ℂ𝕒𝕡𝕚̄𝕥𝕦𝕝𝕠 2

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—Voy a ponerle gel en su barriga ¿De acuerdo? Puede estar un poco frío.— Avisó el doctor, el Omega asintió suavemente, algo nervioso pues esta era la primera ecografía de su cachorro, haciéndole sentir sus pelos de punta.

El doctor comenzó a colocarle el gel suavemente. Horacio se dejaba hacer, permitiéndose suspirar el aroma dulce a vino que tenía la habitación. Algo obvio que ese era el aroma del alfa, cosa que no le disgustaba, pues, si bien los olores de los alfas no son de gustarle mucho, el del doctor se le hacía relajante en demasía.
Y no era tonto, le llamó la atención que a su omega no le incomodara el aroma del contrario, siendo que desde su ruptura con Dexter el omega no quería a ningún alfa cerca ni mucho menos sentir el aroma de cualquiera de esto. Pero optó por la opción de que seguramente sea porque después de todo Viktor es un doctor y claramente está acostumbrado a tratar con omegas embarazados, no creía que había forma de que se cree una relación como una amistad más allá de paciente - doctor.

Miró al doctor, dejándose hacer sin quejas.

—¿Y tiene en mente algún nombre?— Lo escuchó hablar,  haciendo que salga de su análisis al contrario.

—Mmm... Me gusta mucho el nombre Mathias si es un varón. Si es una niña, la verdad no lo sé.— Rió suavemente. —Tendría que pensarlo.

El ruso asintió suavemente, quitándose los guantes y botándolo. —Mathias es un nombre muy bonito para un cachorro, la verdad.— Hablaba tranquilo, estirándose a tomar el transductor. —Y de niña... Hay muchos nombres preciosos para eso. Estoy seguro de que pronto encontrará uno.—

El omega asintió con una sonrisa, mientras el ruso comenzaba a guiar el transductor por la barriga del moreno, mirando el monitor.

—Justo esta cosita que ve aquí es su cabecita, quizás no la distinga porque su cabeza es de apenas del tamaño de un alfiler.— Sonrió.

El omega miraba el monitor atento, ronroneando suavemente y en bajito al notar la miniatura que era su cachorro, sonriendo tiernamente.

—¿E-Ese es mi cachorro?— Preguntó incrédulo, suspirando suavemente.

El ruso sonrió tiernamente, pues adoró ver el brillo en la mirada bicolor del Omega al ver el monitor, sintiendo algo en él removerse. Sacudió su cabeza, asintiendo suavemente.

—Así es, Horacio. Ese es su cachorro. Por lo que veo aquí, está todo correcto con el bebé.—

Horacio soltó un suspiro aliviado, pues había llegado a pensar que el haber estado tan depresivo y con su Omega en mal estado en las primeras semanas; llegó a pensar que eso podría haber afectado en la salud de su bebé, aunque este recién se esté comenzando a desarrollar.

—Muchas gracias, Doc. Estoy más tranquilo ahora que sé que está bien.— Sonrió suavemente al ruso, haciendo que este le devolviera la sonrisa algo atontado al haber sentido el delicioso aroma del omega a frutos rojo siendo dulce le había descolocado.

—P-Pues sólo queda mandarte a hacer unos exámenes y ya nos veremos el...— El de piel pálida miró el calendario que colgaba en la pared. —En 2 semanas.— Sonrió suavemente, tomando unos pañuelos húmedos. —Le voy a limpiar para que se pueda ir.—

Horacio sonrió más cómodo y aliviado ahora, mirando al alfa.

—¿Usted tiene hijos, doc?— Preguntó curioso y en un intento de conocer más al alfa que le causaba tanta intriga en él, mientras sentía cómo este comenzaba a limpiar el gel sobre su barriga con pañuelos húmedos.

El ruso con negó su cabeza con tranquilidad. —No, no tengo hijos. Pero no me disgusta la idea... Adoro a los niños y... El proceso del embarazo también, me parece único y muy bonito. Supongo que por eso estoy aquí.— Rió suavemente.

Horacio lo escuchaba atento, asintiendo. Miró detalladamente la mano del alfa, notando el anillo plateado que decoraba su dedo anular. Se sorprendió  «¿Estará...?»

El Omega carraspeó su garganta. —Supongo que su pareja tendrá un buen compañero de parto entonces.— El ruso ante ese comentario levantó la mirada confundido, alzando una ceja y conectando miradas con el menor.

—¿Disculpe? ¿A qué se refiere?— Preguntó confundido, terminando de limpiar la barriga del menor.

—P-Pues eso... ¿No está usted casado?—

El alfa no pudo evitar soltar una pequeña risita, negando al instante. —No, para nada. No sé por qué usted pensaría e-— Miró su anillo, conectando todo y riendo suavemente. —Oh, si lo dice por esto... Era de mi hermana, me lo regaló días antes de morir.— Sonrió tristemente.

El Omega abrió sus ojos, bajando su mirada. —L-Lo siento mucho, d-doctor... N-No tenía idea-—

—No se preocupe, Horacio. Me gusta recordarla con una sonrisa en mis labios.— Sonrió suavemente, notando la curiosidad en la mirada del omega. Suspiró suavemente.

—¿Cómo era el nombre de su hermana, doctor? Si es que se puede saber, claro. — Preguntó curioso el omega.

El ruso se acomodó en su lugar, mirando al omega. —Aleksandra. Su nombre era Aleksadra.— Sonrió suavemente.

—Es... Un nombre muy bonito.— Sonrió el Omega amablemente.

Se quedaron unos segundos en silencio, sin saber por qué no podían despegar su mirada del otro. Hasta que Horacio sacudió su cabeza, levantándose de la camilla.

—C-Creo que debería irme, si ya no hay más que hacer... Supongo que tiene muchos pacientes que atender.— Rió nervioso.

El alfa asintió, levantándose de su silla y acercándose a Horacio con una tarjeta en mano, entregándosela. —Este es mi número, ante cualquier duda, emergencia o lo que necesite puede escribirme, Horacio. No tendré ningún problema en acudir a usted, después de todo es mi trabajo.—

El Omega asintió, tomando la tarjeta con cuidado y guardandola.

—P-Perfecto... Entonces nos vemos e-en la próxima cita.— Sonrió suavemente el omega.

—Nos vemos, Horacio. Cuídese.— Sonrió el alfa, despidiéndose del Omega y cerrando la puerta tras él.

Apenas este salió, el alfa le escribió a su mejor amigo sin dudarlo.

Greco”
"Greco."
"Es urgente."
"¿Cómo era esa mierda que me habías hablado el otro día?"
"Algo de destinos o algo así."
"Es que pasó algo raro."

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"𝔸𝕞𝕠𝕣 𝕖𝕟 𝕔𝕒𝕕𝕒 𝕝𝕒𝕥𝕚𝕕𝕠" || Volkacio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora