sin embargo el más eufórico era Lucerys. La sonrisa del Príncipe Daemon se había agrandado pero se mantenía con los brazos cruzados pero todo ese orgullo dentro de mí parecía apagarse al ver el rostro de mi madre.

Vi el miedo, la preocupación, y algo más profundo, algo que ella intentaba desesperadamente ocultar con una sonrisa.

—¡Pero no ante usted! —grita Ser Criston, clavando me una daga en la pierna. De nuevo la armadura me salva pero logra contarme y él ardor es instantáneo.

Deseos Crueles || Aemond Targaryen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora