Pasaron dos días desde la primera cita del omega con aquel doctor que por alguna razón no podía sacarse de la cabeza, aunque simplemente decidió ignorar ese hecho.
Horacio se encontraba trabajando tranquilamente en su cafetería, esperando que los pedidos de los clientes estén. Tenía su uniforme de mesero (aunque literalmente él sea el dueño del lugar) que consistía en una camisa verde, un delantal de cintura con el logo de la cafetería en una esquinita atado a la cintura y un mini sombrero de cheff del mismo color que su camisa.Estaba anotando unas cosas mientras esperaba los pedidos, hasta que uno de sus empleados y mejores amigos le habló.
—H ¿Puedes atender a los dos caballeros que acaban de llegar? ¡Me estoy meando! ¡Gracias!— Dijo apurado, sin dejar que su jefe le conteste y corriendo al baño.
Horacio rodó los ojos con una sonrisa, agarrando una bandeja con la carta de los menús y se acercó a la mesa con ambos hombres.
Ese mismo día, Volkov decidió invitar a tomar un café a Greco antes de empezar sus jornadas laborales, por lo que decidieron probar un nuevo lugar.
Según Greco, el lugar es uno de los más recomendados de la ciudad por sus deliciosos cafés y exquisitos postres. También dijo que muchos de los comentarios que leyó en las reseñas es que "uno de los meseros es jodidamente guapo y además soltero" leyó.Cuando entraron al lugar notaron que no era ni tan formal ni tan casual, un lugar muy bonito y bien cuidado.
Ambos se sentaron mientras esperaban ser atendidos. El ruso aprovechó para contestar algunos textos que tenía sin ver en su móvil, sin prestar atención a su alrededor. Aunque, apenas entraron, no pudo evitar sentir como un tipo de corriente eléctrica por su cuerpo y a su alfa removerse por alguna razón.—Bonjour, messieurs.— Saludó el Omega moreno con un perfecto acento francés, haciendo que rápidamente el ruso levantara la vista. —Les dejo la carta del día y en unos minutos vendré a tomarles su pedido.—
Volkov abrió sus ojos con sorpresa, tragando saliva, sintiendo una pequeña sonrisa crecer en sus labios suavemente y sin poder evitar suspirar al sentir nuevamente el delicioso aroma del omega. —¿Ho-Horacio?— Preguntó algo nervioso, haciendo que el mencionado lo mirara, sus ojos se abrieran sorprendidos y su omega se removiera dentro de él.
—¿D-Doctor Volkov? ¿Q-Qué hace aquí?— «𝘘𝘶𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘢 𝘮𝘢́𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘶́𝘱𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘴 𝘦𝘴𝘢?» —D-Digo- ¡Qué sorpresa!— Se corrigió nervioso, riendo suavemente.
Greco, en su parte, miraba todo con una ceja alzada y de brazos cruzados. Pues notó ese sonrojo en las mejillas de Viktor al notar la presencia del omega y esa estúpida sonrisita que le hizo, haciendo que él sonriera burlón.
—¿Así que usted es Horacio, eh?— Picó el barbudo con una sonrisa burlona, haciendo que Volkov le diera una ligera patada a su amigo por debajo de la mesa. —¡Auch!—
Volkov sonrió mientras entrecerraba los ojos, aclarando su garganta y enderezándose. —Con mi compañero decidimos probar un nuevo lugar para desayunar y vinimos aquí... N-No tenía idea que usted trabajaba aqui.— Hablaba en un tono totalmente distinto con Horacio, haciendo que Greco abriera su boca incrédulo.
Horacio asintió, jugando con un mechón de su cresta. —S-Sí... B-Bueno, de hecho yo soy el dueño del local pero m-me gusta trabajar aquí.— Sonrió suavemente, soltando inconscientemente su aroma al estar cerca del alfa que tanto había estado pensando últimamente.
—O-Oh- E-Eso es increíble, Horacio. Me... Me alegra mucho.— Sonrió Viktor. —¿Cómo ha estado su cachorro? ¿Ha sentido alguna molestia?— Preguntó con un poco de preocupación.
—Oh, no, la verdad es q-— Las palabras fueron interrumpidas por el sonido de unas tazas romperse. El Omega suspiró, rodando los ojos. —Debo... Debo ir a ver qué pasó. Vuelvo en unos minutos a tomarles el pedido ¡Pidan lo que quieran, la casa invita!— Le sonrió suavemente, dándole una suave palmadita en el hombro del alfa, caminando a paso rápido a la cocina.
La mesa de ambos hombres quedó en silencio.
—En mi vida pensé que te iba a ver siendo tan jodidamente homosexual, Viktor.— Soltó Greco mientras agarraba la carta del lugar, leyéndola.
El alfa reaccionó, negando con su cabeza al instante y carraspeando su garganta. —No sé a lo que te refieres.— Dijo en un tono serio, leyendo la carta también.
—Ruso, literalmente lo estabas mirando con tu cabeza apoyada en tus manos sobre la mesa con ojos de cachorrito.—
El ruso se sonrojó levemente, negando. —Será cosa tuya, yo jamás hice eso..— Dijo desviando su mirada a la cocina, donde se veía a Horacio salir mientras acomodaba los ligeros mechones que se le escapaban por su rostro y se acomodaba el delantal de la cintura tan concentrado...
Pudo divisar cómo de su bolsillo sacaba una prensita de cabello para colocárselo en la cresta y suspiró cuando obtuvo el resultado que quería, haciendo sonreír suavemente al alfa que lo observaba con tanto detenimiento.Greco le estaba hablando, pero él estaba concentrado en el Omega.
Horacio comenzó a acomodar la zona de la caja tranquilamente, y el ruso pudo divisar el aún sonrojo en las morenas mejillas.
Volkov apretó sus manos sin poder apartar la mirada y dirigirla al resto del cuerpo del Omega, tragando saliva. Empezó a sentir como comenzaba a ronronear muy suavemente por deleitar al omega, mientras que una parte de su corazón se sentía cálida.El Omega se acercó a ellos con un anotador, sonriendo suavemente.
—¿Ya decidieron qué pedirán, muchachos?—
Greco asintió con una sonrisa. —Un cappuccino americano con un croissant para mí. Y para mi compañero...— Miró a Volkov, quien miraba embobado a Horacio.
Este reaccionó otra vez, tartamudeando. —E-Eh... Y-Yo-— Miró a los ojos a Horacio, sintiéndose más nervioso. —S-Sorpréndeme.—
Horacio, algo confundido anotó todo, guardando su libreta. —¿Perfecto...? Les traeré sus pedidos en cuanto estén listos, caballeros.— Sonrió, apartándose de la mesa.
—¿"Sorpréndeme"? ¿Esa es tu forma de ligar?— Frunció su ceño Greco, negando con su cabeza.
—Greco. E-Esto es serio, yo- creo- creo que m-mi alfa acaba de confirmar q-que ese Omega e-es mi destinado.— Murmuró el ruso sonrojado hasta la cabeza, tapando su rostro con sus manos.
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"𝔸𝕞𝕠𝕣 𝕖𝕟 𝕔𝕒𝕕𝕒 𝕝𝕒𝕥𝕚𝕕𝕠" || Volkacio
RomanceAU donde Horacio Pérez es un Omega embarazado y abandonado por su alfa, y Viktor Volkov es el mejor ecógrafo de la ciudad, quien también es el que se encargaría del embarazo del moreno.